
Pablo Chaves y Fernando Delgado-Hierro interpretan a dos amigos de la infancia en 'Las apariciones'. Foto: Bárbara Sánchez Palomero
'Las apariciones', una reflexión sobre el futuro que nos espera
Juan Ceacero dirige en el María Guerrero esta obra, continuación de Los Remedios,protagonizada por Pablo Chaves y Fernando Delgado-Hierro,
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Hay que retrotraerse a 2019 para encontrar el origen de Las apariciones. Aquel año, La_Compañía exlímite creó Los Remedios, la historia de dos amigos de la infancia, Fernando y Pablo, que se juntaban para tratar de buscar sus raíces y entenderse a partir del contexto social que forjó su identidad.
Dirigida por Juan Ceacero, escrita e interpretada por Fernando Delgado-Hierro, a quien acompañaba en el escenario Pablo Chaves, de aquella experiencia surgió esta otra que ahora el mismo tándem estrena en el Teatro María Guerrero, hasta el 15 de junio.
“Nació como una reacción a aquella obra”, cuenta el dramaturgo a El Cultural. “Mientras la realizaba empecé a imaginar la posibilidad de una estructura parecida, pero en la que se repitieran hacia adelante cosas que sucedían en esa función. Es decir, que si de pronto en Los Remedios aparecían nuestras madres, pues en Las apariciones lo hiciera una hija que aún no existía”.
Se trataba de una vuelta a aquellos dos personajes, de una inversión en la perspectiva. “En vez de preguntarnos sobre cómo hemos llegado a ser lo que somos, habiendo nacido y vivido en el barrio Los Remedios, lo que hacemos es pensar en cómo va a ser nuestra vida, qué futuro es el que nos espera”, comenta Ceacero.
Inevitablemente surgió entonces el espectro de la muerte, tema central de la obra. “En Los Remedios estaban los cuerpos ancianos también de nuestros abuelos, y aquí imaginamos el cuerpo propio, a partir de la vejez de uno mismo”, explica su autor.
“Es un viaje un poco oscuro, donde se condesan algunos demonios, pero también muy lúdico". Juan Ceacero
En ese sentido, el cuerpo es un vehículo que permite imaginar y encarnar posibles vidas. “Y lo que aparece curiosamente –tercia Ceacero–, más allá de los sueños y los anhelos, son los miedos. El futuro tiene como destino la propia desaparición, el dejar de ser, el final de determinadas relaciones personales, la pérdida de la madre o del padre, o del amor, pero también la propia pérdida, cómo el cuerpo viaja hacia su descomposición”.
Entre cortinas verdes, regresan ahora sobre una escenografía muy envolvente, con un toque onírico, lynchiano, realizada por el tercero en discordia –Chaves–, que simula un espacio ambiguo, a partir de un pasillo de entrada central, que bien podría ser una sala de espera o una funeraria.
“¿Cómo se hace para vivir bien?” o, simplemente, “¿cómo se hace para vivir?”, se pregunta Delgado-Hierro entonces. Entre esos interrogantes, Las apariciones reflexiona sobre los vínculos y la soledad. “Lo que te ata y te conecta con el mundo, todo lo que uno piensa si durará o se acabará o cómo se hace para sostenerlo bien”. Pero también sobre el propio teatro como tema en sí.
En general, “hay algo en este espectáculo fantasioso en el sentido de una elaboración donde se condensan los pequeños demonios, con lo cual es un viaje un poco oscuro, pero al mismo tiempo muy lúdico”, comenta el director que, desde la puesta en escena, trata “de impulsar la idea de que esta obra se padece, no se hace”.
Aquí, alcontrario que en Los Remedios, donde trabajaban a partir de recuerdos, no se tiene el control sobre la historia “sino que al acercarte a lugares ignotos es mucho más sufrido”. “Al final es un ñaque, en el sentido clásico de un juego de dos actores que interpretan muchos personajes, donde cada uno va haciendo de personas de la vida del otro, y hay todo un ejercicio de vodevil, de entradas, salidas y transformaciones”