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Salud

Sevilla ya registra noches que rozan los 20 grados: cómo combatir la dificultad para dormir asociada al calor

El cuerpo humano está diseñado para seguir un ciclo circadiano, es decir, un reloj biológico que regula procesos fisiológicos durante 24 horas.

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Cuando las temperaturas suben, dormir bien se convierte en un desafío para muchas personas. Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Sevilla ya registra mínimas cercanas a los 20 grados, un ascenso térmico propio de esta época del año, aunque algo más tardío de lo habitual en este 2025.

El calor activa el sistema nervioso y provoca despertares”, señala la doctora Patricia Rodríguez-Rubio Cortadellas, neurofisióloga del Hospital Vithas Sevilla. La sudoración, la vasodilatación y la sensación general de incomodidad son señales de que el cuerpo está intentando autorregularse.

En otras palabras, cuando hace calor, el organismo se pone en marcha para refrescarse, lo que, paradójicamente, interrumpe el sueño.

El cuerpo humano está diseñado para seguir un ciclo circadiano, es decir, un reloj biológico que regula procesos fisiológicos durante 24 horas. Uno de esos procesos es la regulación de la temperatura corporal.

“De día, tenemos más temperatura corporal que por la noche”, explica la doctora. Cuando cae la noche, el organismo se prepara para dormir bajando gradualmente su temperatura.

Este descenso térmico está íntimamente ligado a la segregación de melatonina, una hormona que no solo induce el sueño, sino que también contribuye a esa bajada térmica. “Cuando sube la melatonina en sangre, nos va bajando la temperatura y baja también la actividad metabólica”, añade la especialista de Vithas.

Esa bajada puede suponer entre medio grado y un grado centígrado a lo largo de la noche. Si no se consigue mantener esa disminución, el cuerpo interpreta que no está en las condiciones idóneas para descansar y se despierta.

Es decir, el calor interrumpe ese mecanismo natural de enfriamiento, dificultando no solo conciliar el sueño, sino también mantenerlo.

¿Quién lo sufre más?

Hay perfiles más propensos a sufrir estos despertares térmicos. “Las personas con sobrepeso u obesidad, o aquellas con un metabolismo más activo, tienden a tener más dificultades para dormir bien cuando hace calor”, indica Rodríguez-Rubio.

Del mismo modo, quienes realizan ejercicio físico poco antes de acostarse también pueden notar que les cuesta más quedarse dormidos. El motivo es que el cuerpo necesita tiempo para enfriarse y volver a un estado de reposo.

“Aunque te duches y te refresques, tu temperatura interna puede seguir alta. La piel se enfría, pero por dentro sigues caliente”, advierte.

Lo mismo ocurre con las comidas copiosas o ingeridas justo antes de acostarse. La digestión activa el metabolismo y, con ello, la temperatura corporal, lo que complica aún más el descanso en noches cálidas.

Ese es el motivo por el que los expertos recomiendan no comer ni hacer ejercicio en las dos horas previas a irse a la cama.

Consejos para dormir mejor

La clave está en crear un entorno propicio y adecuado para el sueño. “Hay que mantener la habitación lo más fresca posible”, insiste la neurofisióloga.

Para lograrlo, se pueden utilizar ventiladores o aire acondicionado (siempre que no apunten directamente al cuerpo), mantener las persianas bajadas durante el día para evitar el recalentamiento de la estancia y ventilar cuando bajen las temperaturas.

Respecto a la ropa para dormir, la doctora aconseja tejidos naturales y transpirables como el algodón o el lino. “Incluso dormir desnudo puede ser beneficioso si ayuda a mantener el cuerpo más fresco”, apunta.

¿Melatonina para dormir?

Aunque la melatonina es una hormona que regula el ciclo sueño-vigilia, su uso como suplemento no está indicado de forma generalizada para las noches calurosas. “No hace falta tomar melatonina por unos días de calor”, aclara la especialista.

“Está pensada para personas con dificultades crónicas para dormir, no como solución puntual a las altas temperaturas”, insiste.

En definitiva, dormir bien en verano no depende de fármacos, sino de seguir una adecuada higiene del sueño: mantener una rutina estable, evitar cenas pesadas y ejercicio intenso antes de acostarse, y procurar un ambiente fresco y tranquilo.

La base de un buen descanso está en llegar cansado a la cama, pero con el cuerpo preparado para relajarse. Si no bajamos la temperatura corporal, no dormiremos bien, por mucho sueño que tengamos”, concluye Rodríguez-Rubio.