Tras dos días de inmersión profunda en el estado actual de la inteligencia artificial y su adopción, en la octava edición del #AIAMSummit25 —la segunda para mí como directora general de AMETIC— he tenido un momento “¡Ajá!”. Esa interjección que usamos para expresar una comprensión repentina o un descubrimiento revelador.
Gracias a uno de los contenidos compartidos por una de las compañías líderes en el desarrollo de agentes de IA a nivel internacional, tomé conciencia de una idea tan sencilla como poderosa: esta es la última generación de CEOs que liderará exclusivamente a equipos humanos.
Puede parecer una afirmación sin gran trascendencia si consideramos lo integrada que está ya la tecnología en los procesos empresariales y su impacto en la competitividad. Sin embargo, encierra una transformación profunda que empieza a calar en nuestra sociedad: la IA está dejando de ser una herramienta para convertirse en un actor dentro de las organizaciones.
Un buen CEO deberá liderar equipos híbridos, compuestos por humanos y por agentes IA. Esto, transformará radicalmente el concepto de liderazgo, la gestión, las habilidades requeridas, y el papel de los departamentos de recursos “humanos”.
El futuro ya está aquí. Comenzamos a colaborar con agentes que nos acompañan en el día a día, liberándonos de tareas repetitivas —y también de muchas no repetitivas— para poder enfocar nuestra energía donde más valor aportamos como humanos. La inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad que define nuestro presente y moldea el futuro.
La conciencia sobre la importancia de la IA como catalizador de una nueva revolución industrial está muy extendida en la empresa, en la sociedad, y en la administración. Estamos apostando por ella: una estrategia nacional de IA valorada en más de 1.500 millones de euros; una de las siete primeras fábricas europeas de IA en el Barcelona Supercomputing Center; más de 100 proyectos de financiados en Madrid en sectores variados como el aeronáutico, el naval, la logística o la construcción en el último año; el lanzamiento de la marca Madrid 4 AI; o los más de 1.000 proyectos financiados por el CDTI con una aportación de 581 millones de euros.
Estas cifras, aunque importantes, aún no son suficientes para que España y Europa tengan un papel protagonista en la carrera tecnológica global.
Desde mi punto de vista, Europa debe centrar su liderazgo en el “cómo” y el “para qué” aplicamos la IA, más que en competir por el “qué”. Tenemos que aprovechar nuestras fortalezas industriales y sectores estratégicos para marcar la diferencia.
Conviene hacer una pausa y reflexionar con perspectiva: ¿qué papel queremos que juegue esta tecnología en nuestro país? No basta con subirse al tren de la innovación; debemos tener claro hacia dónde queremos que nos lleve. Desde AMETIC, este ha sido precisamente el enfoque del AI Summit 25: impulsar una visión estratégica, con propósito, con consciencia y con sentido de país.
La inteligencia artificial no puede concebirse solo como una tecnología más. Es, en realidad, una infraestructura de transformación. Su impacto ya se deja sentir en sectores clave de la economía como la industria, la sanidad, la movilidad o la educación. Redefine modelos de negocio, exige nuevas competencias y plantea desafíos éticos, regulatorios y sociales de gran calado. Por eso, el reto no es solo adoptarla, sino integrarla con responsabilidad y visión de largo plazo.
Necesitamos un liderazgo que se traduzca en hechos: invertir en capacidades, anticipar escenarios normativos, impulsar la colaboración público-privada y asegurar el talento adecuado. No son aspiraciones, son decisiones estratégicas.
Pero ese liderazgo requiere algo más: coherencia y coordinación. Coherencia entre lo que se legisla, financia e impulsa desde las instituciones; y coordinación entre el sector público, el tejido empresarial, los centros de investigación y la ciudadanía. Solo así pasaremos de la oportunidad potencial al impacto real.
Al igual que esta será la última generación de CEOs que lideren solo a personas, viviremos muchas otras “últimas generaciones” en nuestra forma de hacer las cosas. Por eso, mantengamos un rumbo firme hacia un nuevo humanismo tecnológico, que redunde en un mejor futuro para todos.
***Pilar Roch es directora general de AMETIC.