La gastroenteróloga Karen Alarcón.

La gastroenteróloga Karen Alarcón.

Nutrición

Karen Alarcón, gastroenteróloga: "Tomar pan congelado sin tostar en España puede alterar y perjudicar a tu..."

El pan congelado es un recurso habitual, pero según Karen Alarcón, cortarlo en rebanadas y calentarlo marca la diferencia para aprovechar sus beneficios.

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El pan es uno de los grandes pilares de la dieta en España, en todas sus variedades. Uno de esos alimentos que no faltan en la mayoría de mesas en nuestro país. De hecho, según el Ministerio de Agricultura, cada español ingiere una media de 31 kilos de pan al año.

Sin embargo, la mala fama nutricional de algunas variedades también lo ha puesto en el punto de mira de enfermedades como la diabetes tipo 2, la obesidad o problemas cardiovasculares. Para asegurar sus beneficios, elegir un pan de calidad es esencial, pero también su previa congelación, como sugiere la gastroenteróloga, Karen Alarcón en uno de sus vídeos.

Sin embargo, la experta no solo advierte sobre los beneficios de congelar pan, sino también de la importancia de cortarlo en rebanadas y calentarlo antes de su consumición: "Si congelas el pan y luego sacas una rebanada para calentarla, ya sea en la sartén o en el tostador, gran parte del carbohidrato del pan va a convertirse en fibra prebíotica".

Una fibra que según Alarcón, "no solo beneficia a tu microbiota, sino que también va a regular tus picos de glucosa". Este sencillo gesto puede modificar el impacto glucémico del pan, reduciendo su efecto sobre los niveles de azúcar.

No es un detalle menor, ya que los picos de glucosa reiterados están asociados a un mayor riesgo de enfermedades metabólicas. De ahí que una práctica tan cotidiana como la de cortar una rebanada de pan congelado y calentarla pueda marcar la diferencia como advierte la experta.

"Recuerda además, que el almidón por efecto del calor se digiere mejor, así que seguramente tendrás menos molestias de distensión abdominal y gases", añade la experta. Esta transformación del almidón resistente no solo mejora la digestibilidad, sino que también puede favorecer a personas con problemas intestinales frecuentes.

Tostar una rebanada de pan congelado en lugar de consumir el pan tal cual descongelado o recién horneado no solo optimiza su perfil nutricional, sino que, además, mejora su textura y sabor. Un sencillo cambio cotidiano, que puede tener efectos reales y positivos sobre el bienestar.

Cómo afecta el cocinado a los hidratos de carbono

El método de cocinado incide directamente en la estructura molecular de los hidratos de carbono y en su efecto sobre el organismo. Cuando alimentos ricos en almidón como el pan, la pasta o las patatas se someten a altas temperaturas y posteriormente se enfrían, parte de estos almidones se transforman en almidón resistente.

Este componente no es digerido en el intestino delgado y alcanza el colon, donde actúa como fibra prebíotica, con efectos beneficiosos para la microbiota intestinal, como destaca Alarcón.

Algo que también se evidencia con otros alimentos, como cuando se hierve la pasta o las patatas y posteriormente se enfrían en la nevera antes de recalentarlas a baja temperatura.

Este simple gesto también puede disminuir su índice glucémico, ayudando a mantener un perfil glucémico más estable. Por el contrario, la fritura incrementa el contenido graso y puede potenciar la carga glucémica del alimento.

Técnicas como el horneado, el salteado ligero o el uso de la tostadora permiten también mejorar la digestibilidad y reducir el impacto glucémico de los hidratos de carbono, conservando al mismo tiempo sus propiedades nutricionales y organolépticas.

Cómo congelar el pan de forma segura

Para obtener todos los beneficios del pan congelado, es fundamental seguir unas pautas básicas tanto en el proceso de congelación como en el de descongelado y recalentado.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recomienda congelar el pan lo antes posible tras su compra o preparación, en porciones individuales, preferiblemente en rebanadas y envuelto en film transparente o bolsas herméticas para congelador.

Congelar el pan en rebanadas permite sacar solo la cantidad necesaria sin descongelar el resto, evitando así la proliferación de microorganismos por cambios de temperatura.

Además, facilita su recalentado directo en tostadora o sartén, sin necesidad de descongelación previa, lo cual conserva mejor su textura y favorece la transformación del almidón.

Nunca se debe recongelar pan ya descongelado, ya que esto incrementa el riesgo de contaminación. Si se prefiere descongelar sin tostar, lo más adecuado es dejarlo a temperatura ambiente envuelto, sin prisas ni uso de microondas, que puede alterar su estructura interna y sabor.