
Mikel Erentxun. Foto: Jokin Fernández
Mikel Erentxun celebra los 40 de Duncan Dhu: "Los Beatles son mi mayor influencia, pero de pequeño quería ser Elvis"
El músico donostiarra se embarca en solitario en una extensa gira para repasar el repertorio de la mítica banda de las ‘Cien gaviotas’, incluyendo un doblete en Noches del Botánico en junio.
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“Esto no es Duncan Dhu; es Mikel Erentxun tocando las canciones de Duncan Dhu”, avisa el músico donostiarra al otro lado del teléfono. Se acaba de embarcar en una gira con la que celebra el 40.º aniversario de la banda que fundó en los años 80 junto a Dievo Vasallo y Juanra Viles y que legó a la historia del pop-rock español canciones inolvidables —y todavía muy vivas, como demuestran sus cientos de millones de reproducciones en plataformas digitales— como Cien gaviotas, En algún lugar o Una calle de París.
“He aparcado completamente mi repertorio para embarcarme en esta aventura, que ha ido creciendo. Yo planeaba dar 10 o 12 conciertos y ahora mismo tenemos ya casi 50 conciertos programados para este año, y seguramente el año que viene seguiremos”, explica Erentxun. “La gente no ha olvidado el legado de Duncan Dhu”.
En estos conciertos Erentxun se sube al escenario junto a su banda actual casi al completo: Rubén Caballero en la guitarra; Mikel Azpiroz, a los teclados; Fernando Neira en el bajo y Karlos Arancegui en la batería. Este viernes estuvo en Valencia, el 7 de junio tocará en Zaragoza, el 10 y 11 de junio hará doblete en las Noches del Botánico de Madrid y después vendrán Tenerife, Lleida, Illescas, Gijón, Caldas de Reis, Granada, Coruña, Málaga, Santander, Marbella, Sitges... “En algunos festivales nos anuncian como Duncan Dhu. Yo más no puedo hacer”, se disculpa.
Juanra Viles, hoy concejal de San Sebastián por el PNV, abandonó la banda poco después de alcanzar la cima de su éxito, por discrepancias que recordaremos durante la entrevista. Diego Vasallo y Mikel Erentxun continuaron como dúo. En 2001 tomaron caminos musicales separados, en 2013 volvieron a unirse y en 2016 disolvieron la banda definitivamente. “Diego no ha querido participar en esta gira porque está muy centrado en su carrera y en su nuevo disco. Además, no le apetecía porque es más radical y no le gusta nada mirar hacia atrás, pero le pareció muy bien que lo hiciese yo”, aclara.
A pesar de las diferencias que los separaron musicalmente, los tres mantienen una buena relación cuatro décadas después. “Con Diego tengo mucha relación, es como mi hermano. tenemos la sana costumbre de cenar casi todas las semanas con nuestras mujeres y lo pasamos muy bien hablando de todo menos de Duncan Dhu: de cine, de series, de literatura, de discos… Cuando nos separamos en el año 2000 fue de mutuo acuerdo, los dos teníamos clarísimo que no queríamos convertirnos en una caricatura y que era lo mejor para el grupo. 14 años después nos juntamos de nuevo porque nos apeteció. Ahora no ha surgido, pero podría surgir en un futuro”. Con Viles también mantiene el contacto. “Juanra es muy fan, viene a todos mis conciertos y nos vemos con bastante frecuencia”, asegura.
"No es un karaoke de éxitos. También hemos rescatado canciones olvidadas y algunas que nunca habíamos tocado en directo"
Sobre este repaso al repertorio de Duncan Dhu, afirma: “Está siendo un ejercicio de nostalgia muy divertido, pero no es un simple karaoke de éxitos. También hemos rescatado canciones olvidadas y algunas que nunca habíamos tocado en directo”. Es el caso de las canciones de Crepúsculo, el último disco de la banda, que no llegó a tener gira. A muchas de las canciones les ha dado “un lavado de cara” para llevárselas a su terreno.
Pregunta. En sus comienzos, Duncan Dhu era un grupo de rockabilly acústico. Tenían una canción dedicada a Elvis, 1954, y además versionaban en directo algunas de sus canciones. ¿Diría que es el músico que más ha influido en su carrera?
Respuesta. Elvis fue el detonante, el responsable de que cogiera una guitarra. De pequeño quería ser él. En mis primeros grupos solo tocábamos temas suyos, y cuando conocí a Diego le pasaba exactamente igual. Pero mi mayor influencia en estos 40 años de carrera han sido los Beatles, y con los años se sumó una tercera pata que es Bob Dylan.
