
Detalles de la Nueva Rosaleda de Málaga
Málaga mantiene vivo el sueño de una Nueva Rosaleda abierta todo el año, pero lo condiciona a un inversor privado
"Un estadio para dos días al mes no tiene sentido", defiende el concejal de Deportes, Borja Vivas, quien no cierra la puerta a una posible venta del estadio.
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La ciudad de Málaga no renuncia a su gran ambición: convertir el estadio de La Rosaleda en un espacio multifuncional abierto todo el año. Un complejo extraordinario capaz de combinar deporte, ocio, turismo y actividad económica.
"Un estadio para dos días al mes no tiene sentido, hay que darle muchos más usos, buscando el equilibrio con los vecinos", defiende el concejal de Deportes, Borja Vivas.
Sin embargo, este salto cualitativo, concebido como una segunda fase al proyecto de ampliación del estadio, ya en marcha con la vista puesta en albergar parte de los encuentros del Mundial de Fútbol 2030, queda claramente condicionado a la llegada de un inversor privado que apueste por el modelo.
El edil, que habla en un primer momento de afrontar este reto mediante una concesión a un inversor privado, no cierra la puerta a la posible venta del estadio de Martiricos.
"Las instituciones no tienen interés en tener La Rosaleda en propiedad; lo ideal es que viniese alguien y que la quisiera comprarla; las administraciones seguro que la venderían al precio que fuese", explica.

Detalles de la Nueva Rosaleda de Málaga
La primera fase del plan ya tiene una hoja de ruta definida. Su materialización va a obligar a las tres administraciones propietarias de La Rosaleda (Ayuntamiento de Málaga, Diputación provincial y Junta de Andalucía) a repartirse a partes iguales una inversión de 270 millones de euros.
Esta etapa incluye la remodelación estructural del estadio actual, que conservará el primer anillo y sustituirá el segundo, generando nuevas zonas diáfanas con potencial para usos complementarios.
Lo que no recoge este impulso inicial, pensado exclusivamente para el evento deportivo internacional, es la explotación comercial intensiva del recinto, con el objetivo de que tenga vida los 365 días del año. Un reto que requiere del desarrollo futuro de nuevos usos como el hotelero, centros de convenciones y zonas de ocio.
Ampliación
"La primera fase deja preparada la infraestructura para que, si se quiere cubrir o ampliar, no haya que derribar nada después", explica a EL ESPAÑOL el concejal de Deportes del Ayuntamiento, Borja Vivas.
De acuerdo con el planteamiento principalmente avalado por el alcalde, Francisco de la Torre, esta segunda fase supone una operación con visión a largo plazo. Y con ello se deja abierta la puerta a una expansión posterior, que convertiría a La Rosaleda en un verdadero ícono urbano de uso continuo.
Para poder avanzar en este camino, Vivas habla claramente de un modelo de colaboración público-privada, en régimen de concesión. Grosso modo, la idea sería que un operador privado asumiera la inversión necesaria y, posteriormente, la explotación de los espacios generados.

Detalles de la Nueva Rosaleda de Málaga
En esta vía, no se descarta incluso que ello incluya la compra del propio estadio en caso de darse las condiciones adecuadas y de que se concretase un acuerdo con las tres instituciones propietarias.
No obstante, Vivas reconoce que la situación actual del Málaga CF, que sigue afectado por un largo proceso judicial en relación con su propiedad, limita su capacidad de intervención en el actual escenario. Desde el entorno municipal no se oculta el deseo de que, en un escenario ideal, el club pudiera ser parte activa del desarrollo.
"Lo que no tiene mucho sentido es que el Málaga sea un simple inquilino. La Rosaleda debería ser un activo estratégico para el club", subraya el edil, quien admite que el deseo es que el propietario del club invirtiera.
La operación está aún en una fase temprana, sin un diseño cerrado para esa segunda etapa. Se han barajado alternativas como centros comerciales, hoteles, oficinas o espacios culturales, pero todo dependerá del perfil del inversor que finalmente apueste por el proyecto.
Tampoco existe aún una estimación oficial de coste para esa expansión, aunque se prevé muy superior a la primera fase.
Con esta estrategia, Málaga quiere seguir la senda de otros grandes estadios europeos, como el Bernabéu, y transformar La Rosaleda en un motor urbano que funcione más allá del calendario deportivo, sin perder el equilibrio con los vecinos ni el entorno.