Está de triple estreno Antonio Orozco después de haberse concedido un tiempo en boxes. Tras una carrera de más de veinte años, gota a gota había ido llenando el vaso del estrés y ya se le derramaba por los bordes: no salía apenas de casa, estaba remiso y engordando mucho más allá de lo saludable (hasta sólo entrar "en las camisetas 4XL del Zara", cuenta).
Y se fue. Se dio un tiempo a sí mismo, ese lujo caro, y se retiró a su Macondo particular (Cerdaña, una región montañosa del Pirineo oriental) para cuidar de su mente y su cuerpo. Empezó con psicólogos, se metió al gimnasio, se presentó a sí mismo y ordenó el armario de los duelos. Había perdido demasiado pronto a su padre y a su exmujer, pero no había enfrentado las pérdidas.
De ese reseteo nació el que dice que es el mejor disco de su vida, El tiempo no es oro (Universal), que acaba de ver la luz, y también un documental titulado El método Orozco, que bien podría llamarse "El método de cualquiera que se atreva a abrir la cajita del descontento", a ver qué se encuentra.
Es inmensamente vulnerable Orozco —en esta entrevista le veremos sufrir porque su hermano Pablo López no le haya dado un veredicto aún sobre sus canciones—, pero está aprendiendo a no poner siempre a los demás por delante. A sus seguidores sí, porque dice que compone para ellos y que el ego, a cierta edad, hay que dejarlo aparcadito para pagar facturas. En junio empieza también la gira para reencontrarse con ellos.

Antonio Orozco posa para la cámara de EL ESPAÑOL.
Pregunta-. Cuenta en el documental que tenías 111 shows por delante y estaba en su casa creyendo morir. Le dijeron los médicos que todo venía por no haber procesado sus pérdidas, y por evitar situaciones de conflicto, además de por la culpa. ¿Ha ordenado ya el armario de los duelos?
Respuesta.- Es muy interesante darte cuenta de que te pasan cosas que no sabes. Muchas personas viven la depresión y no lo saben: yo no sabía que estaba en depresión, lo sé ahora porque alguien me lo dijo en base a mis conversaciones y comportamientos. Recuerdo la última grabación de La Voz, ya pesaba bastante y había perdido el control de la ansiedad, y de mi salud. Pasaba mucho tiempo ensimismado, estaba muy encerrado en mi cuarto, no salía a la calle y no tenía prácticamente ropa que ponerme.
Cuando pasas los cánones establecidos por la industria de la moda, llega un momento en que no te puedes ni vestir y tu problema se va multiplicando por mil porque cada vez te sientes peor. No hay opciones, sólo la camiseta 4XL, pero las personas no eligen estar gordas ni pesar 50 kilos más de la cuenta: es la conclusión de un desorden que tiene que ver con tu mente.
P.- Muchas personas toman la comida como un premio, pero en el documental expresa que en su caso se volvió un castigo.
R.- Sí, eso es lo que dicen los psicólogos. Cuanto peor te sientes, te abasteces de cosas que no te hacen ningún bien porque es lo único que te puedes permitir… No hay respuestas. Si ves a una persona que pesa 140 kilos lo primero que piensas es en qué poco se cuida. Pero una persona que llega ahí la mayor parte de las veces es porque hay otro tipo de desórdenes.
P.- Culpamos.
R.- Qué mal te tratas, no haces deporte… El caso es que hay muy pocas soluciones para gente que quiera curarse. De hecho, hay muchas soluciones hoy para calmar las ansiedades y el estrés a la hora de comer, pero esa medicina cuesta la mitad del sueldo de una persona.
P.- Ozempic, por ejemplo.
R.- Y todas esas variantes, que funcionan en el mundo entero.
P.- Y la propia salud mental, que no todo el mundo se puede permitir.
R.- Sólo cuesta 60 pavos la hora con un psicólogo (dice con ironía). Es la pescadilla que se muerde la cola… Y luego es que hay un gen, hay personas con facilidad para engordar, para deprimirse, y otras para drogarse, para jugar… Casi todo en la vida tiene tratamiento, el caso es que hay que saber lo que te pasa y la mayoría de las personas no lo saben. Yo no lo sabía.

