Kamel Daoud, ganador del Premio Goncourt 2025. Cortesía de Fundación Telefónica, fotógrafo: Javier Arias

Kamel Daoud, ganador del Premio Goncourt 2025. Cortesía de Fundación Telefónica, fotógrafo: Javier Arias

Letras

Kamel Daoud, el ganador del Goncourt contra el olvido de la guerra: "Argelia puede llegar a ser un nuevo Afganistán"

En su última novela, 'Huríes', reflexiona sobre la guerra, la memoria, el papel de las mujeres y la libertad en el país magrebí, donde enfrenta la censura y el olvido.

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El término huríes proviene del árabe ḥūrīyah (حورية) y, en la tradición islámica, se refiere a las mujeres del paraíso que esperan a los mártires y justos en la otra vida. Kamel Daoud (Mesra, 1970) juega con esta idea desde una perspectiva irónica y subversiva: en lugar de retratarlas como una recompensa celestial, las convierte en mujeres reales que han sufrido la violencia del extremismo y la guerra.

Así nació Huríes (Cabaret Voltaire), su última novela y ganadora del Premio Goncourt 2024. Daoud ya había desafiado el canon literario al responder a Albert Camus con Meursault, contre-enquête (2013), una relectura de El extranjero narrada desde la perspectiva del hermano del árabe asesinado por Meursault.

En Huríes, Daoud no solo cuenta una historia real, sino que responde a lo que él considera una necesidad literaria. "No se puede escribir una novela si no hay una necesidad", afirma e El Cultural. Para él, El extranjero no podría existir sin hablar de Argelia. Tampoco podría existir Huríes sin la "década negra" de Argelia (1992-2002), el período de guerra civil entre el gobierno y los grupos islamistas radicales. Esa historia contemporánea late en las páginas de Daoud, marcada por la memoria y la urgencia.

Sin embargo, en Argelia la novela ha sido objeto de polémica: el gobierno la ha prohibido, argumentando que reabre heridas del conflicto y ofrece una visión crítica del islamismo y la política del país. Y en Francia, Daoud enfrenta una demanda judicial, acusado de traspasar ciertos límites en su escritura. Impertérrito, el escritor sigue defendiendo su intención de dar voz a aquellas que han sido silenciadas por la historia oficial y por la cultura patriarcal.

Pregunta. ¿Qué significa para usted escribir en la Argelia contemporánea?

Respuesta. Interrogar libremente, tratar de salir de la historia del relato nacional, divertirme, pensar las cosas desde mi curiosidad más que desde mi identidad, cuestionar aspectos que no están admitidos: el cuerpo, la sexualidad, la libertad, hablar de lo que está prohibido. Y hablar de la libertad, de cómo luchamos por ser libres. 

»No es un acto de resistencia agresivo contra la política; no hago política. Pero sí escribo para que la política no me lo arrebate todo, para conservar al menos algo propio. Escribir me ha permitido reflexionar sobre el valor, la memoria y la felicidad. Muchos dicen que mi novela es sobre la guerra, pero no, es la historia de una vida que intenta escapar de la guerra, encontrar esperanza en la cotidianidad. Escribimos porque hay una pregunta que nos duele.

"El duelo requiere memoria y palabras. Implica asumir la responsabilidad, pedir perdón o justicia. El olvido, en cambio, bloquea el proceso"

P. La guerra civil argelina es un episodio reciente, pero muchos prefieren olvidarlo. ¿Cómo cree que el olvido afecta a la manera en que un país enfrenta su dolor?

R. El olvido no es un trabajo de duelo. El duelo requiere memoria y palabras. Implica asumir la responsabilidad, pedir perdón o justicia. El olvido, en cambio, bloquea el proceso. Puede ser útil por un tiempo, porque necesitamos olvidar para sobrevivir, pero a largo plazo es dañino. Afecta a la demanda de justicia, la necesidad de perdón y la transmisión de la historia a las futuras generaciones. ¿Cómo podemos evitar que los niños repitan la misma guerra si les dicen que antes no hubo ninguna?

P. En su libro, Argelia parece ser un espacio de contradicción entre la modernidad y la tradición. ¿Cómo ve el futuro del país en términos de derechos y libertades?

R. El presente, desde luego, no es un presente de libertad y derechos. Vivimos en una situación de terror y miedo, de pérdida de libertades. No puedo decir que el futuro sea oscuro, pero me asusta porque hay señales preocupantes. La escuela ya no fomenta la modernidad, la libertad ni el pluralismo; se ha convertido en un espacio islamista. Eso da miedo. Podemos terminar creando un nuevo Afganistán. Pero tal vez estas crisis empujen a los argelinos a rebelarse y a decir: "No, somos argelinos y queremos un país, no solo una mezquita gigante. Queremos un país real".

