María León es Nora en 'Casa de muñecas'. Foto: Pedro Gato

María León es Nora en 'Casa de muñecas'. Foto: Pedro Gato

Teatro

María León cierra la puerta de la 'Casa de muñecas', el clásico de Ibsen

Eduardo Galán y Lautaro Perotti presentan su versión actualizada de la obra en el Fernán Gómez, con la actriz en el papel protagonista.

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De la escena hay que saber irse y nadie lo hace como Nora Helmer. Escrita en 1879 –y estrenada en diciembre de ese mismo año–, Casa de muñecas es, sin duda, el título más popular de Henrik Ibsen, “su obra cumbre” en palabras de Eduardo Galán (Madrid, 1967), entre otras cosas, “por atreverse en su tiempo a presentar la difícil decisión de su protagonista como una decisión necesaria”.

Siempre el ser o no ser. La obra es un icono en el nacimiento de la independencia de la mujer. A finales del siglo XIX no se puede hablar de feminismo, pero sí de posiciones que defienden la independencia de la mujer para tomar decisiones vitales y para incorporarse al mundo laboral no solo desde situaciones económicas de marginación”, comenta a El Cultural el dramaturgo que, junto al director de escena Lautaro Perotti, es el encargado de la nueva y actualizada versión del clásico que pasará por el Teatro Fernán Gómez hasta el 22 de junio.

“Ejemplo de mujer independiente de finales del XIX fue Emilia Pardo Bazán, quien, tras separarse de su marido, mantuvo a sus tres hijos con el fruto de su trabajo”. 

Es cierto, Noras hay muchas, también en la ficción. Y es que si la novela realista de siglo XIX presentó por primera vez a la mujer como protagonista literaria –Madame Bovary, Anna Karénina, La Regenta o Fortunata y Jacinta–, comenta, “Ibsen también nos presenta a Nora, la madre de tres hijos que toma la difícil decisión de abandonar a su familia por sentirse totalmente humillada y por la necesidad de ser ella misma”.

Algo que solo puede ocurrir desde su absoluta independencia. “Desde entonces –continúa– la relación hombre-mujer ha sufrido diferentes estados a lo largo de la historia y también en nuestra literatura. Este conflicto sigue estando presente en pleno siglo XXI”.

Es por ello que, quizás, Casa de muñecasse preste tan bien a dialogar con el presente. “La sociedad no es la misma, el lugar de la mujer ha cambiado pero, sin embargo, la obra tiene una vigencia absoluta y nos sigue haciendo pensar y reflexionar”, comenta, por su parte Perotti.

Trasladada a la época actual, Casa de muñecas nos cuenta la historia de un matrimonio que, ante el inminente ascenso laboral de su marido, y la visita de una amiga de la infancia –Cristina Linde–, se ve puesto a prueba por tensiones ocultas que destaparán algunos conflictos, relacionados con la desigualdad de género y la presión social. “La fuerza del conflicto va paulatinamente conduciendo a la destrucción de la pareja. Esa reflexión es durísima”, destaca Galán.

De izquierda a derecha, Pepa Gracia, Santi Marín, María León y Alejandro Bruni en 'Casa de muñecas'. Foto: Pedro Gato

De izquierda a derecha, Pepa Gracia, Santi Marín, María León y Alejandro Bruni en 'Casa de muñecas'. Foto: Pedro Gato

Es la primera vez que el dramaturgo –que ha versionado y adaptado anteriormente una veintena de piezas– descontextualiza la obra de su época y la sitúa en el aquí y el ahora. “Y esto es porque necesitaba profundizar en el conflicto de la pareja”, explica.

¿Por qué puede una pareja actual de treinta o cuarenta y tantos años romper, si descartamos la infidelidad? ¿Cuál es el principal o más habitual enfrentamiento en una pareja de hoy?, se cuestiona. “En mi opinión, es la conciliación. Mientras que el hombre suele centrarse en su trabajo, la mujer encuentra más dificultades para poder nivelar trabajo y familia. Esta situación de desequilibrio me parecía la que podría acercarnos a nuestro presente”.

“En la obra, la fuerza del conflicto va paulatinamente conduciendo a la destrucción de la pareja. Esa reflexión es durísima”. Eduardo Galán.

Respetuoso con la estructura y los conflictos del original, Galán ha incidido en algo que apuntaba Ibsen y que permite entender el hartazgo deNora. “No solo es su marido quien no la respeta, sino que también le faltan al respeto el doctor Rank (amigo de la pareja) y su amiga Cristina. En mi versión esto se ve con mayor claridad”, comenta sobre esta adaptación en la que ha procurado, además, agilizar el ritmo recortando la extensión –a noventa minutos– y reduciendo los largos parlamentos del original a diálogos “más picados y rápidos”.

Varias estructuras minimalistas y geométricas sobre el escenario, diseñado por Lua Quiroga, hacen las veces de esta especie de ‘casa de muñecas’, en que se convierte la vida de su conmovedora protagonista.

María León, que regresa al teatro de la mano de este enorme y maravilloso personaje femenino, recoge el testigo de tantas y tantas Noras fuera y dentro de los escenarios. Antes que ella lofueron también Amparo Larrañaga, Aitana Sánchez-Gijón, Julieta Serrano, Silvia Marsó o Amparo Baró. La sevillana lidera un elenco compuesto por Patxi Freytez (Oscar), Pepa Gracia (Cristina Linde), Santi Marín (Osvaldo Helmer) y Alejandro Bruni (Doctor Rank).

Más allá de esa búsqueda de independencia y desarrollo personal de sus personajes, Casa de muñecas, añade Galán, “trata el tema del enfrentamiento entre una mentira consoladora y una verdad trágica. ¿Es preferible vivir en una mentira que nos da paz o es mejor vivir en la verdad que nos conduce al dolor? Estos pensamientos influyeron en los autores de la época y en otros posteriores, por ejemplo, Miguel de Unamuno”, señala.

Y es que, como apunta Perotti, otro punto interesante de esta historia es que “quizás los grandes clásicos como este nos permiten bucear en nosotros mismos, en nuestras miserias, prejuicios y miedos, en nuestros mandatos sociales: todas aquellas cosas que nos condicionan en el día a día”.

Al revisitar la obra uno se sigue encontrando con cuestiones como: “¿Nora defiende el lugar de la mujer en la sociedad? ¿Se enfrenta a su marido o se enfrenta a ella misma? Estas preguntas nos obligan a reflexionar sobre nosotros mismos, y quizás nos permitan, como a ella, dar un portazo a todo aquello que se esperaba de nosotros para descubrir con libertad quienes realmente somos o queremos ser”. El eco de esa puerta aún resuena, al menos, en los teatros.