O'Funk'illo, que cerró el concierto de este viernes en el Icónica Santalucia Sevilla Fest.

O'Funk'illo, que cerró el concierto de este viernes en el Icónica Santalucia Sevilla Fest. Valerio Durán Sevilla

Sevilla

Reincidentes, O'Funk'illo, la Alameda y las bolas picantes de La Gallega, el concierto que hizo a Sevilla viajar en el tiempo

Icónica Santalucia Sevilla Fest reúne a los clásicos de la música alternativa que hicieron bailar hace 20 años y también anoche en la Plaza de España.

Más información: Rendidos al amor de Rigoberta Bandini en el Icónica Santalucía Sevilla Fest: "Guapa, guapa, guapa; y reina, y reina, y reina"

Publicada
Actualizada

Me acuerdo de la Alameda. De la de albero. Del circulito. De las copas a 300 pesetas en Ñam Ñam, que estaba hacia las calles donde no se podía entrar porque eran territorio comanche por muy valientes que te hiciesen creer los 15 años que gastabas.

Suena Aprendiendo a luchar, de Reincidentes.

Me acuerdo de las bolas picantes. Del bar La Gallega, que estaba ya cerca de Torneo. De los macarrones fríos que ponía si no estabas rápido y le decías "con patatas, por favor, que hay que empapar". De las mesas de metal en un local mínimo que amplió por debajo de una escalera porque allí iba(mos) todos los chavales borrachos de finales de los 90.

Suena Los Hijos de la calle, de Reincidentes.

Me acuerdo del mercadillo de los domingos. De los ordenadores por piezas. De los casetes piratas. De las revistas porno de segunda mano(s) que vendían allí en medio, tiradas sobre sábanas sucias. De acompañar a un amigo por si encontraba allí la bicicleta que le habían robado esa semana en Reina Mercedes. De sortear gorrillas con el coche de Juan o de Carlos cuando se podía circular por el medio de la Alameda.

Suena Vicio, de Reincidentes.

Me acuerdo de Dani con el pelo largo y una cola imposible. Sentado en un banco de la Alameda junto a una hoguera pequeña que las prostitutas hacían en los meses fríos mientras esperaban clientes. De Eli, que siempre quería volver a casa andando, aunque fueran 40 minutos de caminata. Del bar de Pedro con Paco y Reme -"niño, ¿habéis comido? Pídete algo"-. 

Suena La voz del Pueblo, de La Raíz.

Me acuerdo de Guillermo y Nicolás pidiendo hielo a cualquier grupo para el botellón ya de madrugada. De la Fun Club. Del "la entrada son 500, caballero" del portero, escupido con asco cada vez. Del Bruja. Del Lokal. Del Sirena cuando te ponían sol y sombra a las 2 de la mañana y no chupitos de Jagger.

Suena La hoguera, de La Raíz.

Me acuerdo del bar clandestino que estaba en la zona roja de la Sevilla de los 90 y donde te abrían después de llamar a una puerta destrozada. De las mujeres que descansaban dentro entre servicio y servicio mientras los chavales se tomaban tres cervezas para seis porque la paga no llegaba para más. Del olor agrio de ese sitio.

Suena Riñones, de O'Funk'illo.

Me acuerdo del frío en la Alameda en el invierno, cuando la humedad de la plaza -que había sido laguna durante siglos- te subía por los pies. De María, de Pere. De Teresa, que hablaba con todo el mundo aunque le colgase un ojo y oliese a perros muertos porque "Manué, en la vida hay que ser educada siempre". De Avencia, de Ana. De Marta cantando a gritos por la calle Amor de Dios en busca de un after.

Suena Pal Keli, de O'Funk'illo.

Me acuerdo de La Holiday. Pero de la Holiday que era una discoteca de señoras y señores mayores. De la Holiday donde no entrabas con menos de 60 años. De que un serranito del tamaño de Wisconsin y una cerveza costaban 300 pesetas en Las Columnas. De las vueltas en el bus nocturno de la 2. De juntar dinero para un taxi si lo perdías.

Suena A Jierro, de O'Funk'illo.

El final de los años 90 y el inicio del nuevo milenio -el milenarismo llegó, Fernando Arrabal, sí que llegó- atropelló a una generación que creció fascinada por la Expo 92. Que pensó que el universo estaba a su alcance, pero que, apurando ya los últimos compases del siglo XX, vio cómo el mundo que le importaba estaba enmarcado entre San Vicente, San Luis, el Duque y, al norte, la Resolana. No en el Japón, que mira que está lejos el Japón, cantaban por entonces Los Chanclas.

No había más y la banda sonora de esa Sevilla antes de Airbnb, de Ryanair, de millones de maletas por el Centro era, para quienes frecuentaban la Alameda, los grupos que trajo este viernes Icónica Santalucía Sevilla Fest. Reincidentes, La Raíz, O'Funk'illo.

El concierto fue un viaje astral para algunos. Los que pasaban de 40 bailaban felices más hacia el final de la Plaza de España. Pero delante, junto al escenario... Ahí estaban los chavales de 20 años Los mismos que, al acabar el concierto, se marcharon hacia la Alameda. Los que, dentro de 20 años, entenderán esta crónica.