María Terremoto. Foto cedida por Universal

María Terremoto. Foto cedida por Universal

Flamenco

La cantaora María Terremoto se enfrenta a sus fantasmas: "A la muerte le digo que conmigo no va a poder"

La artista inicia una etapa de madurez y plenitud con su disco 'Manifiesto', una crónica de sus batallas psíquicas contra la depresión, el vacío y el caos.

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¿Qué ocurre cuando una artista decide zambullirse en zonas antes vedadas o parcialmente ocultas, cuando permite que aparezcan sentimientos en carne viva? María Terremoto (Jerez, 1999) no ha tenido miedo y ha decidido dar los pasos necesarios para irrumpir en su interior, y en una travesía sin límites enfrentarse a todos los fantasmas para tratar de romper el maleficio.

Ese ejercicio, posiblemente terapéutico, ha dado como resultado Manifiesto (Universal), una crónica sonora reflejada en un disco y al mismo tiempo en un espectáculo brillante, desgarrador y esperanzado, como un canto desnudo, a flor de piel, que en resumidas cuentas es el relato de una liberación.

Durante una de sus últimas actuaciones, en el inmenso escenario del Bernadette Lafont, de Nimes, María se agigantaba en una prodigiosa puesta de luces y espacios insondables, con secuencias no por desnudas menos sugerentes, donde la nieta del gran Terremoto de Jerez e hija de Fernando Terremoto, también cantaor, que nos dejó demasiado pronto, se movía con actitud resolutiva.

Pregunta. Manifestar, exponer. Un manifiesto es también una proclama o una declaración. En este caso, ¿qué sentido le da al término “manifiesto”?

Respuesta. Después de haber pasado por ciertas situaciones personales muy turbias, oscuras, de estados anímicos turbulentos, surgió la necesidad irreprimible de expresar lo que en mi corta vida me ha sucedido y, como consecuencia, lo que he llegado a sentir.

Como una losa

P. Percibo que Manifiesto es un disco autobiográfico, que ofrece las claves sobre hechos que le han sucedido, sobre emociones que aparecen como resultado de lo vivido. ¿Es esa la esencia de su disco, su vida?

R. Sí, pero básicamente responde a un impulso de comunicarme. El venir de una casa cantaora de tanta significación es como una losa que pesa muchísimo y a veces no te deja ser tú misma. Por un lado tienes la obligación de defender tu herencia, de preservar tu apellido, pero por otro quiero expresar lo que soy y lo que tengo dentro. Al final, aunque venga de una casa de cantaores y mi padre sea mi padre y mi abuelo sea mi abuelo, yo soy yo y cada uno teníamos que contar la propia vida. Y si ellos no han podido, yo he tenido la suerte de poder hacerlo. Y aquí estoy.

P. La historia de Manifiesto comienza con un romance “a palo seco”, es decir, sin acompañamiento instrumental, solo rítmico. ¿Qué es lo que cuenta ese romance?

R. Mi relación con la muerte, que me atormenta. Mi abuelo, mi padre, mis abuelos maternos, que ejercieron de padres. Le pregunto que cómo tiene el valor de llevárselos y dejarme sola con mi madre; que hay cuentas pendientes y que no me va a ganar la partida, que conmigo no va a poder. Tengo una conversación airada con ella, con mucha soledad, con dolor y miedo.

María Terremoto. Foto cedida por Universal

María Terremoto. Foto cedida por Universal

P. La soleá se titula Soñé que la nieve ardía, con el subtítulo de Dudas.

R. Lo que intento reflejar es un momento de incertidumbre, personal y artística. Pasé por un periodo de muchísima confusión, con pensamientos que me consumían. No avanzaba y no salía de lo mismo, y entonces entré en una especie de bucle: qué me va a pasar, no sé qué quiero cantar, no sé si cantar flamenco u otros géneros, porque también tengo ahí un dilema increíble con la música... Entonces, era como un momento de desorientación absoluta y también merecía un sitio en el disco, era parte de mi proceso, y bueno, no soy psicóloga pero tuve una pequeña depresión y, además, pensaba que mi carrera se había acabado. Para colmo, coincidió que fui madre otra vez, y entonces todo era un absoluto caos.

P. La petenera se titula Alma, no salgas del cuerpo, con un subtítulo: Desconcierto. ¿Qué ocurrió?

R. Lo que ocurrió fue que mi cuerpo estaba en la tierra pero me sentía absolutamente vacía, sin ilusión ni alegría, e incluso ser madre para mí no fue fácil, a pesar de que mi hijo Fernando es lo que más quiero en el mundo, pero fue un momento muy difícil, básicamente me sentía sin alma, vacía, desolada y desconcertada. Pero dentro de la oscuridad, y como parte de ese viaje, comencé a ver un poquito de luz.

P. ¿Ese poquito de luz es el final de un proceso? Cuando asistí a la representación de Manifiesto observé una María Terremoto centrada, muy madura artística y personalmente. Y en el caso del disco, este finaliza con unas alegrías que llevan el subtítulo de Resiliencia.

R. En realidad, ha sido necesario pasar por todo lo anterior hasta llegar aquí, aunque sigo cambiando, aprendiendo y buscando. Es importante encontrarse con uno mismo. El proceso continúa, aunque ahora tengo claro lo que quiero.