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Cuando el sol se oculta en el puerto de Algeciras, comienza un nuevo capítulo en la eterna batalla contra el narcotráfico. Las patrulleras del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) surcan las aguas del Estrecho en silencio, con el motor apenas audible y las luces apagadas. Cada noche es un juego de estrategia, un enfrentamiento desigual donde los traficantes tienen la ventaja de la velocidad y la clandestinidad. "Ellos son rápidos, pero nosotros somos inteligentes", dice Lisardo Capote, jefe del SVA en Algeciras. Y en esa inteligencia radica su mejor arma.

Durante la patrulla nocturna. Fotografía realizada con Leica Q3 43.

Durante la patrulla nocturna. Fotografía realizada con Leica Q3 43. Laura Mateo Algeciras

Acompañamos a uno de estos equipos en plena patrulla. El mar está en calma, pero la tensión es palpable. De repente, la radio crepita: "This is the Royal Navy...". La sombra de Gibraltar aparece en la ecuación. No es solo el narcotráfico; también deben lidiar con una disputa territorial en cada operativo. Los agentes mantienen su rumbo. Están acostumbrados a esta presión.

El puerto de Algeciras es otro campo de batalla. A plena luz del día, los agentes escanean camiones y contenedores con la "Medusa", un escáner de última generación. "Aquí nunca sabes qué te vas a encontrar", comenta un veterano, señalando una imagen sospechosa en la pantalla. "A veces es tabaco, otras cocaína. Pero siempre es algo". Sin suficientes recursos ni leyes que les faciliten la labor, el SVA sigue adelante, una noche tras otra, con la convicción de que su lucha, aunque silenciosa, es imprescindible para la seguridad del país.