Mientras seguimos debatiendo si el trabajo del futuro será híbrido, presencial o remoto, una transformación más profunda ya está en marcha: el trabajo ya es mixto. No porque combinemos oficina y casa, sino porque colaboramos activamente con inteligencias artificiales (IA).​

En esta nueva realidad, las herramientas de IA no solo automatizan tareas, sino que generan conocimiento, aprenden del contexto y ofrecen alternativas. Pero la pregunta clave no es qué hacen, sino qué hacemos nosotros con lo que ellas generan.​

La IA no viene a sustituir, sino a ampliar, no es automatización, es aumentación. Nos libera de lo repetitivo y nos invita a ir más allá. A crear, a decidir mejor, a pensar con mayor profundidad. Pero este nuevo entorno exige habilidades distintas: saber preguntar, interpretar, sintetizar, combinar datos con emociones y lógica con ética. Más allá de la inteligencia matemática o lógica, la combinación de todas ellas: emocional, relacional, interpersonal, intrapersonal, creativa, contextual y añadiría existencial que no pueden ser programadas.​

Los nuevos equipos aumentados integran perfiles humanos y digitales. Una diseñadora y su asistente generativo. Un abogado con IA predictiva. Un cirujano asistido por visión artificial. En todos estos casos, la tecnología no actúa sola: la colaboración requiere interpretación humana.​

Este modelo mixto redefine qué es talento y qué es trabajo. Ya no se trata de hacer más, sino de hacer mejor, con más criterio y más impacto. En lo que he definido como el índice de Talento Interior Bruto como el potencial de crecimiento en base al talento en una economía aumentada, el conocimiento ya no es exclusivo de los humanos, pero el sentido del conocimiento sí lo es.​

Aquí entra en juego un nuevo tipo de liderazgo: el liderazgo aumentado, pero con valores. No es el que más sabe de tecnología, sino el que sabe integrarla sin perder el propósito. Que no se deja deslumbrar por los algoritmos, sino que los interroga desde los valores.​

Este liderazgo diseña entornos de trabajo donde humanos e IAs se potencian mutuamente. Fomenta el pensamiento crítico, garantiza la transparencia y protege la diversidad. Porque sabe que, sin ética, no hay innovación que valga la pena.​ Un líder aumentado es quien mantiene al humano en el centro. No como un objeto o consumidor, sino como el nodo ético, emocional y creativo del sistema. Sabe que el talento no es solo técnico, sino moral. Que dirigir en esta nueva era no es solo optimizar recursos, sino guiar con visión, coraje y propósito compartido.​

Como propone el concepto de Talento Interior Bruto, el valor del trabajo futuro no se medirá solo por su eficiencia, sino por la capacidad de combinar inteligencias distintas: lógica, emocional, relacional, tecnológica. Saber trabajar con la IA, sin ceder el juicio, será tan importante como saber programar y el valor está en combinar inteligencias

Las organizaciones más resilientes no serán las más digitalizadas, sino las que sepan tejer lo humano y lo artificial con sentido. Que comprendan que el conocimiento ya no será solo nuestro, pero que el impacto seguirá dependiendo de nuestra capacidad de interpretación, empatía y acción ética.​

El trabajo mixto no es una tendencia, es un cambio de paradigma. Exige nuevas métricas, nuevos liderazgos y nuevas formas de educación. Requiere personas capaces de diseñar con la máquina y, a la vez, mirar más allá del algoritmo. Porque en un mundo cada vez más automatizado, la ventaja no será saber más, sino saber mejor.​

El futuro no lo escribirán solos los modelos generativos ni los sistemas expertos. Lo escribiremos juntos, humanos y máquinas, pero solo si quienes lideran saben hacerlo desde el valor y no solo desde el dato porque el futuro ya no se trabaja, se interpreta.

PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, trepas, troyanos y trolls y rodearos de SINERGENTES que siempre suman aptitudes, equipo y valores.

*** Áurea Rodríguez es experta en estrategia de innovación.