
El compositor Manuel Alejandro en su casa de Alcobendas
Manuel Alejandro: "Julio Iglesias era un romántico, Raphael un histriónico y Rocío Jurado, todo poderío"
El compositor jerezano acaba de publicar sus memorias y este miércoles interpretará una antología de su cancionero en el Teatro Albéniz de Madrid.
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Pocos podrán 'presumir' de que artistas de la estatura de Rocío Jurado y Raphael se hayan peleado por una canción suya. Es el caso de Manuel Alejandro (Jerez de la Frontera, 1932), el autor a la sombra de muchas de las composiciones de amor más emocionantes –y versionadas– de nuestra lengua.
Procuro olvidarte, Lo siento mi amor, Yo soy aquel, Si amanece, A que no te vas, Se nos rompió el amor, Soy rebelde, Frente a frente o Voy a perder la cabeza por tu amor son algunas de las joyas esculpidas con esmerado refinamiento por el genio jerezano, tan modesto que prefiere ser considerado un "escribidor de canciones".
La canción de la discordia era Como yo te amo, escrita inicialmente para que "la más grande" elevara los versos descollantes –"Te amo con la fuerza de los mares", "con el ímpetu del viento", "con mi alma y con mi carne", "de una forma sobrehumana…"– con su arrebatadora personalidad artística: la profundidad de su cante apasionado, la textura de su voz inimitable, la emoción en cada pasaje.

Amén del desencuentro, del que se darán pertinentes detalles en la entrevista que sigue, esta fue una de tantas canciones que escribió para su segunda esposa, Purificación Casas, el amor de su vida. Fallecida en 2021, figura como autora –bajo el seudónimo de Ana Magdalena– en gran parte de sus composiciones. "Los derechos de autor son de quien los firma y yo quise compartir todo con mi mujer desde el primer momento", dice a El Cultural en su casa, donde nos recibe sentado al piano, preparando el recital de este miércoles en el Teatro Albéniz de Madrid (20:30 horas).
"Siempre canté a mi mujer porque siempre la vi perdida. Nunca consideré que era mía, no me merecía tanta hermosura. Así que la quería tener hasta en lo que escribía", relata el maestro en susurros, con la voz pendiendo de un hilo, como un contador de historias alrededor del fuego.

El compositor Manuel Alejandro en su casa de Alcobendas, junto a su piano.
El cancionero de Manuel Alejandro hunde sus raíces en los también lejanos años de su infancia. Hijo de Germán A. Beigbeder, uno de los más reputados compositores de clásica en la España del siglo XX, no encontró un destino profesional debido a un accidente que le dejaría para siempre el codo maltrecho, pero el músico en ciernes que era entonces había crecido escuchando el cante jondo de los gitanos –Terremoto, El Torta, más tarde José Mercé…–, reunidos de madrugada, al término de las labores del campo, en las corralas de la jerezana calle La Merced.
"Aquellas trágicas y tan humanas y elementales letrillas" calaron hondo en la sensibilidad del autor de Manuela, tal y como relata en sus memorias, Vibraciones y elucubraciones de un escribidor de canciones, publicadas recientemente por Ediciones B. Desde entonces, ha escrito piezas que, por su narratividad, "podrían pasar por secuencias de novela", admite.

