Lo ha dicho hasta el Gobernador del Banco de España (BdE), el exministro José Luis Escrivá. El proceso de la opa de BBVA sobre Sabadell está siendo inconvenientemente largo. Aunque las primeras conversaciones son de 2022, la operación se inició oficialmente el 24 de mayo ¡Hace más de un año! Y aún parece que quedan meses para su ejecución.
El Consejo del Banco de Sabadell ha utilizado todas las técnicas de los viejos abogados procesalistas. Así el proceso se alarga y se alarga. Pero como dice el refrán castellano: “Justicia tardía no es Justicia”.
Para el BBVA la operación se ha convertido en una prueba de resistencia. De un lado, el consejo de administración del BBVA dispuesto a utilizar su artillería financiera y los organismos reguladores europeos y la propia CNMC española.
En el otro lado, el consejo de administración del Banco de Sabadell con el apoyo de partidos independentistas catalanes, el PSC y el Gobierno.
A los únicos que no se les está dando participación es a los que de verdad deberían tomar la decisión: los accionistas en el mercado bursátil.
Los accionistas individuales deben ser conscientes de que el juego se está realizando al margen de sus derechos como propietarios
Cuando el Banco Sabadell decidió contar con aliados políticos en la defensa de su posición, renunció a la racionalidad económica de la operación.
La política tiene una racionalidad específica y, como diría un expresidente español, también distante de la racionalidad económica. Si rigen los criterios políticos, los económicos quedan a su merced.
Por tanto, los accionistas individuales deben ser conscientes de que el juego se está realizando al margen de sus derechos como propietarios. Y ni siquiera los consejos de administración pueden sustituirlos en su decisión.
Hasta ahora, la historia de la opa de BBVA sobre Sabadell ha sido la de un juego político ajeno a los intereses de los accionistas.
La historia de la opa de BBVA sobre Sabadell ha sido la de un juego político ajeno a los intereses de los accionistas
Conociendo la personalidad del BBVA, sus orígenes vascos y su seriedad en los negocios. Es posible que, como dice el adagio castellano, opten por “sostenella y no enmendalla”. No seré yo quien les eche en cara nada. Plantar cara al Gobierno es meritorio en un país que se inclina más a ser vasallo que ciudadano.
En todo caso, el juego no parece aún acabado ¿Estarán las instancias económicas europeas de acuerdo con las condiciones que quiere imponer un gobierno entrometido? ¿Una manipulación que deja la verdadera fusión a tres años vista?
Ya veremos. Lo que sí podemos es tomar nota de que en la España y la Europa del siglo XXI la intromisión de la política en la economía es un hecho. Un hecho no precisamente eficaz.
Todos los expertos acusan a Europa de exceso de regulación. Su economía se halla encorsetada por reglas que los eurócratas y los burócratas nacionales desarrollan con fruición.
¿Estarán las instancias económicas europeas de acuerdo con las condiciones que quiere imponer un gobierno entrometido?
Da la impresión de que los políticos europeos y nacionales, animados por los eurócratas y los burócratas de cada país, disfrutan creando leyes, directrices, normas y transposiciones nacionales que erosionan la creatividad e iniciativa económica e interviniendo en la economía.
No todas las regulaciones son dañinas. Algunas son necesarias: las que desregulan las normas nacionales o las que armonizan Europa hacia esa desregulación. Pero el resto... bien haría la presidenta Von der Leyen animando a la Comisión de desregulación económica para que la economía europea respire a sus anchas, lejos del actual marasmo regulatorio que la oprime.
En todo caso, el tratamiento de la opa de BBVA sobre Sabadell pasará a los anales de la economía como el caso de la “opa de nunca acabar”.
¿Qué otro agente económico se va a atrever a tomar iniciativas disruptivas? ¿Cómo va a florecer en Europa el empresario schumpeteriano de la destrucción creativa? Nuestros agentes económicos están cohibidos ante una Administración dirigida por políticos propicios a intervenir.
Algo ineficaz y peligroso. Más aún, cuando, como hemos visto, son administraciones con el peligro de que haya serias infiltraciones de corrupción.
Así se mata la creación, porque si hay algo que destruya la innovación es el exceso de regulación, que, además, propicia la corrupción. Sobre todo, cuando los políticos que están en el poder tienen que responder a los intereses del status quo pueblerino de quienes los mantienen en el sitio.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.