Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, durante su intervención en los cursos de la APIE.

Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, durante su intervención en los cursos de la APIE. Europa Press

Banca

La intervención de los gobiernos de España, Italia, Alemania y Portugal en las fusiones bancarias irrita al BCE

En la institución están de acuerdo con la visión de Bruselas de que sólo el BCE y las autoridades de competencia deben pronunciarse sobre estas operaciones.

Más información: El BCE advierte: la intervención del Gobierno en la opa BBVA-Sabadell impacta en la credibilidad ante los inversores

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El Gobierno español no ha sido el único que en los últimos meses ha intervenido en una fusión bancaria. Su actuación en la opa BBVA-Sabadell se ha producido después de que otros ejecutivos europeos hayan hecho lo propio en otras operaciones. Algo que no gusta del todo al Banco Central Europeo (BCE).

El Consejo de Ministros decidió el pasado martes culminar la autorización que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) había dado, con compromisos, a BBVA tres meses antes. Lo hizo imponiendo una condición.

El Ejecutivo permite a BBVA seguir adelante con la concentración de ambos bancos, pero con la condición de que mantenga de forma independiente la personalidad jurídica, el patrimonio y la gestión de la entidad catalana, aunque consiga comprar el banco a sus accionistas.

Una decisión que ha sido cuestionada por Antonio Garamendi, presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). El responsable criticó que el Ejecutivo haya tardado un año en tomar esta decisión.

Una "intervención" que, en su opinión, no es positiva porque puede ahuyentar a los grandes inversores extranjeros.

El BCE lo lamenta

No fue el único que, durante el curso organizado por BBVA y APIE estos días en Santander, manifestó su disgusto por la intervención del Gobierno.

Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, no quiso hablar concretamente de la operación que afecta a BBVA y Sabadell, pero sí comentó que "es muy importante a veces también pensar en cuál va a ser el impacto, la consideración, que van a hacer los inversores institucionales". "Y no me refiero únicamente a este caso", apuntó.

En su opinión, es importante reflexionar sobre cómo compatibilizar el mensaje de que es necesaria una mayor integración del mercado de capitales con que "los poderes públicos ponen dificultades a los procesos de concentración". "Desde mi punto de vista, merma la credibilidad del discurso", dijo.

De hecho, De Guindos manifestó que está de acuerdo con el planteamiento de la comisaria europea de Servicios Financieros, Maria Luís Albuquerque, que hace días recordaba que sólo el BCE y las autoridades de competencia tienen potestad para pronunciarse sobre fusiones bancarias según las normas europeas.

Al BCE no le cuadra que los países europeos busquen una mayor unión en el mercado de capitales y que a la vez realicen esta clase de intervenciones. Y es que el Gobierno español no es el único que ha hecho algo así.

Hace algunas semanas era el Ejecutivo liderado por Giorgia Meloni el que intentaba frenar las intenciones de UniCredit de hacerse con su competidor BPM.

Ilustración de tarjetas de UniCredit sobre un logo de Commerzbank.

Ilustración de tarjetas de UniCredit sobre un logo de Commerzbank. Dado Ruvic Reuters

El Gobierno italiano autorizó la operación, pero con unas condiciones que hicieron al segundo banco del país perder el interés por la compra.

Estas condiciones pasaban por obligar a UniCredit a abandonar su actividad en Rusia en nueve meses -algo que ya está en marcha-, mantener el nivel de crédito frente a los depósitos y no reducir las inversiones de Anima Holdings, propiedad de BPM.

Un par de días después de conocerse la autorización del Gobierno, la entidad ya dejó caer que era difícil seguir adelante con la opa con las condiciones que había impuesto el Gobierno italiano, como informó Reuters.

UniCredit no tuvo que enfrentarse solamente al Gobierno italiano, sino también al rechazo del alemán por su intento de comprar Commerzbank. Una entidad de la que el Estado germano es el segundo accionista, con un 12%.

El caso de Portugal

Otra operación suscitó las críticas por parte de otro gobierno, el portugués: la venta del 75% de Novo Banco que estaba en manos de Lone Star. Una transacción que, según se publicó, atrajo el interés de CaixaBank.

La operación que habría permitido al banco español duplicar su presencia en el país, donde también trabajan los españoles Santander, Openbank y Bankinter. Finalmente, se cerró con la adquisición de la participación por parte de la entidad francesa BPCE.

El interés por parte del banco español hizo reaccionar al Gobierno portugués. "La banca española representa hoy aproximadamente un tercio, quizás un poco más de un tercio, del mercado bancario portugués", señaló en una entrevista el ministro de Finanzas en el gobierno luso, Joaquim Miranda Sarmento. Y "no debería subir".

"El país no debería tener una dependencia excesiva, una concentración excesiva, de nuestro sector bancario en manos de bancos de un solo país", agregó.