Ajeno a las academias y a los círculos intelectuales, consagró su arte a la canción melódica o ligera –popular, al fin y acabo– de versos sencillos pero difícilmente sustituibles. "Cuanto más naturales, más bonitos", asegura. A partir de esta premisa, hizo los más bellos "trajes a medida", como él gusta de llamarlos, a los artistas más grandes del momento.
Pregunta. ¿De qué le ha servido escribir este libro?
Respuesta. La editorial me dijo que me iban a poner alguien para que escribiera mis memorias. Y yo dije que no, que no, que prefería escribirlas yo. Ahora podrá venir otro a escribirlas, pero yo ya he dicho mi verdad, esa verdad tan simple que he plasmado ahí.
P. La verdad es que en España no se le ha reconocido tanto como en América. Así lo hace saber en este libro. ¿Protestó también entonces?
R. Sí, claro, pero era una cuestión de supervivencia. Había que seguir tocando el piano para comer, amigo... Yo he tenido que tocar canciones de otros en sitios medio a oscuras [en el Picnic de la calle Ballesta en Madrid, un local al que acudían prostitutas, chaperos y militares de la base de Torrejón de Ardoz a comienzos de los años 60]. Me ganaba la vida, pero nadie me hacía caso. Escribía canciones y luego las grababa y nadie me las ponía. Eso era tremendo. Ahí sí me quejaba, pero a grito pelado.
»Después los comentaristas de la radio, que eran verdaderamente quienes movían los discos, desechaban las canciones de aquí. Tal vez porque acabábamos de salir de la dictadura y querían aires nuevos, pero no es verdad, porque también desterraron la música francesa y la italiana. Solamente se quedó la anglosajona. Incluso los dirigentes de las grandes compañías se casaban con inglesas, debía ser una desgracia casarse con una española. Nos tenían como anticuados, así que la mayoría de los grupos españoles se ponían a imitar a los Rolling, los Beatles… Aunque casi ninguno supiera hacerlo, quedaba muy bien escribir con aires de música inglesa.
"Siempre canté a mi mujer porque siempre la vi perdida. Nunca consideré que era mía, no me merecía tanta hermosura"
P. Al comienzo de su carrera, llegaban a sus manos las mejores canciones melódicas que se estaban haciendo en Europa, las cuales tradujo al español en aquella editorial para la que trabajaba.
R. Hoy ya no se hace eso, pero entonces era normal que los grandes divos interpretaran sus canciones en distintos idiomas. Estuve dos años escribiendo y traduciendo todos los días del inglés, del francés, del italiano, del griego… Adaptando y midiendo cada palabra, el sentido del verso... eso te da una gran experiencia. Yo firmaba un contrato por el cual se me pagaba la adaptación para que no saliera mi nombre.
P. Y cuando su firma empezó a figurar en las canciones que hoy todos conocemos, tampoco se solía citar su nombre.
R. Al autor no le hicieron caso nunca. Había presentadores de discos y comentaristas con muy mala preparación, niñatos que empezaban muy eufóricos y se sabían todas las canciones de Pink Floyd, pero les estorbaban las nuestras. Cuando una canción mía era número 1 en Los 40 principales, que hubo varias, nunca decían mi nombre.
»Por cierto, hay una canción que todos me atribuyen, Mi gran noche, y en realidad mío es solo el arreglo, la orquestación de la grabación. La adaptación de la letra, francesa en la versión original, es de Rafael de León. Tampoco es mía Como una ola [Pablo Herrero y José Luis Armenteros son los autores]. Yo me he acercado al mar con Rocío Jurado para que se masturbara, la canción se llama Amores a solas [se refiere, figuradamente, al contenido de la letra: "Mi mente volando, mis manos que juegan…"]. Con Rocío Jurado y el mar no he tenido otro contacto.
"Cuando una canción mía era número 1 en Los 40 principales, nunca decían mi nombre"
P. Vamos a esas colaboraciones: con Julio Iglesias, Raphael, Rocío Jurado, Jeanette, Nino Bravo, Isabel Pantoja, Luis Miguel… ¿Cómo ha sido vivir en segundo plano, detrás de artistas que son tan reconocidos por canciones suyas?
R. En realidad, he sido toda la vida muy feliz, es ahora cuando no me siento en mi salsa. Eso de que me reconozca la gente por ahí me sienta fatal, no estoy acostumbrado. Yo he sido de acompañar al mercado a mi mujer, de hacer todo en la calle y ahora veo que ya me ponen miradas. Lo mismo que para las actuaciones: las hago y las quiero hacer, y gustan mucho. Por ejemplo, la del Teatro Real [abril de 2022] o la de Jerez, más pequeña, en mi tierra. Pero yo no estoy hecho con el cuajo que debe tener un actor, un cantante o una persona que se sube a un escenario, que debe de tener un ángel, una ductilidad que yo tengo.
P. ¿Cómo eran esos momentos en los que se acercaba a la situación sentimental o el estado de ánimo de sus intérpretes?
R. No es lo mismo escribir una canción a un cantante que escribir una canción propia porque estás inspirado. Te obligas a que sea algo que la gente espera de esa canción. Entre el escribidor de canciones y el cantante debe haber un enamoramiento. Un amor que si lo rebasas, como ocurre en los matrimonios, se rompe de tanto usarlo y terminan por no respetarse. Por eso se separan los matrimonios, porque se conocen demasiado bien.
»Yo estoy con los cantantes, los veo actuar y espero a ver cómo reacciona el público. Y lo que veo lo dibujo. Además, luego coincide todo el mundo. Julio era un romántico, Raphael un histriónico, Rocío Jurado todo poderío… Por eso la llaman la más grande, porque era un cañón total. Cada cual es una cosa.
"Yo me imaginaba mis canciones en las alturas y a veces me las han dejado en los sótanos"
P. ¿Y tiene el recuerdo de alguna canción que haya sido elevada por un intérprete a mayores dimensiones que las que tenía originalmente?
R. No, más bien tengo recuerdos de lo contrario [risas].
P. Entonces sí esperaba mucho de sus canciones.
R. Naturalmente, yo me las imaginaba en las alturas y muchas veces me las han dejado en los sótanos.

