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Salud

Los médicos de Sevilla se unen a la huelga contra el Ministerio por sus jornadas "inhumanas": "Lideramos la tasa de suicidios"

“Hay estudios que equiparan trabajar más de doce horas en sanidad con estar ebrio. Y aún así lo siguen permitiendo”, protesta una médica sevillana.

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Los médicos sevillanos secundan la huelga general de médicos prevista para el 23 de mayo que ha sido pospuesta al 13 de junio. El motivo: el Ministerio de Sanidad envió un primer borrador de propuestas con apenas 48 horas de antelación.

Un margen que los sindicatos —la Confederación Española de Sindicatos Médicos (CESM) y el Sindicato Médico Andaluz (SMA)— consideran insuficiente para analizar el documento y plantear una contrapropuesta. Si no hay avances antes del 13 de junio, la huelga será inevitable.

Mientras, los facultativos siguen denunciando unas condiciones laborales que califican de "inhumanas". Natalia (un pseudónimo solicitado por la fuente), médica sevillana, atiende tanto en atención primaria como en urgencias hospitalarias. “La mayor tasa de suicidios se da entre médicos”, resume sin rodeos.

Su jornada ordinaria, que desarrolla en el C.S. Campo de las Beatas, en Alcalá de Guadaíra, es de 8:00 a 15:00. Pero ahí no termina el día. A esa franja se le suman las llamadas “jornadas complementarias”, que en realidad son guardias obligatorias que ejecuta en el Hospital Virgen de Valme. 

“Empiezan a las tres de la tarde y terminan a las ocho de la mañana del día siguiente. Es decir, trabajas 24 horas seguidas entre semana”, matiza.

Y lo peor, dice, no es solo el desgaste, sino el precio del mismo. “No se paga como horas extra”, denuncia. Rafael Ojeda, presidente del Sindicato Médico Andaluz, lo confirma: esas horas “se abonan a veintitantos euros”. “Un precio irrisorio”, zanja la doctora.

Los fines de semana, el panorama es aún más insólito: las 24 horas de guardia son completamente “complementarias”, lo que significa que ni siquiera son objeto de cotización. La propuesta de la ministra de Sanidad, Mónica García, de reducir estas jornadas de 24 a 17 horas tampoco convence. “Sigue siendo inhumano”, repite Natalia.

Presión asistencial

A esa sobrecarga se suma una presión asistencial constante. “En los centros de salud nos dan ocho minutos por paciente”, explica. La realidad es que nadie entra y sale en ocho minutos, y menos tras haber esperado semanas por una cita. "No puedo echar a una persona que lleva semanas esperando a ser atendida", zanja.

Vamos corriendo todo el día, sin tiempo para pensar ni para diagnosticar con claridad”, insiste. Las consecuencias las sufren los pacientes y también los propios profesionales.

“No paramos. No tenemos tiempo de ir al baño o de beber agua. Muchas médicas terminan con infecciones de orina”. Comer también se convierte en un acto de suerte: “Solo si hay una pausa, y siempre a toda prisa, ya de madrugada”.

En las horas de descanso, si es que las hay, el móvil debe seguir encendido. “Con suerte duermo tres horas. Y si me llaman, tengo que salir corriendo”. A veces lo que espera al otro lado es una parada cardiorrespiratoria o un ictus. “Tienes que estar fresca para salvarle la vida a esa persona”. Pero, ¿quién puede estarlo después de veinte horas sin parar?

Hay estudios que equiparan trabajar más de doce horas en sanidad con estar ebrio. Y aún así lo siguen permitiendo”, protesta.

Hasta 70 horas semanales

El problema, para Rafael Ojeda, no es solo la jornada interminable, sino el modelo que la perpetúa. “Esto viene de un sistema antiguo. No hay menos profesionales que hace dos décadas, pero sí más demanda: la población ha envejecido, la cartera de servicios ha crecido, se hacen más pruebas…”.

El resultado: jornadas semanales que alcanzan las 70 horas. “Y eso que el régimen de descanso marca un mínimo de 36 horas semanales o 72 cada 14 días”, recuerda. “Cuando salgo por la mañana después de una guardia, he hecho 12 o 14 horas seguidas. Parte de ellas, de madrugada. Es un riesgo para el paciente”.

Al margen de esta situación, se encuentra la reivindicación de los enfermeros, que piden pasar al grupo A sin subgrupos. Ojeda lo considera legítimo, pero advierte: “No se puede meter en el mismo grupo a todos los graduados. Un médico hace un grado de seis años más una especialidad obligatoria de otros cuatro o cinco. Mínimo, diez años de formación”.

El médico tiene un papel de liderazgo en el sistema asistencial”, recuerda, apoyándose en lo que recoge el propio estatuto profesional.

Desde el SMA aseguran que comprenden las dificultades del Ministerio para planificar los recursos humanos, pero eso no justifica mantener una jornada extendida “a bajo coste”. “Si me quieren obligar a trabajar más allá de la jornada ordinaria, que lo paguen como corresponde”.

Pese a todo, Ojeda pide disculpas a la ciudadanía. “Sabemos que una huelga perjudica a los pacientes. Pero el nivel de movilización en Sevilla es altísimo. El colectivo ha llegado al límite”.