
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Reuters
La economía afronta el 'abismo' Trump: seis claves que explican por qué España se la juega en el último trimestre del año
Sin saber cómo van a evolucionar precios, tipos de interés, inversión, comercio exterior, euro o petróleo, cualquier augurio económico es una mera aventura.
Más información: El BCE recorta por séptima vez los tipos hasta el 2,25% para amortiguar el impacto de los aranceles de Trump.
"Todas las previsiones que habíamos hecho hasta ahora han saltado por los aires. Nadie puede saber lo que viene". Eran las palabras del líder de una empresa energética del Ibex 35 español hace una semana, con Donald Trump dando bandazos con los aranceles y el temor fundado de que el colapso comercial fuera también financiero.
La mayor parte de los analistas esperaban que en la segunda parte del año, con las tensiones económicas más asentadas, llegara más claridad, pero una vez abierto el periodo de negociaciones de tres meses del presidente de EEUU, va a ser muy complicado hacer cualquier vaticinio económico antes del último trimestre del año.
El embrollo pilla a España sin Presupuestos, sin reforma fiscal ni una nueva financiación autonómica y con todas sus previsiones 'colgadas' del efecto de los fondos europeos, el consumo privado, una mejora del empleo de la mano de los inmigrantes y, como siempre, del tirón del turismo.
Más allá de esas bases de un modelo que lleva varios años funcionando y muestra síntomas de agotamiento, sin relevo, quedan media docena de claves económicas cuya evolución es imposible de predecir.
La Airef estima un impacto de medio punto en el PIB por la crisis arancelaria, lo que dejaría el crecimiento de 2025 en torno al 2%, frente al 2,7% que augura Carlos Cuerpo.
Otros analistas esperan solo dos o tres décimas de recorte. De enero a marzo se prevé un 0,7% de subida, pero será difícil mantener ese ritmo a partir de ahora.
Sin saber cómo van a evolucionar los precios, los tipos de interés, la inversión, el comercio exterior, el euro o el precio del petróleo, cualquier augurio económico es una aventura. Es mejor 'dar el salto' ya al último trimestre del año para ver más claridad al otro lado del Atlántico.
Inflación y tipos
Economistas y empresarios del nivel de Raymond Torres (Funcas), Ángel de la Fuente (Fedea), José Luis Bonet (Cámara de España) o Antonio Merino (Repsol), han alertado ya de que los efectos directos de los aranceles a corto plazo no serán tan graves en España como lo pueden llegar a ser los indirectos a medio y largo plazo.
El parámetro más controlado en este momento es la inflación, con tasas del 2,3% en España y en Europa, avaladas por el control de los precios del gas y del petróleo. Las grandes fluctuaciones de los alimentos también parecen haber desaparecido, aunque la carne y la fruta repuntaron en España en marzo.
Pero la inflación es también el elemento más vulnerable ante una espiral arancelaria de consecuencias imprevisibles. El efecto que esas subidas pueden provocar en las cadenas de suministro en sectores como la automoción, los propios alimentos o la tecnología, pueden dar al traste con esa tendencia a la baja, todavía en modo inercia.
Bruselas espera controlar de mutuo acuerdo con China una más que previsible llegada masiva de productos baratos a España (los que no irán a Estados Unidos), pero por más asequibles que puedan ser, nadie sabe su efecto en la inflación.
El BCE bajaba los tipos esta semana al 2,25% y el Euríbor tiende al 2% o incluso por debajo, pero habrá que ver qué ocurre en la reunión de junio, donde se espera otro recorte de un cuartillo.
Una bajada que se producirá a no ser que ya lleguen los efectos del caos arancelario en la inflación y, como ha hecho la Reserva Federal de Powell, haya que esperar y ver.
Inversión, empleo y exportaciones
El planteamiento del Gobierno para seguir siendo la economía que más crece de la UE es que el crecimiento de la inversión privada en construcción y bienes de equipo (industria básica) se duplique entre este año y el que viene, hasta superar el 5% con creces.
Pero el primer efecto inmediato de la revuelta comercial de Trump ha tumbado las bolsas, ha costado miles de millones a las grandes cotizadas y, lógicamente, ha congelado todas las decisiones de inversión y creación de empleo previstas.
España aguanta con el tirón de los fondos UE, pero ese efecto se termina en un año, sin relevo por el momento. La reindustrialización vía transición ecológica y digital de Sánchez genera poca inversión industrial, más allá de los proyectos que vengan de automoción y chips, sobre los que pesan ahora aranceles cruzados por todos los lados.
Todo apunta a que se seguirán creando casi medio millón de empleos al año, pero gracias sobre todo a la llegada de la inmigración y trabajos en servicios y turismo, más que otra cosa. Aun así, el empleo mantendrá fuerte el consumo doméstico y la demanda interna soportará el PIB todavía más.
Uno de los efectos indirectos a los que se refieren los analistas y que más hay que tener vigilado es precisamente el empleo a medio plazo. Una mejora en el sector industrial sería un buen síntoma de que España aguanta el tirón de Trump; una caída puede ser el peor de los augurios.
Las exportaciones españolas antes del impacto de Trump habían dado ya síntomas de descenso claro, sin aportación del sector exterior al PIB. A falta de la cifra oficial, los datos de Aduanas apuntan a una caída del 3,8% en marzo frente al mismo mes del año pasado, una tendencia que no parece que mejorará a corto plazo.
Sólo el 5% de lo que España vende fuera va a EEUU, pero el 63% se centra en la UE, y los grandes socios comunitarios sí tienen mucha más exposición a los aranceles y las ventas transatlánticas, con lo que el efecto indirecto se verá muy pronto.
La tregua la da el precio del petróleo, que está en torno a los 65 dólares el barril de Brent, cuando se auguraba en todas las previsiones en diez dólares más, por lo menos. Eso es bueno para frenar subidas en carburantes, plásticos y fertilizantes, siempre que las decisiones de Trump para cerrar mercados como el de Venezuela no proliferen.
La otra cara la pone el gas natural, que se está convirtiendo en la base del negocio energético en plena transición renovable, sobre el que EEUU, con un 29% de aumento anual, tiene todas las de ganar frente a Europa, mientras Rusia se centra en vender a China y el sudeste asiático.
Sobre exportaciones y energía planea también la incertidumbre del dólar y su relación con el euro, cuya depreciación tras los aranceles se ha convertido en la pesadilla para Trump por el momento.
Con el euro más fuerte se exporta peor, aunque se compra energía más barata. Pero el problema no parece estar ahí, sino en la falta de confianza que pesa sobre la moneda norteamericana como referencia y refugio de los inversores, que puede llevar a una crisis de deuda en EEUU, y eso sería una epidemia financiera en el mundo entero.