Orozco: "Hay soluciones para calmar las ansiedades a la hora de comer, pero esa medicina cuesta la mitad del sueldo de una persona"
P.- Lo averiguó con un psicólogo. Cuenta que nunca había ido.
R.- Y ojalá haberlo hecho antes.
P.- ¿Por qué no fue antes? ¿No creía que fuera necesario, o que pudiera funcionar?
R.- No había ido porque en el mundo en el que crecí no era lo normal, como no lo era ir al gimnasio a hacer fuerza. Yo me crie jugando al fútbol y fui futbolista hasta los 22 años. Y hoy entreno cada día y me ha cambiado la vida, entreno donde me da la gana y no necesito más que un Ipad y unas gomas. ¡Ahora mismo le pego un puñetazo a esa pared y la rompo por la mitad! ¿Por qué no lo hice antes? ¡Porque no lo sabía!
P.- ¿Ha llegado al punto de disfrute con el ejercicio, o está aún el de hacerlo como quien toma un antibiótico? Creo que existen esas dos fases.
R.- Me gustaría decirte una cosa: hoy por hoy no me planteo un día sin hacer deporte, pero si estoy muy cansado, lo dejo para el día siguiente. Intento equilibrar. Por ejemplo, hoy tengo un día muy importante: ante eso, anoche, no gasté la energía que me quedaba en el gym, me fui a la cama para levantarme un poquito más fuerte. Pero, si no, he encontrado mi forma en el día de encontrar un momento. He aprendido tanto en este tiempo en el que me he dedicado tiempo, valga la redundancia… He vivido los últimos años de mi vida para trabajar y buscar una posición en mi trabajo, con la que por supuesto nunca estás de acuerdo: cuando vendes 10000 entradas quieres vender 20000, luego 50000…
P.- Siempre a más.
R.- Pues todo eso en mi mundo ha cambiado, te lo juro. De momento este año no vamos a hacer 90 conciertos, vamos a hacer sólo 25.
P.- ¿Cómo los encara, después de este parón en boxes?
R.- La mejor gira de mi vida va a ser esta, por distintos motivos. Hace muchos años, cuando era chiquitito, soñé hacer una gira como esta, en estadios grandes, y ahora no sólo me pasa, sino que en muchas de esas ciudades repito. ¿Puede ser posible? ¿Dónde está la cámara oculta?

Orozco se abre para EL ESPAÑOL. "Con 52 años me parece un error escribir las canciones para ti, eso alimenta el ego de las cosas que quedaron incompletas".
P.- Y lo disfruta. ¿No se siente ya avasallado por esa vorágine, como antes?
R.- Sí, pero sabes que los músicos tenemos todos el Síndrome del Impostor. Es muy salvaje porque todo lo que tienes sientes que no te lo mereces. Yo no soy músico, soy informático, y sin embargo escribo canciones desde los 10 años. Y ya son una forma de vivir.
P.- Avalado por los hechos. Tiene su carrera hecha.
R.- Sí, pero a mí hay canciones que me lo han dado todo y otras que me lo han quitado.
P.- ¿Cuáles se lo han quitado?
R.- Pues canciones que yo pensaba que realmente iban a ser importantes en mi vida y no lo fueron. Por ejemplo, La Revolución.
P.- ¿Eso es una espinita que lleva?
R.- Bueno, me doy cuenta de que no tengo ni idea. Y la canción que se ha presentado como single de este disco no la he elegido yo.
P.- En el duelo por su padre, ¿pesaba también, además de extrañarlo, que no le hubiera visto triunfar?
R.- No… Yo echo de menos a mi padre. Pero mi padre me vio triunfar muchísimo en la vida, porque fui lo que él quería que fuese, un buen hombre, un deportista… No me preocupa. Mi padre seguro que estaría orgulloso. Pero si por mi padre fuese no sería músico, quería que fuese informático y estaba feliz y orgulloso de que hiciese algo que parecía que tenía futuro.
P.- ¡Los caminos de la profesión son inescrutables! En el documental dicen quienes lo conocen que su sensibilidad extrema es la que le lleva a ser tan vulnerable. ¿Cuál cree que es su peor enemigo?
R.- Yo mismo. Sí, soy muy capaz de hacerme más daño que nadie. Por eso cuando he dicho que este es el mejor disco de mi vida lo digo porque lo sé a pies juntillas, porque para que las canciones lleguen adonde están ahora han pasado por un infierno de maltrato, que se lo doy yo. Yo las pongo en mil y un lugares, les pongo palos en las ruedas… Y de las 24 que terminé, sólo quedaron 12. Son canciones espectaculares, pero que no superaron mi filtro.

