
Reunión entre negociadores ucranianos y rusos en Estambul.
Putin sabotea la mesa de paz con Ucrania a la espera de que Trump abandone a Zelenski y le facilite la invasión del país
Después de una frenética semana de diplomacia, la reunión de Estambul ha quedado en un acuerdo para intercambiar prisioneros de guerra y poco más.
Más información: Ucrania y Rusia acuerdan el intercambio de 2.000 prisioneros de guerra en su primer encuentro desde 2022
Como era de prever, las conversaciones de paz de Estambul entre Rusia y Ucrania han acabado en prácticamente nada. Lo único en lo que se han puesto de acuerdo ambas delegaciones tras menos de dos horas de reunión -dos horas para tres años y pico de guerra- es en un masivo intercambio de prisioneros, el mayor desde el inicio del conflicto. Ucrania insiste en la necesidad de un alto el fuego previo a una negociación seria y solicita que dicha negociación se haga al más alto nivel, es decir, que involucre a Vladimir Putin y a Volodimir Zelenski. Rusia dice que lo consultará con la almohada.
Todo lo que ha rodeado a esta reunión ha sido un auténtico despropósito: la semana pasada, los líderes europeos se sumaban a la propuesta de Trump de un alto el fuego incondicional de treinta días para después empezar negociaciones y Putin contraatacaba solicitando un encuentro inmediato para dar comienzo ya a esas conversaciones. Trump se puso de su lado públicamente y “exigió” a Zelenski que se sumara a la propuesta. Tampoco hacía falta: el líder ucraniano ya había decidido que estaría donde hiciera falta para discutir lo que fuera preciso.
Es cierto que buena parte de esa decisión de Zelenski tenía truco: él ya intuía que Putin no se iba a presentar. Primero, porque el presidente ruso evita toda situación incómoda y cuando viaja fuera de Rusia solo lo hace a países donde su seguridad está más que garantizada como Corea del Norte, Bielorrusia o China. Segundo, porque el Kremlin ha repetido numerosas veces que Zelenski es un líder ilegítimo porque no convoca unas elecciones que la propia constitución ucraniana le impide convocar.
En otras palabras, todo ha sido, de nuevo, un inmenso teatro: Trump y Europa piden una tregua sin capacidad alguna para imponerla, Putin la sustituye por una negociación directa que después sabotea y Zelenski confía en que su presencia ponga en evidencia la enorme hipocresía que rodea a este proceso. Incluso Marco Rubio, secretario de estado norteamericano, que viajó a Estambul junto al ubicuo Steve Witkoff, acabó abandonando el Palacio Presidencial antes de que empezaran las negociaciones.
La “inocencia” de Trump y la “malicia” de Putin
En definitiva, que casi cuatro meses después de la llegada del “pacificador” Donald Trump a la Casa Blanca, la situación es exactamente la que era con Joe Biden. Y así seguirá siéndolo hasta que Putin no cambie de opinión. El asunto es que Trump piensa que él puede hacerle recapacitar mientras su antecesor y el resto de aliados europeos ya tenían muy claro que Putin es un fanático que no mira más allá de sus intereses y que está dispuesto a cualquier cosa para conseguirlos, sea invadir países vecinos, envenenar adversarios políticos o tirar por la ventana a empresarios molestos.
Con todo, si Trump piensa que puede influir en Putin, más piensa Putin que puede influir en Trump. Desde su elección el pasado mes de noviembre, toda la prensa rusa se ha volcado en repetir el mismo mensaje: ahora, Estados Unidos hará lo que queramos. Tampoco sería justo decir que llevan razón. Trump se ha mostrado hostil con Zelenski y lisonjero con Putin. Ha criticado innecesariamente a Ucrania y ha elogiado en demasía a un autócrata sanguinario. Dicho esto, también ha firmado un importantísimo acuerdo comercial con Kiev y poco a poco parece estar en mayor sintonía con sus aliados europeos.
Ahora bien, donde Biden insistía en la derrota de Rusia -por cierto que fuera que nunca puso todo el empeño necesario en ello-, Trump duda. Y en esas dudas, Putin se crece. Su idea es lanzar una nueva ofensiva este verano, así que todo lo que diga ahora mismo sobre negociaciones de paz es absurdo y falso. Además, cuenta con Trump para su “guerra de atrición”. A Rusia no le importa que el conflicto se alargue y se alargue y se alargue. Piensa que conforme más tiempo pase, mayor será su ventaja.
Los mitos de Rusia, a prueba
¿Es eso cierto? No tiene por qué. Todo parte de asunciones no probadas. También se decía que Kiev iba a caer en veinticuatro horas y el resto del país se derrumbaría en poco más de una semana. Se asume que Rusia es todopoderosa, pero la realidad parece apuntar lo contrario. Ni siquiera con la ayuda declarada de Irán y Corea del Norte -dos países que saben algo de armamento y belicismo- y la tácita de China, Rusia ha conseguido avanzar significativamente desde los primeros meses de la guerra. Son ya tres años prácticamente en las mismas posiciones del frente.
Putin piensa que Occidente se olvidará de Ucrania como pensaba en invierno de 2022 que Europa no iba a renunciar a su calefacción central con gas ruso por defender la libertad en el este del continente. Ahora, da por hecho que Trump no va a vender más municiones ni más armas a Zelenski y que, poco a poco, Ucrania se quedará sin efectivos en las trincheras. Hay que insistir en que no hay nada que haga pensar que esto vaya a ser así.

Volodímir Zelenski se reunió este viernes con Keir Starmer, Emmanuel Macron, Friedrich Merz y Donald Tusk durante la Cumbre de la Comunidad Política Europea este viernes en Tirana (Albania). Reuters
Es más, desde el inicio de la guerra, Ucrania se ha convertido en una auténtica potencia militar. No solo por las ayudas ajenas, sino por la fabricación de recursos propios y la adaptación táctica a la guerra del siglo XXI, algo que ya estaba ahí antes de que llegara el primer Leopard o el primer HIMARS a Kiev. Ucrania es capaz de crear y utilizar drones de una precisión asombrosa que pueden llegar hasta Moscú sin ser detectados. Tiene tecnología suficiente para fabricar sus propios misiles balísticos y solo depende de Occidente en cuestiones de inteligencia y defensa antiaérea.
¿Hay problemas de munición, de equipamiento y de hombres? Por supuesto. Es una guerra, no un videojuego. También los tiene Rusia y apelar a su demografía para otorgarles un favoritismo es absurdo: un ejército es algo más que un montón de hombres dispuestos a matar y a morir. Es coordinación, es entrenamiento, es formación… y eso requiere tiempo, no solo número.
Incluso si Trump retirara la ayuda estadounidense -y qué sentido tendría hacerlo para entregar al Kremlin los minerales de las tierras raras que va a explotar al cincuenta por ciento con Ucrania-, Rusia tardaría años en conseguir el derrumbe ucraniano. Si Putin no quiere darse cuenta, es problema suyo. Que no nos demos cuenta los demás sería mucho más preocupante.