P. ¿Qué otros músicos han sido referentes a la hora de crear su propia música?
R. Además de esos tres gigantes, me gustan mucho los cantautores americanos contemporáneos: Ryan Adams, Wilco, toda esa corriente americana con un poso clásico pero moderno. Y en España admiro mucho a gente como Quique González, Ángel Stanich, Iván Ferreiro, Bunbury, Amaral… artistas con una sensibilidad muy afín a la mía.

Mikel Erentxun durante su concierto en el festival Actual de Logroño, el pasado 2 de enero. Foto: Jokin Fernández
P. ¿Cómo se produjo la evolución de Duncan Dhu desde aquel sonido rockabilly hacia un pop-rock más contemporáneo? ¿Lo pidió la discográfica o fue cosa vuestra?
R. Afortunadamente firmamos con GASA, que era un sello muy pequeñito, y eso nos dio una libertad brutal. Luego pasamos a DRO y finalmente a Warner, no porque cambiáramos de compañía, sino porque estas iban siendo adquiridas por otras más grandes, pero siempre mantuvimos relación con los mismos directivos. Dicho esto, sí es cierto que tanto Diego como yo éramos muy inquietos y queríamos evolucionar. En poco tiempo descubrimos muchas cosas nuevas que nos gustaban. Una de las razones por las que Duncan Dhu pasó de trío a dúo fue precisamente esa: Juanra, que era el tercer miembro, estaba muy anclado en ese espíritu rockabilly inicial y nosotros queríamos abrir caminos más amplios. Así que en muy poco tiempo pasamos de hacer discos muy homogéneos a otros muy dispares. Creo que eso nos hizo distintos a lo que se escuchaba entonces y por eso conectamos. Aunque también te digo que el éxito llegó demasiado pronto, y tuvimos que aprender a manejarlo.
P. Su primer gran éxito fue Cien gaviotas. ¿Recuerda cómo fue el proceso de composición? ¿Eran conscientes de tener una obra maestra entre manos?
R. Para nada. Al principio yo llevaba la voz cantante, pero enseguida Diego se mostró como un gran compositor. De hecho, en el segundo disco ya había más canciones suyas que mías. Cien gaviotas es puramente suya. Fue nuestro primer éxito, aunque con el tiempo se ha convertido en una canción mítica. Curiosamente, no fue nuestro primer número uno —ese honor lo tuvo Jardín de rosas— pero sí fue la canción que nos abrió muchas puertas.
P. Y en el tercer disco estaba En algún lugar, otra canción histórica. ¿Cómo fue aquello?
R. Ese disco ya lo hicimos siendo un grupo de éxito, con más presupuesto y un estudio grande. Y la verdad es que no nos sentó bien. Fue el único momento en el que sentimos que perdíamos las riendas de nuestra carrera, abrumados por las expectativas. El productor [Paco Trinidad, al que no menciona] nos impuso músicos de sesión para grabar las bases, y eso no nos gustó nada. No volvimos a trabajar con él. Sin embargo, de ese disco salió En algún lugar, que ha sido nuestra canción más universal, número uno en varios países de Latinoamérica. Fue un poco agridulce: un disco que no me encanta pero que contiene algunas joyas.
P. ¿Cómo era el panorama musical de Donosti en aquellos años 80?
R. Era muy complicado. Nosotros somos de Donosti, pero nos fuimos a Madrid y triunfamos allí antes que en casa. En Euskadi, el rock radical vasco lo copaba todo y no había mucho espacio para un grupo en castellano haciendo rockabilly. Nos costó triunfar aquí. Aunque sí había bandas más afines, como La Dama Se Esconde o 21 Japonesas. Siempre ha habido un hueco para propuestas distintas.
P. Eran años convulsos en el País Vasco, en pleno apogeo de la violencia terrorista. ¿Cómo lo recuerda? ¿La música servía para evadirse?
R. Fueron años durísimos, mucha violencia física y dialéctica. No sé si la música servía para evadirse, pero desde luego Duncan Dhu evitó siempre meterse en política en las canciones. Eso no significa que no opináramos en entrevistas. Pero preferíamos que nuestras canciones fueran por otros caminos. Crecimos en ese ambiente, era lo que había.
P. ¿De dónde venía su pasión por Escocia? El nombre Duncan Dhu es de un personaje escocés de un libro de Stevenson y hacían referencias en sus letras a ese país.
