
La zona donde se desprendió un balcón, en el centro de Zaragoza. Zaragoza
El exceso de humedad y un parque de viviendas envejecido: las claves del rosario de derrumbes en Zaragoza
En lo que va de año, la capital de Aragón ha vivido hasta seis incidentes relacionados con el deterioro estructural de sus edificios.
Más información: Nuevo edificio desalojado en Zaragoza: seis personas evacuadas por el mal estado de la vivienda
Zaragoza ha vivido una primavera pasada por agua. Unos días intensos de lluvia, en ocasiones hasta semanas enteras, que han sufrido tanto los ciudadanos como el esqueleto de la ciudad. Y, es que, la humedad en exceso, pasa como con todo: puede resultar perjudicial para los edificios.
Así lo explica a este diario Antonio Calvo, secretario del Colegio de Administradores de Fincas de Zaragoza, quien sospecha que una de las principales causas del rosario de derrumbes de estas últimas semanas es, precisamente, las constantes lluvias que se han vivido en la capital.
Prueba de ello es el continuo goteo de incidentes relacionados con el deterioro estructural de sus edificios. Grietas, desprendimientos y apuntalamientos de urgencia que se han convertido en parte del día a día de varias comunidades de vecinos.
Este mismo martes, seis personas fueron desalojadas de sus viviendas en el edificio número 3 de la calle Córdoba, en el barrio de Torrero. El principal problema: el mal estado de la cubierta. El doble de ciudadanos fueron la semana pasada en el barrio de Delicias, donde 18 personas tuvieron que ser evacuadas de sus hogares ante el estado de su edificio, y otros 13 vecinos en el Gancho vivieron la misma situación en su vivienda.
Una oleada que, dos semanas antes, el 14 de mayo, provocó el desalojo de dieciocho vecinos del bloque 19 de la calle Arias del barrio de las Delicias de Zaragoza por el desprendimiento del derrumbamiento del patio interior.
Fue el tercer balcón en un mes. Y, es que, los vecinos del barrio del Gancho vivieron un fuerte susto tras caerse a plena vía pública un balcón del quinto piso, en plena Semana Santa. Pocas semanas después, el 1 de mayo, se desprendió el dintel del balcón del cuarto piso del edificio número 6 de la céntrica calle Alfonso I. Y, a finales del mes de abril, la presencia de grietas en dos edificios del barrio de la Madalena (el 72 de la calle Mayor y el número 147 del Coso) obligaron a desalojar a 20 personas.
El agua y la edad media
Frente a esta situación, Antonio Calvo, secretario del Colegio de Administradores de Fincas de Zaragoza, señala a las intensas lluvias. "Estamos teniendo un final de invierno y una primavera con muchísima agua", apunta.
Aunque recalca que serán los arquitectos quienes determinen las causas concretas, el secretario subraya que la humedad ha podido jugar un papel clave en los últimos incidentes. "La única relación que encuentro entre los casos recientes es el agua", añade.
A esto se suma un dato contundente: la edad media de los edificios en Zaragoza capital es de 47 años. Esto implica que muchos están a las puertas de la primera Inspección Técnica del Edificio (ITE), obligatoria a los 50 años y después cada década. “Hay muchos que todavía no la han pasado”, alerta Calvo, y añade que otros, "justo por estar en ese punto crítico, están empezando a mostrar fallos estructurales”.
Para Calvo, el calendario de revisiones puede resultar insuficiente en algunos casos. "En edificios muy viejos, quizás no debería ser cada diez años tras los 50, sino cada cinco", plantea.
Además, recomienda que esta vigilancia no debería quedarse únicamente en las inspecciones oficiales, sino que "si un vecino ve una anomalía, una grieta, un hierro oxidado... debe avisar". Es ahí donde comienza "la verdadera prevención".
Síntomas
Según Calvo, las grietas son el primer síntoma evidente de que algo no va bien. Especialmente preocupantes son las que aparecen en los bajos de los edificios, ya que pueden indicar problemas en la cimentación o en las columnas estructurales. “Si la base no es sólida por humedad o daños en los pilares, puede haber derrumbes”, advierte.
En este contexto, el papel de los vecinos se vuelve esencial. "Que observen, que no esperen a ver qué pasa", insiste. Porque el coste de una derrama nunca será comparable al riesgo de una tragedia. "Evitar un derrumbe sale mucho más caro y, además, te estás jugando la vida", asegura.
A pesar de todo, el secretario del Colegio de Administradores de Fincas percibe una mejora en la actitud de los ciudadanos. "Cada vez hay más concienciación", celebra. Relata cómo, recientemente, una vecina le alertó sobre una grieta en los trasteros de su edificio. "Fuimos con un técnico, lo revisamos, y por suerte no era grave. Pero esa actitud es la que salva edificios", afirma
Zaragoza afronta ahora el desafío de mantener su parque de viviendas seguro. Una tarea que no solo compete a técnicos y administraciones, sino también a cada comunidad de vecinos. Porque como recuerda Calvo, “la prevención empieza por mirar, por avisar, y por actuar".
No obstante, desde el Ayuntamiento de Zaragoza también han tomado medidas. Ejemplo de ello es el Plan Especial de Inspección de Edificios en la zona de Zamoray Pignatelli, con el que se va a proceder a inspeccionar 277 edificios en siete meses.