Diseño: Rubén Vique.

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Música

Los 10 discos de abril: Billy Idol y Elton John vuelven a bailar y Natalia Lafourcade y Bunbury, a las raíces latinas

Destacan también 'Gigante' de Leiva, '9:30 PM' de la catalana Queralt Lahoz y 'The Crux', el nuevo disco de Djo, banda de Joe Keery, actor de 'Stranger Things'.

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The Crux

Djo

Joe Keery, conocido por interpretar a Steve Harrington en la serie Stranger Things, es un buen ejemplo de que a veces (no ocurre tan a menudo) hay que confiar en esas canciones virales con las que nos bombardean cada día. Porque si uno llega a Djo por la pegadiza End of the Beginning es posible que quiera quedarse un rato más. Degustando ese debut psicodélico que fue Tweenty Tweenty (2019) y relamiéndose con su último disco The Crux.

El tercer álbum del músico y actor estadounidense funciona como un hotel que aloja a quienes se encuentran, de un modo u otro, en una encrucijada vital. En el caso de Keery, la de estar en ese limbo entre niñez y adultez de la treintena e intentar no convertirse en un one-hit wonder. Con este disco, al menos sale airoso de la segunda.

Keery, lejos de disimular sus referentes, parece rendirse ante los sonidos anglosajones de The Beatles (Charlie's Garden), de Oasis (Crux) o de sus compatriotas neoyorquinos los Strokes (Lonesome o Gap Tooth Smile) y LCD Soundsystem (Basic Being Basic). Doce canciones en las que mantiene ese sonido retro y electrónico que desplegó en su segundo álbum DECIDE (2022), pero se deja llevar por otros derroteros, desde la música folk (Potion) hasta el gospel (Back On You). Una mezcla perfecta para cualquier noche de primavera.

Dream into it

Billy Idol

El eterno rockero rebelde de los 80 publica su primer álbum en diez años: Dream Into It. Un chute de optimismo y energía juvenil con el que el casi septuagenario, autor de las míticas Dancing With Myself o Eyes Without a Face, parece dispuesto a demostrar que todavía le quedan unos cuantos bailes por echarse. "Baby, I'm dying to live", canta en la canción homónima del disco, producido por Tommy English, conocido por su trabajo con Blink-182. 

De ahí que el nuevo disco del músico británico se deje llevar por ese punk californiano de los 90, más digerible, popero y coreable que el de los 70, así lo demuestran canciones como Gimme The Weight o 77, colaboración con Avril Lavigne, tan reivindicada de nuevo en esta vuelta estética a los 2000. No falta la guitarra afilada de Steve Stevens, amigo y colaborador de Idol desde hace décadas, ni otras colaboraciones más rockeras, con otro icono de los 80, Joan Jet, y Alison Mosshart, líder de The Kills. 

"Cause I don't want to have a little / I wanna have too much fun", reivindica en Too Much Fun. Si con su anterior álbum, Kings & Queens Of The Underground (2014), el veterano miraba con añoranza a su carrera, con este nuevo disco parece haberse quitado sus propios prejuicios. La última canción de álbum, Still Dancing, retoma el espíritu de uno de sus grandes éxitos con más desafío que nostalgia. Toda una declaración de intenciones.

Cancionera

Natalia Lafourcade

“Quiero girar como lo hicieron Bob Dylan, Joni Mitchell, Violeta Parra. Como lo hacía Mercedes Sosa, que se llevaba su bombo legüero e iba por todo el mundo. Con mucha desnudez, mucha intimidad, mucha simpleza y mucha raíz. Con mi guitarra y mi voz”, explicó en una entrevista Natalia Lafourcade, la artista latina con más Grammys en la historia (4 anglosajones y 18 latinos).

La cantante y compositora mexicana se puso manos a la obra y dio luz a Cancionera, su duodécimo álbum, pero también un alter ego con el que liberarse artísticamente. Tras el éxito del álbum De Todas Las Flores (2022) y en plena crisis de los cuarenta surge este disco, grabado y mezclado en tan solo tres semanas.

