
María José Talavera, senior director de España y Portugal en VMware.
Por más apocalíptico que suene el título, no deja de ser un 'deja vu', el fin de un ciclo que ocurre, según escuché a un historiador, aproximadamente cada 250 años. Y dado el año que cursa y que supuestamente el ciclo en el que nos encontramos empezó con la revolución industrial allá por el 1800, tendrá su fin en 2050.
Para ese entonces, buena parte de los que estamos leyendo este periódico habremos sobrepasado los 60, 70, 80 años.
No me malinterpreten, sé muy bien la edad que tendré para entonces, si es que la vida me sigue acompañando, pero al margen de ciclos o eras, la vanidad femenina o masculina será hoja perenne en este paisaje cambiante que es la humanidad.
Por cierto, la vanidad no está nombrada porque sí, tiene mucho que ver en los fines y comienzos de ciclo. Así como perennes serán los cambios y variables los centros geográficos de poder. ¿Fue la Europa descrita por Charles Dickens, en su maravilloso retrato de la revolución industrial llamado Oliver Twist, el comienzo de esta era?
Esa Europa fue el comienzo de una hegemonía geográfica, que dudosamente terminará ciclo en el mismo lugar. Pero no seamos catastrofistas, muy europeo por cierto este sentimiento, no todo está determinado ni perdido del todo.
Las adquisiciones empresariales se hacen por tres motivos fundamentales: compras propiedad intelectual, compras mercado o compras capital humano. Veo muchas similitudes con las fortalezas que hacen que determinados países/regiones se erijan en un poder hegemónico.
En un mercado global donde nos encontramos, ¿Cómo de competitivos somos? ¿Qué tenemos que ofrecer y qué tenemos que dar? ¿Tiene más poder el que tiene algo que dar o el gran consumidor de ese algo?
Ciñéndome al terreno de la tecnología, campo al que le debo toda mi carrera profesional, he de reconocer que la batalla de la propiedad intelectual la hemos perdido, no somos punta de lanza, es un hecho, reconozcámoslo y dejémonos de paripés.
Recuperar terreno en ese ámbito es costoso en tiempo y en dinero. No se invirtió ni a tiempo, ni sabiamente. En las instituciones europeas estaban a otras partidas, legislar y regular siempre es divertido y da de comer a muchos que de otra manera pasarían hambre. Y vaya por delante que la regulación, sin llegar al extremo de por asfixia crear mercados paralelos, es éticamente necesaria. No me malinterpreten, esto no va de Wild West.
Como mercado somos lo que somos, para sobrevivir tenemos que vender a otros, llámense asiáticos o americanos (sí, Oceanía queda un poco lejos y África está necesitada de ayuda en origen, más que de que les vendamos y ya de paso que no les explotemos si es posible).
Pero como mercado también consumimos, y mucho. Según la ley de la oferta y la demanda, todo se corrige y la necesidad va a la baja cuando el precio aumenta y al contrario. Por cierto, el aceite de oliva está en su mejor momento. ¡Compren!
¿Tenemos capital humano para sobrevivir en esa lucha, no sé si tanto por el liderazgo de la nueva Era como por la no subyugación en la misma? Pues yo creo que sí. Invirtamos en capital humano, siguen siendo las personas y no las máquinas las que crean, entre otras cosas crean máquinas inteligentes.
Querida Educación, la partida sólo la puedes ganar tú.
¡Por Dios! Una reforma del sistema educativo desde preescolar a la universidad. No tenemos tierras raras, ni petróleo, ni gas, pero tenemos un capital intelectual y humano que desarrollar. Y muchos olivos.
***María José Talavera es senior director de España y Portugal en VMware.