El ministro Cuerpo quiere mejorar la “Marca España” para que nuestras empresas mejoren su imagen exterior. Se trata de vender fuera; exportar. Una estrategia comercial nacional.
Hay un sector que vende fuera y cobra dentro del país: el turismo. No es el único sector que lo hace. El sector sanitario, por ejemplo, también lo hace.
Lo hace Houston en la Texas de EEUU. Como lo hacen algunas empresas sanitarias españolas; desde el Hospital de la Universidad de Navarra, que atiende a todo tipo de enfermos extranjeros, pasando por Hospitales públicos, a la “SHA Wellness Clinic” de la provincia de Alicante.
En esa “exportación interna” hay un sector que empieza a destacar en España. La enseñanza universitaria superior. La presidenta de la Comunidad de Madrid lo ha visto y quiere convertir Madrid en un “hub” de enseñanza universitaria mundial en idiomas castellano e inglés.
Madrid va camino de ello gracias al esfuerzo universitario público y privado. En la facultad de turismo de la Complutense cada año hay más estudiantes extranjeros en sus másteres.
En la universidad IE muchos grados están repletos de sudamericanos, en el MIM (Master in Management) del IESE hay más de quince nacionalidades. En muchas universidades madrileñas el número de extranjeros es creciente.
Toda España es capaz de hacer una oferta universitaria de calidad
Toda España es capaz de hacer una oferta universitaria de calidad. Nuestras ingenierías están a nivel mundial, las Escuelas de Negocio aparecen en los primeros puestos de los rankings mundiales, las facultades de medicina son excepcionales en investigación y en docencia …
Nuestros graduados y postgrados (masters, especialidades y doctorados) tienen nivel mundial. Ahora también en inglés, el idioma franco de los negocios y la academia.
Es una riqueza impresionante que hay que aprovechar para “venderla” a extranjero, cobrándola en el país. Máxime cuando en un plazo pequeño tendremos más capacidad universitaria que demanda interna.
Nuestra demografía produce pocos estudiantes, pero el mundo, en particular la América hispana, está dispuesto a suministrárnoslos.
Hace tiempo que Inglaterra lo descubrió. Alrededor de sus ciudades sigue habiendo polígonos industriales. En ellos sigue habiendo construcciones, almacenes y fábricas.
Pero dentro no hay máquinas, hay aulas. Los operarios de antes son profesores y sus productos son alumnos.
Muchos estudiantes después vuelven a su país llevándose las tecnologías y los contactos británicos; cuando hacen un negocio con el exterior tienden a su alma mater, es decir, a UK. Algunos se quedan allí, los mejores.
Una inmigración de calidad. Lo mismo ocurre en EEUU. El inglés es un gran valor para estos países.
Nuestras universidades deben ampliarse, coordinándose entre el sector público y el privado. Su cooperación mejorará la investigación
España por su idioma y posición tiene una gran potencialidad en este sector. Una oportunidad que no podemos perder.
Sin embargo, el ministerio de universidades parece dispuesto a complicarle la vida al sector.
Un sector que crea puestos de trabajo de valor, salarios razonables, e I+D+i.
Nuestras universidades deben ampliarse, coordinándose entre el sector público y el privado. Su cooperación mejorará la investigación. El I+D+i real de la universidad exige libertad. El alma de la universidad es la libertad y la libertad es diversidad y competencia.
Es el compromiso que el ministro Cuerpo debe conseguir de la ministra Morant.
Convencer a los que mandan en el ministerio de universidades que pueden ser la punta de lanza de una España importante, lejos del grito de Unamuno: ¡Qué inventen ellos!
El ministerio cree que con más exigencias regulatorias tendremos más calidad ¡Equivocación!
Entre la regulación y la libertad con competencia como sistemas para mejorar la calidad, el ministerio opta por la primera, cuando la historia ha demostrado que la regulación conduce a la mediocridad; y la libertad con competencia a la excelencia. Es verdad que la libertad tiene sus riesgos; pero sin riesgos no hay éxito.
Ayuso, la presidenta madrileña, lo sabe. Por eso opta por la libertad y la competencia en su nueva ley universitaria frente al decretazo del Gobierno Sánchez.
Si algunos rectores de la pública piensan que el decretazo les defenderá, deben recordar que en el siglo XIX la decadencia española tenía por lema el grito de “vivan las cadenas”.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.