El álbum es un bello homenaje a la música mexicana tradicional (el jarocho) y una reconfiguración personal hacia ese sonido primigenio de la guitarra. Emociona, sobre todo, escuchar la voz de Lafourcade junto a la de Israel Fernández, acompañados de la guitarra de Diego del Morao.

Gigante

Leiva

Leiva regresa con Gigante, su sexto disco de estudio, en el que condensa dos décadas de carrera con una mirada introspectiva y madura. El álbum, compuesto por 14 canciones, nace tras un periodo complicado marcado por problemas en las cuerdas vocales. Más que una recopilación de éxitos, Gigante es un viaje personal donde el madrileño reflexiona sobre sus miedos, la ansiedad, la hipocondría y el desgaste emocional del oficio.

Con guiños líricos a Sabina y la histórica colaboración de Robe Iniesta en Caída libre, Leiva abandona su vertiente más gamberra para adentrarse en un universo sonoro más sobrio y emocional. Hay espacio para la crítica personal, el desamor y la salud mental, temas que aborda con honestidad y sin dramatismo excesivo.

En canciones como Ácido, Ángulo muerto o Mi nueva misión, se abre con crudeza, mientras que otras como Leivinha o Cuarenta mil consolidan su perfil de autor reflexivo. Aunque no posee himnos coreables como Terriblemente cruel, el disco destaca por su coherencia, profundidad y equilibrio. Es un autorretrato sincero de un artista en plena madurez creativa, que ha sabido reinventarse sin traicionar su esencia.

Who believes in angels?

Elton John con Brandi Carlile

Quién le iba a decir a Elton John que, poco después de anunciar que se estaba quedando prácticamente ciego por una infección ocular, alcanzaría el número uno en las listas del Reino Unido con Who Believes In Angels?, su nuevo álbum, 50 años después de su primer número uno.

El casi octogenario ha recuperado la vitalidad de sus gloriosos años 70 gracias a la colaboración de la estrella del country estadounidense Brandi Carlile, con la que firma uno de sus últimos trabajos más logrados. La familia, la vejez, la fama y la amistad se cuelan en las 10 canciones de este álbum compuesto a cuatro manos que navega por el pop, el country, el glam y el folk sin perderse.

Destacan Swing for the Fences, un luminoso himno LGBTI+, y sobre todo When This Old World Is Done With Me, donde el veterano músico británico regresa a su piano para cantar con determinación que ya no teme irse, aunque deja claro que tiene energía para rato.

Cuentas pendientes

Bunbury

Dice Bunbury que con Cuentas pendientes quería huir del rock. Y aunque lo haya intentado, no lo ha logrado del todo, porque incluso cuando se aleja, la esencia le sigue. El disco suena más acústico, más enraizado a las tradiciones latinas, sonido que lo emparenta con anteriores discos Pequeño (1999) y Licenciado Cantinas (2011), este último solo de versiones. De hecho, no es descabellado pensar en una trilogía libre, tejida con años y giros de por medio.

Destaca el contrabajo, la batería de Ramón Gacías, que repite como coproductor, y el acordeón y teclados de Jorge Rebenaque, juntos consiguen un sonido sobrio y elegante. Hay tangos, cumbias, guarachas, rancheras y rumbas, demostrando hasta qué punto el músico maño ya domina este lenguaje latino, a priori exótico para un rockero de raza como él.

Un disco corto, pero disfrutable, que lejos de suponer un volantazo imprevisible en su carrera, supone una huida del ruido innecesario y un atrevimiento por adentrarse con naturalidad en géneros que antes solo había versionado. Cuentas pendientes suena a un músico que no tiene nada que demostrar, pero aún tiene cosas que contar.

SABLE, fABLE

Bon Iver

Seis años después de i,i, Justin Vernon publica su quinto álbum de estudio en 18 años de carrera. Dividido en dos partes, SABLE conecta con el estilo de su laureado primer disco, For Emma, Forever Ago —que contiene la inolvidable Skinny Love— con su enfoque acústico y lírico, mientras que fABLE presenta canciones más sencillas y optimistas, alejadas de esa melancolía indie-folk made in Bon Iver.