"El tiempo no es oro" es el álbum de su vida, según el propio Orozco.
P.- También dice que llegó un punto en que sentía que se estaba copiando a sí mismo al componer, que no rompía a hacer algo nuevo. ¿Por qué cree que pasaba?
R.- Tú lo sabrás si tienes algún poema que haya encantado, cuando vuelves a escribir lo tienes ahí, porque yo escribo para que le guste a la gente.
P.- ¿Y a sí mismo?
R.- A mí me gusta que me guste, pero lo que más me gusta es que le guste a los demás. Yo, por ejemplo, no celebro nunca mi cumpleaños y sí celebro el de cada miembro de mi familia como si fuera el mío. Para mí lo primero es lo de los demás, y así me ha ido en la vida.
P.- Hay que aprender a elegirse también.
R.- Eso es lo que estoy aprendiendo ahora. Pero no me vale la postura de ‘hago lo que a mí me gusta y al que no le guste que no lo lea’, porque entonces ¿para qué lo publicas? Te lo lees tú a ti mismo en el cuarto de baño y ya está. Pero cuando atraviesas el umbral de que la gente te escuche, y de pagar unas facturas a final de mes, es mucho más importante lo que tus canciones susciten en los demás.
P.- No creo que puedas llegar a nadie si a ti mismo no te gusta lo que haces, si no hay verdad.
R.- Sí, pero cuando has escrito 25 canciones para hacer un disco de 10, los demás te tienen que ayudar, porque si las eliges tú no hay objetividad. Con 52 años me parece un error escribir las canciones sólo para ti, estás alimentando el ego de las cosas que se quedaron incompletas en ti.
P.- Hablaba con su amigo Pablo López de la amistad a partir de ciertas edades. De cómo ya implica compromiso y esfuerzo, con recompensa. ¿Cómo la entiende Antonio Orozco?
R.- Sí, yo creo que el punto culmen de la amistad es cuando se convierte en hermandad. Pablo para mí en este momento es como si fuese un hermano, los mismos valores. Yo daría la vida por él, lo quiero tanto que lo quiero así. Y siempre antepondría su felicidad a la mía en todo. Igual que Pablo tengo a algún que otro amigo más, no muchos, pero alguno más.
P.- Bonito.
R.- De hecho, mis canciones no las ha escuchado nadie y ayer se las mandé a Pablo.
P.- Contaba que le daba miedo mandárselas por si las desaprueba, ¿no?
R.- Sí, pero ayer le mandé un link de ‘feliz cumpleaños’ –y no era su cumpleaños- con mis canciones.
P.- ¿Y qué le ha dicho?
R.- No me ha dicho nada, el hijo de su madre (reímos).

Orozco ríe ante la cámara de EL ESPAÑOL.
P.- ¿Está sufriendo con esto?
R.- Es igual, prefiero que no me diga nada (dice mordiéndose el labio).
P.- Igual no ha tenido tiempo…
R.- El tiempo es una cosa tan curiosa, siempre tenemos tiempo para lo que queremos…
P.- El tiempo es prioritario, está claro. "Te prometo que más que mirarte / estaba pensando en quedarme a vivir / Lo prometo, me faltaba el aire”, le canta a su hija Antonella en el nuevo disco. ¿En qué se parece y en qué se diferencia el amor hacia un hijo del amor romántico de pareja?
R.- La primera diferencia es el miedo a tener algo que perder. Cuando quieres a alguien que no es tu hijo, igual que llega, se puede ir. La hija no se va, ahí no hay miedo. Te va a querer porque te va a querer, va en la sangre y va puesto, te hace sentir muy orgulloso y feliz.
P.- Sobre todo, de pequeños. Ya de mayores…
R.- No, yo doy por hecho que mi hijo me va a querer más que a nadie. Lo doy por hecho, he hecho todo lo que tiene que hacer un padre para que así sea, así que no tengo ninguna duda. Soy lo más importante para mi hijo seguro, no se lo tienes que preguntar a él, te lo digo yo. Y mi hija todavía no sabe que su padre es lo más importante que le ha pasado en la vida, pero me mira… Está descubriendo cómo es su padre.
P.- Su hijo sale está haciendo música también, pero tira hacia la electrónica. ¿Duele?
R.- Ah, no, no. Mi hijo ha hecho dos grandes cosas este año: la primera ha sido quitarse el apellido, ya no es Jan Orozco, sino Jan. Y se fue a Londres, donde a mí no me conocen de nada, así que fue un primer paso para la independencia. Y la segunda y más importante es que me ha dicho ‘papá, si me quieres, y sé que me quieres, no me etiquetes’.

Orozco durante su conversación con EL ESPAÑOL.
P.- Quiere granjearse su fama y carrera por su cuenta.
R.- Quiere independencia absoluta el cabrón (dice con cariño).
P.- Con este disco, que sale mañana, dice que no quiere llegar a gente nueva sino a sus seguidores de siempre. Y eso me llevó a pensar en la idea de la trascendencia. ¿Cree que es posible hoy día la idea de la trascendencia, que de aquí a un siglo se siga escuchando a Antonio Orozco o Pablo López como hacemos con los Beatles?
R.- Yo qué sé, no tengo ni idea, pero me da igual lo que pase en el futuro. No pretendo ser eterno, te lo juro, sólo quiero vivir con dignidad, pagar mis facturas a final de mes, que mis hijos estudien en buenos colegios y que aprendan a ser libres y buena gente.
P.- ¿Qué tiene en su mesilla de noche Antonio Orozco?
R.- Pues tengo un libro precioso que leo de forma recurrente, Into the wild, y que le recomiendo a todo el mundo que lo tenga en la mesilla y de vez en cuando le echen un vistazo para que sepan lo libres que podemos llegar a ser.