
Sara Montiel, en una de sus intervenciones en televisión.
Sara Montiel y el arte de saber contar una misma anécdota en televisión una y otra vez como si fuese nueva
El documental ‘Súper Sara’ recoge cómo contó en numerosas ocasiones que ella le hizo huevos fritos a Marlon Brando.
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La serie documental Súper Sara, estrenada la pasada semana en la plataforma Max, reivindica como hasta ahora no se había hecho la figura de Sara Montiel. Valeria Vegas, su directora, se encarga de jugar con el tiempo y las diferentes facetas de la artista manchega para dibujarnos un nuevo rompecabezas de cómo fue su vida, delante y detrás de las cámaras.
Con esta obra queda algo claro. Y es que Sara era magnética, embrujaba a la cámara con su mirada, y ya te podía hacer alcanzar el séptimo cielo si te dedicabas a escucharla. Ella podía ser presentadora o invitada en televisión sin problema, y siempre regalaba sus historias, en muchas ocasiones, inverosímiles.
Podría decirse que Sara Montiel cultivó el género de la autoficción como pocas personas han sabido hacerlo, pero con un don muy particular. Podía contarte la misma historia una y otra vez, con todo lujo de detalles, como si estuviese pasando delante de sus narices en ese momento.
Ya podía tratarse de cómo James Dean la invitó a dar una vuelta en su coche el mismo día que tuvo su accidente mortal (“seguramente hubiese ido yo en el coche y me hubiese matado también”) o de que tuvo de limpiadora a Barbra Streisand, y quedó prendada de su voz,
Súper Sara no entra a juzgar ni a desmentir a Saritísima. Recupera algunos fragmentos de sus entrevistas, y luego, algunos participantes, reconocen que preferían creer todo lo que ella dijera, aunque fuese imposible que los hechos sucediesen tal cual los narraba.

Sara Montiel, en una imagen de archivo.
En ese sentido, destacan sus aventuras en aviones. Como la vez que un avión cayó al mar, y ella rompió la ventanilla y salió buceando, sin saber, por el mero instinto de vivir. O la ocasión en la que iba volando junto a Jackie Kennedy y la ventanilla se rompió, y ella taponó el agujero con su equipaje, salvando a la viuda de JFK.
Sin embargo, lo más divertido del primer capítulo de Súper Sara es la anécdota que da título al episodio, los huevos fritos. Y es que ella contó en numerosas ocasiones cómo invitó a Marlon Brando a comer huevos fritos con su toque manchego.
Ella se ofreció con mucho gusto a cocinar a la estrella de Hollywood. Su sorpresa fue que un día el propio Brando se plantó en la puerta de su casa dispuesto a probar semejante manjar. Su relato queda montado a través de cinco entrevistas diferentes, en las que contaba lo mismo, con el mismo detalle, y una frase de un año podía enganchar fácilmente con un corte de otra entrevista.
Finalmente, Sara le cocinó huevos, con puntilla, que era su secreto, y Brando se puso las botas con ese plato que ella, más tarde, hasta Sara recrearía ante la cámara, al más puro estilo Arguiñano, para enseñar cómo se tienen que hacer las cosas. El secreto: su puntilla imprescindible.

Ana Obregón en 'El Hormiguero'.
Saber contar la misma historia en televisión una y otra vez, y que siempre parezca que se está vendiendo algo antiguo como nuevo es un arte que está al alcance de muy pocas personas. Pero escuchar sus batallitas, aunque repetidas, siempre era un gusto.
Lo mismo se puede decir de otras estrellas que todavía están entre nosotros. Como Ana Obregón y la paella verde que le hizo a Steven Spielberg, que tampoco nos cansaremos nunca de escucharla. Lo ha contado en En tu casa o en la mía, en El musical de tu vida, en El Hormiguero, en MasterChef, en Ven a cenar conmigo: Gourmet Edition y más espacios que nos dejaremos en el tintero.
La ya casi leyenda cuenta que Ana conoció al director de E.T. en casa de Julio Iglesias, y que Spielberg le dijo que le gustaba España, el flamenco y la paella. Y ella se ofreció a hacerle un arroz, sin tener ni idea de cómo se cocinaba. Llamó a su madre, que le dictó por teléfono los pasos, y el resultado fue un desastre, pero Spielberg se lo comió.
Las andanzas de Ana en Hollywood, en general, también son cosas que ha narrado hasta la saciedad en televisión, y se podría hacer un montaje de diferentes vídeos al más puro estilo Súper Sara. Como cuando trabajó en El Equipo A, y para besar a George Peppard le hicieron “las pruebas del sida”. O la vez que la detuvieron en Sunset Boulevard por confundirla con una mujer que hacía la calle, cuando en realidad estaba vestida para un casting.
La lista de anécdotas contadas en bucle en televisión podría continuar con Jaime Peñafiel contando que comió carne humana en la coronación de Bokassa, Emperador de África Central. Con Massiel narrando su aventura en Eurovisión. Y, así, tantos otros.

El presentador Bertín Osborne.
A veces, esas anécdotas que se cuentan en bucle se pueden volver contra su autor. Y esto bien lo sabe Bertín Osborne, quien, durante años, contaba con mucha naturalidad que él ganó el Festival de Sanremo.
Como demostró BLUPER en su momento, Bertín no ganó su edición, en el cada vez más lejano 1983, sino que quedó en la posición 14. En otra ocasión diría que se llevó el premio de la crítica, que tampoco. Y, finalmente, tuvo que aclarar que ganó el premio a la mejor voz, aportando como prueba una publicidad de su casa discográfica de la época.
“Decir que es mentira (que ganó San Remo) es faltar a la verdad, intoxicar, o querer hacer daño dejándome por mentiroso cuando solo hice un comentario de lo que ocurrió hace 34 años”, llegaría a compartir en sus redes sociales en 2017 al respecto. Quizá si hubiese contado mejor que él salvó a Jackie Kennedy en un avión. Ante eso, nadie hubiese sido capaz de contradecirle.