
Doctores Amir Tarighpeyma y Jose Manuel Tapia Soriano.
La alopecia femenina afecta hasta al 50% de las mujeres, un problema de salud capilar que continúa siendo tabú
"Entre dos y cuatro meses después del parto, muchas mujeres experimentan una caída intensa del cabello, que puede prolongarse hasta un año", afirman los expertos.
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Entre un 40 y un 50 por ciento de la población femenina podría sufrir algún grado de alopecia androgénica a lo largo de su vida, según estimaciones de la Unidad de Medicina y Trasplante Capilar del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, en Sevilla.
La prevalencia de este tipo de alopecia aumenta con la edad y afecta tanto a la densidad como a la calidad del cabello. Así lo afirma el doctor Amir Tarighpeyma, especialista de esta unidad, quien subraya la importancia de distinguir entre incidencia —los casos nuevos que aparecen en un periodo determinado— y prevalencia —el número total de casos existentes—.
“A medida que las mujeres envejecen, la miniaturización progresiva de los folículos pilosos se hace más evidente, provocando no solo pérdida de cantidad, sino también alteraciones en el grosor y la textura del pelo”, explica.
La alopecia androgénica femenina tiene un fuerte componente hormonal. El doctor José Manuel Tapia Soriano, también miembro de esta unidad, señala que niveles elevados de hormonas como la testosterona, la androsterona o la dihidrotestosterona (DHT) aceleran el agotamiento de los folículos. “Esto se traduce en una melena más frágil y con menor capacidad de regeneración”, apunta.
Además de los andrógenos, influyen otros factores hormonales como los estrógenos y las hormonas tiroideas, así como elementos no hormonales como la genética, el estrés oxidativo o la inflamación.
A diferencia de los hombres, en las mujeres la alopecia suele manifestarse como un adelgazamiento difuso, más pronunciado en la coronilla y la línea frontal, pero sin llegar a una calvicie total. “El 90 por ciento de las pacientes con alopecia androgénica presentan desequilibrios hormonales”, precisa Tarighpeyma.
Este tipo de alopecia puede comenzar en edades tempranas, siendo más agresiva cuando aparece en mujeres jóvenes. “Muchas pacientes acuden a consulta con síntomas asociados como acné, cuero cabelludo graso y pérdida de densidad”, detalla el especialista. En la postmenopausia, la reducción de estrógenos hace que la pérdida capilar sea aún más evidente.
Embarazo
Otro momento crítico es el postparto. “Entre dos y cuatro meses después del parto, muchas mujeres experimentan una caída intensa del cabello, que puede prolongarse hasta un año”, indica Tapia Soriano. Esta caída se debe a los cambios hormonales que se revierten tras el embarazo.
No obstante, en la mayoría de los casos, el pelo se recupera por completo. Además, el especialista aclara que la lactancia materna no influye en esta pérdida capilar.
En cuanto a la edad de aparición, existen dos picos de incidencia: a los 30 y a los 50 años. En casos de pubertad precoz, la alopecia también puede adelantarse. “Cada caso debe evaluarse de forma individualizada, apostando por tratamientos como la mesoterapia capilar o fórmulas magistrales adaptadas a cada paciente”, recomienda Tapia Soriano.
Acudir al especialista
Para evitar factores que agraven la alopecia, los especialistas aconsejan evitar productos agresivos como gominas, lacas o espumas, así como peinados tirantes que dañen la fibra capilar. Aunque no se puede prevenir la aparición de la alopecia androgénica, sí es posible ralentizar su evolución y reducir su impacto con una combinación de tratamientos médicos, una buena alimentación y hábitos saludables.
Entre las recomendaciones del equipo médico destaca mantener una dieta rica en proteínas, hierro, zinc, biotina, ácidos grasos y vitaminas del grupo B. También aconsejan lavar el cabello a diario con agua fría y champús suaves, libres de sulfatos y parabenos, además de secarlo al aire siempre que sea posible.
“Ante cualquier signo de adelgazamiento, pérdida de densidad o cambios en el patrón capilar, lo más importante es acudir a un especialista cuanto antes para valorar el diagnóstico y el tratamiento más adecuado”, concluye el doctor Tarighpeyma.