
Fotograma de ‘El cielo de los animales’.
‘El cielo de los animales’: Santi Amodeo convierte la pérdida en una experiencia visualmente profunda
La nueva película del cineasta sevillano es una adaptación libre y visceral de los relatos del escritor estadounidense David James Poissant.
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En El cielo de los animales, Santi Amodeo (Sevilla, 1969) se adentra por primera vez en un mundo que no parte de su imaginación, pero que acaba siendo tan suyo como el de cualquiera de sus películas anteriores. El filme entrelaza cuatro relatos independientes que comparten una atmósfera melancólica y una especie de dulzura herida.
Hay hombres que descubren que sus padres eran monstruos mitológicos, parejas jóvenes que se atrincheran ante un apocalipsis íntimo, y personajes que buscan consuelo en cuerpos ajenos sin poder tocarse del todo.
El punto de partida: el libro homónimo de cuentos del autor norteamericano David James Poissant, una colección de relatos sobre la pérdida, el duelo y lo que queda de nosotros cuando lo perdemos todo. Lo que Amodeo vio al leerlo fue otra cosa: Andalucía. Agua. Silencio.
"Me pareció muy familiar", explica el director a El Cultural. "Su forma de retratar la muerte se parecía mucho a la manera del sur de enfrentarla. En Sevilla, la muerte está relacionada con la vida".
Poissant, el autor del libro, ha bendecido la adaptación con entusiasmo: "Es absolutamente hermosa, desgarradora y maravillosa. Amo la película. Sin peros, sin reservas. Amo cada toma. Me alegra que estas historias se hayan metido bajo su piel y que hayan podido darles vida de esta manera".
La estructura de El cielo de los animales se basa en cuatro relatos entrelazados que tienen como denominador común el duelo, la pérdida o, simplemente, el vacío. Hay un hombre recién abandonado que conoce a una joven fantasiosa y mutilada; dos hermanos que descubren que su padre muerto era conocido como el Hombre Lagarto; una pareja de veinteañeros atrapada en una paranoia apocalíptica.
Es un elenco de personajes que, en palabras de Amodeo, "son como chispazos, como los cuentos de Carver: te dejan una traza, algo que no sabes del todo qué es, pero que se te queda dentro".
Sensores afinados
La cinta, protagonizada por Raúl Arévalo, Paula Díaz, Manolo Solo, Jesús Carroza, África de la Cruz y el debutante Claudio Portalo, se estrenó en la sección oficial del pasado Festival de Málaga, y es desde entonces una de las apuestas más singulares de la temporada española.
Hay algo que flota -y se hunde- en la película: el agua. Ya sea una piscina, un río o el océano, el líquido parece actuar como un personaje más. Amodeo, que no pensó que esa presencia fuera tan evidente, se sorprende al oírlo de los periodistas: "Creía que iba a ser algo invisible. Pero es verdad, el agua es como el ataúd, el camposanto de todos los personajes".
Filmada en súper 16mm y apoyada por un equipo técnico que ya colaboró con Amodeo en Las gentiles, la película es también una exploración sensorial, casi líquida, del duelo en sus múltiples formas.

Paula Díaz, Santi Amodeo y Raúl Arévalo. Foto: RC Comunicación
Paula Díaz, que interpreta a Amanda, una joven nadadora que ha perdido un brazo y se cruza con Diego (Raúl Arévalo), un hombre en caída libre, lo resume con una precisión sutil: "El agua representa la vida. Todos los personajes la usan para refugiarse".
La relación entre los personajes de Díaz y Arévalo está marcada por un silencio ensordecedor. Esto ha resultado un alivio para los actores: "Estoy acostumbrada a proyectos donde todo se dice, donde se exagera", declara Paula Díaz. "Aquí no. Ya venía preparada para ese pozo de silencios, y me encantó moverme en ese código".
Raúl Arévalo coincide: "Normalmente, lo que nos llega a los actores es justo lo contrario: guiones sin silencios, donde tienes que rellenar todo para que el espectador entienda. Aquí no. Aquí es como si te dijeran: no expliques, solo siente. A mí eso me fascina".
Arévalo, que ganó el Goya a la mejor película con su debut como director, Tarde para la ira, considera el universo de Amodeo como uno de los más ricos y particulares del cine español. "Es un mundo propio", apunta. "No solo en lo visual o lo narrativo, sino en las atmósferas. Llevo siguiéndolo desde sus primeras pelis y soñaba con trabajar con él".
"Este tipo de cine es raro. No te lo da todo. No hay moraleja clara, ni manual de instrucciones. Te lanza algo y tú decides cómo te afecta", añade el actor.
El futuro de Amodeo
Mientras El cielo de los animales inicia su andadura en 50 salas este 9 de mayo, Amodeo ya tiene en marcha su siguiente proyecto: Canijo, adaptación de la célebre novela homónima de Fernando Mansilla sobre la Sevilla de los años 80.
"Es una historia totalmente distinta, mucho más vitalista", adelanta el cineasta. "Habla de la llegada de la heroína, pero también de una ciudad pobre y desconectada del resto de España que, sin embargo, vivía con un optimismo brutal".
"Pensábamos que íbamos camino de convertirnos en California... y al final ni fuimos California ni fue guay", bromea. Será un retrato salvaje, inocente y efervescente de una generación que creía estar construyendo el futuro mientras bordeaba el precipicio.