R. Aquello venía de mi amor por la literatura clásica de aventuras. Me encantaban Stevenson, Dickens… Y de una de esas novelas saqué el nombre. Cuando conocí a Diego, descubrimos que compartíamos esa fascinación por los paisajes románticos del siglo XIX, los acantilados escoceses y los mares del sur. A eso le sumamos nuestra devoción por el rock and roll de los años 50 y salió esa mezcla imposible pero muy atractiva que nos dio identidad propia.

Mikel Erentxun y su banda durante un concierto de la gira por el 40.º aniversario de Duncan Dhu. Foto: Jokin Fernández
P. Dio un concierto en Navidad de 2023 en el bar Altxerri, uno de los primeros sitios donde tocó Duncan Dhu. ¿Qué significó ese lugar para usted?
R. Mucho. Es un sitio mágico, donde dimos nuestros primeros conciertos. Me llamaron para despedirlo antes de su cierre y montamos un concierto improvisado. El técnico lo grabó sin decirnos nada y cuando me lo pasó, me encantó. Lo editamos en vinilo. Fue una noche muy especial.
P. ¿Ha visto cerrar muchos bares y salas pequeñas? ¿Cómo ha cambiado la escena de la música en directo? ¿Se han perdido las salas en favor de los macrofestivales?
R. Sí, he visto cerrar muchas salas en estos años. También he tocado en sitios infames, con condiciones precarias, con micrófonos que daban calambrazos... Ahora se cuidan más esos detalles. Pero es cierto que hay pocas salas pequeñas programando. En Donosti, por ejemplo, queda el Dabadaba y poco más. En cuanto a los festivales, no soy muy fan. Este año haré varios, pero no es mi hábitat natural. Se repiten mucho los carteles y llegará un momento en que saturen. Me gustan más las salas de 500 a 1000 personas, donde ves las caras del público.
"Me encantaría un apagón digital mundial, pero hoy si no tienes redes sociales no existes"
P. ¿De qué otras maneras ha cambiado la industria en estos 40 años?
R. De forma brutal. Cuando empezamos, todo era vinilo y casete. Luego llegó el CD, Internet, las descargas ilegales y el streaming. Todo ha ido a peor, salvo el directo, que es lo único que mantiene viva la industria. Ahora nadie vende discos suficientes para vivir de eso. Hay que subirse al escenario.
P. Las redes sociales hoy son imprescindibles. ¿Cómo se lleva con ellas?
R. Me manejo porque no me queda otra, pero no me gustan. Me encantaría un apagón digital mundial y volver al mundo analógico. Instagram me resulta un poco más llevadero porque es visual y puedes buscarle un punto artístico. Pero hoy si no tienes redes, no existes.
P. En la Expo 92 Duncan Dhu dio el concierto más multitudinario de la historia del pop español, con 120.000 personas. ¿Eso se ha superado?
R. No lo sé, pero aquello fue increíble. Desde el escenario no se veía el final, solo hasta donde alcanzaban los focos. Una locura.
P. Al principio se fueron a Madrid con una maqueta para llamar a las puertas de las discográficas. ¿Cómo fue aquello?
R. Como una película de Alfredo Landa. Íbamos con una sola cinta de casete. En DRO nos dijeron que la dejáramos y contestamos: “No, que solo tenemos esta”. La secretaria, Chusa, nos hizo una copia de casete a casete mientras escuchaba. En el tercer tema fue a buscar a su jefe y nos ficharon. A Chusa le debemos mucho.
P. El año pasado sacó un disco navideño. ¿En eso también se parece a Elvis?
R. Sí, los primeros discos que escuché de Elvis eran navideños y siempre quise hacer uno. Con Paco Loco lo había comentado mil veces y el año pasado, aprovechando que estaba con la gira de Septiembre y que este año venía el aniversario de Duncan Dhu, lo vi claro. Grabamos en junio, decoramos el estudio con árbol y luces. Es un disco conceptual, pensado para sonar durante un mes al año, pero del que estoy muy orgulloso.
P. Es indiscutible que tiene una de las mejores voces del pop y rock español. ¿Recibió clases o es autodidacta?
R. Autodidacta total. Nunca recibí clases ni de canto ni de música. Toco varios instrumentos —bajo, batería, guitarra, piano— todos mal, pero lo suficiente como para defender mis canciones. Me gusta cómo las toco yo.