Aun así, el músico estadounidense sigue reflexionando sobre el miedo, la vulnerabilidad y la soledad a través de géneros como el pop, el soul, el R&B e incluso el gospel.

Destacan sobre todo sus colaboraciones, con Danielle Haim (vocalista de las Haim) en If Only I could Wait y con Dijon en Day One. No estamos acostumbrados a un Bon Iver luminoso, pero quizá deberíamos darle un respiro.

9:30 PM

Queralt Lahoz

Una autobiografía musicada, así define Queralt Lahoz su nuevo disco: 9:30 PM. Tanto, que la artista catalana, que surgió en plena resaca folclórica liderada por Rosalía, ha nombrado a su segundo álbum como su hora de nacimiento. Su familia, un padre ausente y una madre coraje, y el barrio querido y complejo Santa Coloma de Gramanet, son los dos ejes centrales sobre los que pivotan estas 15 canciones.

La catalana se mueve entre el dolor ("Nadie lo sabía, yo que me moría, solo la mama mía", lamenta en Me dolía igual) y la chulería ("Hay que ser dura para ser Queralt Lahoz", canta en QL), entre el hip-hop (que tanto resuena a Nathy Peluso en canciones como La Fe), el flamenco (La FUENTE L'AMAPOLA) y los ritmos brasileños (FAVOROSA).

Este disco terapéutico se escucha como un lastimoso llanto con demasiadas pretensiones. Grata sorpresa, eso sí, el homenaje al desgarrador Banzai de Gata Cattana enYNEP. "Una como yo cada dos siglos, ¿sabes?", dijo la poeta. Razón no le faltaba.

Todas las Cosas Buenas

Rufus T. Firefly

El octavo disco de Rufus T. Firefly consolida a la banda de Aranjuez como una de las más ambiciosas del pop psicodélico en español, siempre al nivel de Los Estanques. Tras cuatro años desde El Largo Mañana (2021), la banda formada por Víctor Cabezuelo y Julia Martín-Maestro regresa con un sonido que fusiona psicodelia, pop electrónico y rock progresivo.

Producido por Manuel Cabezalí, colaborador habitual de Rufus T. Firefly y figura clave en la evolución sonora del grupo, el álbum ha sido definido como "un disco de grandes éxitos con canciones nuevas”, interpretadas por la etérea voz de Cabezuelo junto a la percusión y batería de Martín-Maestro, quien también acompaña vocalmente en canciones como Ceci N’est Pas Une Pipe.

El disco, que resalta por una cuidada producción de sintetizadores retro-futuristas, esconde dardos a la industria musical —"Hice tanto por el indie y el indie no hizo nada por mí", canta Cabezuelo en Trueno azul—, pero sobre todo funciona como un ejercicio de celebración de más de una década de carrera.

Super H

Los Planetas

Hace poco celebramos Que le den por culo a tus amigos (2024), homenaje colectivo a Los Punsetes con motivo de sus dos décadas en activo. Curiosamente, entre los grupos participantes estaban Los Planetas, que ahora se animan a un gesto similar: revisitar Super 8 (1995), su propio y fundacional debut, a través de Super H. Homenaje al Super 8 de Los Planetas.

Aquel disco, controvertido en su momento, acabó convirtiéndose en uno de los pilares de la escena indie española. Su influencia se mantiene viva, como demuestra este tributo firmado por once bandas que beben de su legado, pero que también reinterpretan sus canciones con códigos propios.

Destacan las versiones de De viaje por Carolina Durante (sin perder urgencia ni cinismo), Qué puedo hacer por Depresión Sonora (con su habitual existencialismo post-punk), 10K por Alcalá Norte (más distorsionada y furiosa), Si está bien en catalán por Cala Vento y Estos últimos días en clave argentina por Él mató a un policía motorizado. Un diálogo generacional que reafirma la vigencia del mito de Los Planetas.