Adriana Hest, @adriana_hest en TikTok.

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Sociedad

Adriana Hest, politóloga y jurista: "Lo que no queremos los jóvenes es vivir para trabajar, queremos vivir bien"

La creadora de contenido Adriana Hest denuncia que a la 'generación Z' no le falta ética laboral, sino un sistema que respete su derecho a vivir con dignidad.

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En los últimos años, las críticas hacia la 'generación Z' han sido frecuentes y tajantes. Se les acusa de vagos, de carecer de ética laboral, de querer vivir de subsidios y de priorizar el ocio por encima de las responsabilidades.

Estas opiniones, sin embargo, no siempre consideran el contexto actual ni las nuevas formas de entender el trabajo. Generalizar a toda una generación puede ocultar cambios legítimos en valores y aspiraciones.

Declaraciones como las de Adriana Hest, politóloga y jurista, muestran una visión más realista: no es que no quieran trabajar, sino que no desean vivir únicamente para trabajar.

Nueva mentalidad generacional

"¿La 'generación Z' no quiere trabajar? Bueno, a ver quién quiere trabajar, ¿no?", plantea Hest con ironía en un vídeo de TikTok, poniendo sobre la mesa una pregunta incómoda pero necesaria.

Y es que, lejos de rechazar el empleo, lo que muchos jóvenes están exigiendo es una redefinición del trabajo: que este sea una parte de la vida, no su totalidad.

Para Hest, la idea de "vivir para trabajar" ha sido desterrada por gran parte de su generación. En su lugar, se aboga por un enfoque más humano y equilibrado.

"Lo que queremos es vivir y vivir bien", afirma, subrayando que el objetivo no es la inactividad, sino la dignidad.

Esto implica reclamar lo que por derecho corresponde: horarios razonables, sueldos dignos, vacaciones justas y un entorno laboral donde no se normalice ir más allá de las funciones propias sin compensación.

Este tipo de demandas, lejos de ser revolucionarias, se alinean con principios básicos de justicia laboral. Sin embargo, son vistas a menudo como señales de desinterés o rebeldía.

"Claro que no queremos trabajar horas gratis. Claro que queremos tener vacaciones. Claro que queremos tener un sueldo digno", puntualiza Hest.

Además, destaca un aspecto que suele pasar desapercibido en el debate: la discriminación generacional. "El mercado laboral nos castiga por ser jóvenes", denuncia.

Esta afirmación pone en evidencia que muchas veces la juventud es tratada como sinónimo de inexperiencia y, por ende, como una excusa para ofrecer condiciones inferiores.

Pero la realidad es que muchos jóvenes trabajan el doble para recibir lo mínimo. Esa desproporción, lejos de motivar, agota y desilusiona.

La vida personal como prioridad

Más allá del trabajo en sí, se reflexiona sobre qué tan importante es este en comparación con otras prioridades de la vida.

"Nuestra vida personal está por encima de nuestro trabajo", afirma Hest, subrayando un principio que cada vez cobra más fuerza: el trabajo no debe absorber la identidad ni el tiempo de las personas.

"Y claro que vamos a gastar dinero en ocio", añade, desafiando la idea de que disfrutar de la vida sea sinónimo de irresponsabilidad económica.

Este enfoque no solo interpela a las generaciones jóvenes, sino que plantea una reflexión que debería atravesar a toda la sociedad.

"Esto no debería ser un propósito sólo de la generación Z. Debería ser un propósito de toda la sociedad", dice Hest.

Y tiene razón: la búsqueda de condiciones laborales dignas, el equilibrio entre vida y trabajo, y la valorización del tiempo libre no son caprichos de juventud, sino necesidades humanas universales.

En definitiva, las palabras de Adriana Hest nos invitan a dejar de culpar a los jóvenes por pedir lo que debería ser normal.

La cultura del esfuerzo no se opone a defender los derechos. Lo que cambia es cómo entendemos el trabajo: no como algo que deba ser un sacrificio constante, sino como una parte de la vida que debe ir de la mano con el bienestar.