Corrida de toros

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Opinión

Toros y misa

Miguel Cid ensalza la tauromaquia y asegura que "la fiesta sigue" y que su presencia en la sociedad está "más que consolidada como patrimonio cultural inequívoco"

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Hay una vieja y señera copla del folklore charro salmantino que dice dirigiéndose al alcalde del pueblo “Sr. alcalde Sr. alcalde, que si no hay toros tampoco hay baile y si no hay baile, tampoco hay misa porque los mozos no la precisan”. Una reivindicación basada en la esencia de la fiesta patronal, compuesta de toros, baile y misa mayor en honor del patrón o patrona, cuya conmemoración justifica la celebración.

Ahora, aunque se sigue invocando el santoral, en Madrid San Isidro, la faceta religiosa pasa a un segundo plano, cobrando vida con gran vigor los toros y, por supuesto el baile en sus diversas manifestaciones. Aunque todo hay que decirlo, la verbena madrileña se haya transformado y enriquecido totalmente.

Sin embargo, la percepción de todo ello ha cambiado notablemente debido a los medios audiovisuales y así al igual que se ve y oye misa por televisión, los toros han cobrado un gran interés mediático y se ven ya, como sucede este año con la feria de San Isidro por televisión en abierto, o sea gratis lo que es un aliciente indiscutible, sin detrimento, además para la taquilla que cuelga el cartel de “no hay billetes”.

Así ha comenzado la famosa Feria de San Isidro con lleno hasta la bandera, es un decir, y cientos de miles de aficionados televidentes que siguen el espectáculo desde su casa.

Y es que esta España nuestra, se diga lo que se diga, lleva, como decía Felipe II, la fiesta de los toros en la sangre. Habrá, que los hay, muchos antitaurinos, pero los que cuentan como en las elecciones, son los que votan asistiendo al espectáculo o, ahora, viéndolos por la tele.

Y ya no se trata del famoso “Pan y toros” como símbolo hispano, sino de una afición, culta y responsable a la vez que rejuvenecida, que disfruta con un espectáculo donde al contrario que en las demás artes, todo es verdad como dijo Picasso y posteriormente Eduardo Galeano con su famosa frase de que “el arte es una mentira que dice la verdad”. Aquí todo es verdad: el peligro, el miedo, el riesgo y hasta la sangre, que sea siempre la del toro.

Por eso la emoción, parte esencial de la Fiesta, es autentica y no simulada como en el cine o el teatro. Y, sino que se lo pregunten a los cirujanos taurinos y a su personal, cuándo intervienen en auxilio de los toreros cogidos por el toro.

En suma, los hechos son tozudos y contundentes: no solo “La Fiesta sigue”, sino que, dadas sus características de autenticidad y verdad, es evidente que cada vez va en aumento y su presencia en nuestra sociedad está más que consolidada como un patrimonio cultural inequívoco.

Ahora, una Iniciativa Legislativa Popular (ILP), presentada y admitida en el Congreso, pretende lo contrario para que cada Comunidad Autónoma no se vea, como ahora, obligada a difundir y proteger la Tauromaquia dejándolo a criterio de cada una o, lo que es lo mismo, del grupo o partido gobernante, lo que sería un auténtico dislate ya que sería Patrimonio Cultural la Tauromaquia según el capricho o los gustos de quienes mandaran en cada momento. Ello daría al traste con una tradición que ya aparece regulada en las Partidas de Alfonso X el Sabio, por lo que esperemos de la sensatez de nuestros parlamentarios que esto no ocurra. Aunque, dadas las cosas que están pasando, cualquier eventualidad es posible y los molinos convertirse en gigantes en una quijotesca barrabasada.

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