
Carlos Alcaraz, durante el partido de octavos ante Shelton. Reuters
La madurez de Carlos Alcaraz en los momentos difíciles, el mejor síntoma en el camino hacia la final de Roland Garros
Los problemas del murciano para "arrasar" a sus rivales en las primeras rondas como sí ha logrado Jannik Sinner elevan el favoritismo del italiano, pero su reacción en los momentos difíciles ante rivales como Ben Shelton son también el mejor entrenamiento para vencerlo.
Más información: Alcaraz se lleva un disputado duelo de pura 'next generation' ante Shelton y avanza a cuartos de final de Roland Garros
Pasada la primera semana de Roland Garros, llega la hora de la verdad de todo Grand Slam. En cuartos de final, ya no hay tiempo para pruebas y cada detalle marca la diferencia. Importa el presente, pero también las sensaciones de cara a los futuros rivales.
El sorteo dibujó una trayectoria muy diferente para los dos cabezas de serie: aparentemente fácil para Carlos Alcaraz y endiablada para Jannik Sinner. Todo lo contrario.
Aunque aún le queda medirse a los huesos de su lado del cuadro, Sinner ha ido de paliza en paliza (no ha cedido ni un set) y Alcaraz ha sufrido, ya sea por desconexiones (3ª ronda ante Džumhur) o por el nivelazo de Ben Shelton en cuartos.
En el mundo del tenis, las cábalas ya están escritas. Si Sinner está a este nivel y Alcaraz suda en cada partido, el favorito ha de ser el número uno.
Más allá de eso, lo cierto es que las inesperadas dificultades que está atravesando Alcaraz no solo no significan que su nivel no esté siendo muy óptimo, sino que reflejan aspectos muy prometedores.
Sinner llegaba a París con las dudas sobre su estado físico y su ritmo después de los tres meses que pasó sin competir por sanción en plena temporada de tierra batida.
En el Masters 1000 de Roma, el italiano voló hasta la final, pero allí se le vieron las costuras ante un Alcaraz más en forma. Era lo normal.
Del mismo modo que el paso de los partidos sirve a Sinner para coger confianza, ponerse a punto y retomar su contacto con la pista, para el murciano, cada dificultad es un test que lo prepara para lo que se viene.
Si las dudas sobre su nivel recaen más en el apartado mental, ya sea por su falta de madurez, su inconsistencia en según qué momentos o su capacidad para autodestruirse con errores impropios, su participación en París refleja una versión más madura.
Después de su pájara en tercera ronda ante el bosnio Džumhur, Alcaraz supo rehacerse para no complicarse el partido y ganarlo en cuatro sets tras tres horas de partido, igual que con Shelton.

Alcaraz y Shelton se felicitan por un punto. Reuters
El partido de octavos de final ante Ben Shelton fue una prueba aún más difícil, pero que refrenda esta idea todavía más. Más desgaste, sí, pero también más callo.
El estadounidense completó el partido de su vida pese a perder en cuatro sets (7-6, 6-3, 4-6 y 6-4) y puso a Alcaraz en serios aprietos.
Pero en los momentos decisivos, el murciano exhibió todo aquello cuya ausencia se suele criticar.
Cuando el margen de error era mínimo, ya sea en el tie-break, en las bolas de rotura del rival o cuando Shelton estaba más crecido, Alcaraz resistió hercúleamente y se llevó los puntos decisivos.
El estadounidense regaló una exhibición de potencia en el saque y en cada golpeo. Shelton ganó en el duelo de raquetazos, pero Alcaraz, lo hizo en el de tenis.

Alcaraz y Shelton se felicitan al finalizar el partido. Reuters
El partido fue pura next generation. Una rivalidad bien entendida, tenis desenfadado, puntos estéticos y más vértigo que cálculo.
El primer set estuvo marcado por la igualdad. Ninguno logró romper al otro y en el tie-break Alcaraz salvó los muebles por pura competitividad. Eso que dicen que le falta.
El segundo set se lo llevó sin apuros, pero el tercero fue para Shelton, que nunca le bajó la cara a un partido que se alargó hasta las 3 horas y 20 minutos.
En contraposición, Sinner le pegó una paliza al checo Lehecka en su anterior partido en hora y media. Ganó el 70% de los puntos y solo cedió tres juegos.
Pero más allá de las estadísticas, la sensación es que Alcaraz, ya desde Roma, está mostrando una madurez y un temple en su juego que, aunados con su talento natural, le hacen un tenista más ganador.
Si Roger Federer, Rafa Nadal y Novak Djokovic han llegado a donde han llegado, no es solo por talento. De eso tiene Alcaraz. Su éxito se basa en que también jugaban con la mente.

El número uno del ranking ATP, Jannik Sinner. Reuters
Para que el murciano repita su título del año pasado ante este Sinner y un Novak Djokovic alejado del favoritismo pero dispuesto a un último baile, ha de refrendar eso en los próximos partidos.
Otro estadounidense, Tommy Paul, le espera en cuartos. Los tenistas del país norteamericano están en un buen momento y tratan de reconciliarse con la arcilla tras décadas de dominio europeo.
Para avanzar de ronda, Sinner se las ve este lunes con el ruso Rublev, que le ganó su último partido.
Después de tres meses de sanción, Sinner ganó todos sus partidos en Roma menos la final. Ya en cuartos de París, el campeón del Open de Australia suma diecisiete partidos consecutivos en Grand Slam.
Todo apunta a que habrá la final esperada en Roland Garros, aunque el deporte es sinónimo de sorpresa.
Por si las moscas, la mejor manera de prepararse para vencer a una versión cíborg de Sinner es seguir apostando por la misma fórmula: aprender a resistir en la cuerda floja.