Carlos Magro, presidente de la Asociación Educación Abierta

Carlos Magro, presidente de la Asociación Educación Abierta Cedida

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Magro, el 'sabio' de la educación que reniega de la PAU: "Las notas de corte son disparatadas desde 2010 y ya no hay plazas"

Según la ley, la Selectividad 2025 debe incluir un mínimo del 25% de preguntas de carácter competencial, es decir, preguntas de reflexión.

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El próximo martes 3 de junio dará comienzo en la mayoría de las comunidades autónomas españolas la Prueba de Acceso a la Universidad, este año conocida como la PAU. Más de 300.000 estudiantes serán testigos de las modificaciones que presenta el examen este año, haciendo del examen un ejercicio más reflexivo, con preguntas semi abiertas y no tan teóricas como en años anteriores.

Todos los exámenes de la Selectividad de este año, además de volver al modelo antiguo donde sólo se podía elegir la opción A o B, deben incluir un mínimo del 25% de preguntas de carácter competencial, es decir, aquellas que evalúan la capacidad del estudiante para emplear sus conocimientos en situaciones reales y prácticas, más allá del uso de la memoria en contenidos teóricos.

En conversación con EL ESPAÑOL, Carlos Magro, presidente de la Asociación Educación Abierta, considera que la Prueba de Acceso a la Universidad es un modelo antiguo que condiciona en su totalidad la etapa de Bachillerato en términos de aprendizaje. Sostiene que los alumnos de 1º y 2º de Bachillerato se preparan durante dos años el examen de la PAU, es decir, se utilizan esos dos cursos como un entrenamiento previo para lo que les espera, condicionando a los profesores al impartir las clases, que ven cómo se les limita a la hora de dar el temario.

El cambio comienza en Bachillerato

"El problema de estas pruebas no es que no genere aprendizajes, es que lo que se aprende en Bachillerato y cómo se aprende y lo que se enseña fundamentalmente en Bachillerato tiene que ver con lo que se va a preguntar en la prueba. No debería ser así, porque el Bachillerato es una etapa, digamos, independiente, en la que no todo el mundo que estudia Bachillerato, por definición, tiene por qué hacer la PAU".

Carlos Magro, especialista en innovación educativa.

Carlos Magro, especialista en innovación educativa. Cedida

En cuanto a los cambios en el examen, Carlos se muestra perplejo. Las modificaciones fueron aprobadas una vez iniciado el curso escolar, en un momento en que muchos estudiantes de 2º de Bachillerato se juegan su futuro profesional, por tanto, los profesores han iniciado el curso orientando sus clases a la preparación del examen.

"Lo más seguro es que las clases hayan sido muy parecidas en su enseñanza y aprendizaje a las de los últimos años, así que mi impresión es que la prueba será muy similar. Como los cambios tienen que ser muy progresivos, muy poco a poco, la PAU en cuanto al tipo de preguntas, se parecerá mucho. No puedes reformar mucho algo que afecta a más de 300.000 personas", dice Carlos Magro.

Malestar emocional

La nota de los alumnos en la Selectividad, comenta el experto, no dependen exclusivamente de los conocimientos adquiridos, sino que también influyen factores como el estrés y la ansiedad. Ya no sólo genera malestar emocional el hecho de aprobar o no el examen, sino también el miedo a no alcanzar la nota de corte de la carrera elegida. A pesar de que alrededor del 90 % del alumnado aprueba, los nervios pueden jugar una mala pasada.

A la ansiedad y al estrés, se les suman la preocupación y la decepción causadas por las disparatadas notas de corte que tienen ciertas carreras universitarias. En 2024, la nota de corte en el Grado de Medicina en la Comunidad de Madrid fue de 13,265. Teniendo en cuenta que la máxima puntuación es de 14, un gran número de alumnos deberán optar por otros estudios universitarios.

"En muchos casos, las notas de corte son tan disparatadas que los mismos estudiantes se autodescartan ya en el proceso de preinscripción de estudios". 

Para Carlos, el problema de todo ello radica en las escasas plazas públicas. Si se crearan más plazas, la nota de corte descendería considerablemente. "Cuando se hizo la reforma en 2010, con la introducción de la fase optativa en la PAU para llegar hasta el 14.

Carlos Magro, experto en educación.

Carlos Magro, experto en educación. Cedida

Por otro lado, también tienen parte de culpa las universidades públicas al no incrementar las plazas de oferta pública con el objetivo de obtener a los mejores estudiantes. Solemos creer que una nota de corte elevada indica una formación de mayor calidad o con mejores oportunidades en el ámbito laboral, y algunas universidades refuerzan esta percepción limitando deliberadamente el número de plazas.

"Si no incremento las plazas, automáticamente ese doble grado tendrá notas de corte más altas, y eso manda un mensaje de que son estudios de excelencia y que voy a captar a los mejores estudiantes. Desde 2010 hay falta de plazas".

Según el estudio que comenta Carlos, la diferencia entre los centros privados y públicos donde el rango de notas altas, 9 y 10, es de diez puntos de diferencia. Eso significa que, si un 27% de los alumnos rondan esas notas en un Instituto privado, en el público sólo hay un 17%. "Es mucha diferencia cuando compites por décimas. La PAU sí que corrige un poco esa desigualdad, pero sigues teniendo la nota de admisión del Bachillerato.