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Opinión

El encaje de los ciclos combinados en el nuevo equilibrio energético

Joan Batalla, Sedigas
Publicada

La transición energética que afronta España constituye una oportunidad única para construir un modelo energético más sostenible, competitivo y resiliente. Pero esta transformación no está exenta de desafíos.

En los próximos años, nuestro sistema eléctrico deberá integrar de forma masiva energías renovables, mantener la estabilidad y continuidad del suministro, y adaptarse a un entorno internacional marcado por la incertidumbre geopolítica.

En este contexto, el papel de las tecnologías que aportan firmeza y flexibilidad al sistema será más relevante que nunca. Entre ellas, los ciclos combinados de gas ocupan una posición estratégica. No solo por su capacidad para responder con agilidad a la demanda en momentos críticos, sino por su potencial para operar incorporando progresivamente moléculas verdes como el biometano o el hidrógeno renovable, alineándose así con los objetivos climáticos a largo plazo.

Apostar por los ciclos combinados —y por el marco que garantice su sostenibilidad— es apostar por una transición energética sin sobresaltos.

La revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé que en 2030 un 81% de la electricidad generada en España provenga de fuentes renovables. Es un objetivo ambicioso y para hacerlo realidad será necesario garantizar que el sistema cuente con tecnologías firmes que aseguren el equilibrio entre oferta y demanda en todo momento. Más aún si tenemos en cuenta la retirada completa del carbón y el calendario de cierre ordenado del parque nuclear a partir de 2027.

Ante este horizonte, los ciclos combinados están llamados a desempeñar un papel esencial como tecnología de respaldo. Con una potencia instalada cercana a los 26 GW, representan hoy la principal garantía para aportar firmeza y estabilidad al sistema eléctrico en escenarios donde otras fuentes no pueden operar, con la ventaja añadida que supone su compatibilidad con la incorporación progresiva de los gases renovables.

Sin embargo, esta función estratégica no podrá mantenerse si no se habilitan los mecanismos adecuados que aseguren su sostenibilidad económica. En la actualidad, los ciclos combinados solo recuperan sus costes variables cuando son llamados a operar, sin una retribución que cubra sus costes fijos. Esta situación dificulta su mantenimiento y disponibilidad, precisamente cuando el sistema más los necesita.

De ahí que la puesta en marcha de un mercado de capacidad resulte imprescindible. Se trata de un instrumento que permitiría retribuir la disponibilidad garantizada de estas instalaciones, asegurando que puedan mantenerse operativas y listas para intervenir cuando el sistema lo requiera.

Los ciclos combinados de gas ocupan una posición estratégica por su potencial para operar incorporando moléculas verdes como el biometano o el hidrógeno renovable

Este tipo de mecanismos no son una excepción: están presentes en muchos países europeos y forman parte de una estrategia realista para salvaguardar la seguridad de suministro en entornos energéticos complejos y exigentes.

La actual propuesta de Orden Ministerial para la creación de un mercado de capacidad marca el camino a seguir, aunque requiera todavía mayor concreción y detalle. Será esencial definir con claridad los criterios de elegibilidad, el diseño de las subastas y el marco operativo para aquellas plantas que no resulten adjudicatarias. Solo así se podrá generar la confianza necesaria para movilizar inversiones, adaptar las infraestructuras existentes e impulsar la evolución tecnológica de los ciclos hacia modelos de generación más sostenibles.

En un contexto como el actual de debate creciente acerca de las tecnologías de generación que deben garantizar la cobertura de la demanda y la seguridad de suministro. Desde Sedigas consideramos que estos cambios deben abordarse desde el consenso y la transparencia, garantizando un marco predecible que no frene la transformación del sistema ni condicione negativamente su competitividad futura.

En definitiva, la transformación energética exige soluciones concretas y los ciclos combinados representan una muy clara: son operativos, están integrados en el sistema, cuentan con experiencia demostrada y tienen el potencial para evolucionar hacia modelos bajos en carbono. Asegurar su continuidad es una apuesta estratégica que ofrece certeza, seguridad y visión a largo plazo.

España tiene ante sí una gran oportunidad para construir un sistema energético moderno, descarbonizado y seguro. Pero no será posible sin mecanismos que protejan lo que ya funciona con eficacia demostrada y que permitan avanzar hacia lo que aún está por llegar.

Apostar por los ciclos combinados —y por el marco que garantice su sostenibilidad— es apostar por una transición energética sin sobresaltos, sin improvisaciones y con la estabilidad que un país necesita para avanzar con confianza hacia 2030 y más allá.

*** Joan Batalla, presidente de Sedigas

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