Fotografía de Rocío Jurado y Manuel Alejandro.
P. Por cierto, Procuro olvidarte fue escrita para un desconocido, pero es una canción autobiográfica. Se imaginó, nada menos, cómo sería separarse de su mujer.
R. Es cierto. La canción se la escribí a una persona que yo no conocía de nada ni como cantante ni como persona sea [el cantautor nicaragüense Hernaldo Zúñiga]. Luego se escriben historias por ahí, pero la verdad es que un 70-80% de mis canciones las he hecho pensando en una historia de mi mujer y mía. Eso es lo que me ponía.
P. Por ejemplo, Como yo te amo también remite a una circunstancia personal.
R. Por supuesto. Y en la última que le escribí a Alejandro Sanz, Y ya te quería, yo le quería decir a mi mujer que no solamente la amaba con la fuerza de los mares, sino que la amaba con esa fuerza desde antes de que naciera la nada.
"A Rocío Jurado le sentó mal que Raphael grabara antes 'Como yo te amo', pero lo hizo con buena intención"
P. ¿Recuerda cómo fue la discusión de Raphael y Rocío Jurado por Como yo te amo?
R. A Rocío Jurado le sentó mal que Raphael la grabara antes, pero Raphael lo hizo con buena intención, porque sabía que todas las canciones de Rocío Jurado se las grababan en América antes de que ella llegara. Que, por cierto, no llegaba casi nunca, porque tuvo una vida muy corta allí.
»En realidad, todas las canciones mías y de mi mujer se han grabado en América casi al día siguiente. Hay muchas canciones que se conocen allí, por cantantes como Lupita D'Alessio y Manoella Torres, mucho antes de que las grabara Rocío. En las listas de Spotify hay muchas de esas versiones anteriores.
P. ¿Intervino en la reconciliación?
R. No. Yo lo único que le dije a Rocío es que la comprendía perfectamente porque era una pena que se la pisara Raphael. Lo cierto es que la canción se la escribí a Rocío en su tono. Y lo que hizo Raphael fue versionarla con el mismo arreglo, aunque de otro músico, y la dio a conocer.
"Un cantante no es importante por la cantidad de seguidores. Hoy siguen a una canción por casualidad millones de personas"
P. También es muy divertida la anécdota de cuando Julio Iglesias le pregunta si cree que va a llegar a la altura de Raphael. Vistas sus carreras con perspectiva, ¿quién cree que ha sido más importante: Raphael o Julio Iglesias?
R. Bueno, un cantante no es importante por la cantidad de seguidores. Hoy se está viendo que siguen a una canción por casualidad millones y millones de personas. Los dos han llegado al máximo que podían llegar. Las grandes estrellas como estos dos son personas con un sentido del deber tremendo. Raphael se lo merece y Julio también. Y eso que cuenta de los ligues y tal… Mentira. Es una fotografía para que se vea que va bien el negocio. Cenábamos y al rato se iba a la cama. Y nosotros, los bohemios, nos quedábamos hasta las 2 de la mañana con la copa [risas].
P. La industria ahora tiene otras dinámicas. En medio de este maremágnum de músicas de todos los estilos y todas las geografías, quizás sea el flamenco el único género nuestro que sobrevive a esta "invasión".
R. Creo que la invasión de ahora es totalmente hispanoamericana. Sin embargo, nosotros estamos entrando en las listas norteamericanas. Yo mismo me he metido con una canción de Selena Gómez, que hace una versión de El muchacho de los ojos tristes, que yo escribí para Jeanette. ¡Y tiene millones de escuchas!

Manuel Alejandro en el jardín de su casa de Alcobendas
P. Fantástico, ¿no? Eso le vendrá muy bien por los derechos de autor, aunque en su libro viene a decir que de tantos clics se benefician, esencialmente, las plataformas, y que los que son solo autores, no intérpretes, tienen muy difícil rascar algo.
R. Bueno, es que ahora eso de pedirle los anticipos a la nube… [risas]. No me gusta mucho. Prefiero ir a la ventanilla de la Sociedad de Autores. Pero bueno, sobre eso habría mucho de qué hablar. De todos modos, no estoy capacitado ya para eso, mis cosas las llevan mis hijas desde hace varios años.
P. En todo caso, con la progresiva extinción del cedé acaba también la idea de álbum como síntesis de un momento concreto de la vida del artista.
R. Desde luego, cuando tienes asumido el sentido de la composición, es muy diferente componer una canción que saber que vas a escribir doce canciones. Ahí debe haber un desarrollo.
P. Por último, ¿cómo será el recital de este miércoles en el Teatro Albéniz?
R. Estaré solo ante el peligro. Quiero quitar ruidos, que sea una cosa íntima, como si estuviéramos todos en mi estudio, y que mi estudio sea una cabaña, y en la cabaña hace frío y tenemos una chimenea encendida y la gente me pregunta por una canción y por la otra. A partir de la primera canción, Les voy a contar mi vida, he dibujado una historia, la vida amorosa de una persona que puedes ser tú o puedo ser yo. Pero en este caso está más próxima a mí, que es a quien más conozco.