P. ¿Se considera pesimista?

R. Soy pesimista porque, en Argelia, es un oficio. Soy pesimista porque es un ejercicio intelectual. Es un país en el que, cada diez años, decimos que está acabado. Pero sigo vivo, así que también tengo esperanza. Sobrevivimos a una guerra civil. Eso significa que hay una posibilidad de salir adelante.

P. Su libro está protagonizado por una mujer que ha sufrido una violencia extrema. ¿Cómo fue el proceso de escribir desde una voz femenina en un contexto de opresiones patriarcales?

R. No pienso demasiado en lo que "debo" o "no debo" hacer. Escribo sobre lo que me interesa. Luego, la gente juzga si está bien o mal. Cuando escribí Meursault, contre-enquête, todo el mundo me decía: "¿Cómo te atreviste a responderle a Camus?". Y yo respondía: "No sabía que estaba prohibido, así que lo hice".

»Lo mismo ocurrió aquí: no sabía que no debía hacerlo, así que lo hice. Y fue una aventura. No escribimos solo sobre lo que conocemos, porque nos aburriríamos. Escribimos porque también es una manera de leer nuestra propia escritura, de descubrir a medida que avanzamos. Leemos para explorar lo desconocido.

P. ¿Cree que escribir desde el punto de vista de una mujer cambió su manera de ver el mundo?

R. Los hombres suelen mirar a las mujeres desde una perspectiva muy concreta: el deseo, la dominación, la posesión o el miedo. Y el primer reflejo es fijarse en el cuerpo. Cuando me puse en la piel de una mujer, comprendí lo incómoda que puede ser la mirada ajena, lo mal que puede hacer sentir.

»El otro ve en mí un posible placer, mientras que yo estoy pensando en otras cosas. Descubrí lo que significa que tu cuerpo sea un territorio de conflicto, de disputa. El miedo a quedar embarazada, por ejemplo, es algo que los hombres no experimentan. Son muchos aspectos en los que intenté reflexionar. No sé si esto puede cambiar, pero iluminarlo es importante.

"Las pocas mujeres que escriben con madurez son perseguidas"

P. ¿Cree que las mujeres en Argelia pueden encontrar un espacio de resistencia en la literatura, o siguen estando limitadas por la estructura del poder?

R. Siguen muy limitadas. Las pocas mujeres que escriben con madurez son perseguidas. Es muy difícil para ellas. Por ejemplo, Houaria Kadra-Hadjadji escribió un libro sobre el oeste de Argelia y los islamistas la lincharon hasta que tuvo que exiliarse. La editorial cerró porque era una mujer que escribía en árabe y usaba el dialecto argelino en sus diálogos. No lo soportaron.

»¿La literatura crea un espacio de resistencia? No lo sé. Pero lo que está permitido para los hombres, no lo está para las mujeres, aunque vivan en el mismo mundo. No solo Kamal Daoud… Me mencionan a mí porque obtuve un premio importante, pero la realidad es que casi todos los escritores son atacados.

P. ¿Siente frustración por los ataques que ha recibido por este libro?

R. Lo encuentro absurdo. Escribí para homenajear a las víctimas y pedir justicia, pero el condenado fui yo. Atacaron mi honor, mi reputación. Me convirtieron en un criminal, pero no fui yo quien los mató. Lo cuento con calma, aunque a veces me da rabia porque parece que el criminal soy yo. Pero solo soy un escritor, y narrar una historia que se quiere ocultar no es un crimen. Escribí sobre lo que debemos reflexionar para poder avanzar. De lo contrario, este país nunca sanará.

P. ¿No se esperaba esta reacción?

R. Sí, pero no esperaba que atacaran a mi familia. Eso ha sido muy duro. Pero hay que seguir adelante. Hay que hablar, escribir libros, hacer películas, documentales, asumir nuestra responsabilidad y avanzar. Es un trabajo de memoria.

P. Si pudiera volver atrás, ¿escribiría el libro?

R. A veces me pregunto por qué lo escribí, si solo me ha traído problemas. Pero la historia no se hace con "y si".

P. Con todas estas amenazas por su postura crítica sobre el islamismo radical, ¿cómo maneja el miedo y su propia libertad de expresión?

R. Es complejo. Soy imprudente, soy ingenuo, pero también soy un hombre que intenta vivir su vida. No se trata de ser un héroe, porque no lo soy. Tener coraje significa sentir miedo todo el tiempo y aun así superarlo. Es una situación difícil. No me gusta la exposición mediática. Hoy, por ejemplo, esta es mi séptima entrevista y, en algún momento, me digo: "Me estoy exponiendo demasiado, estoy hablando demasiado". Pero, por otro lado, pienso: "Es mi vida, tengo derecho a decir lo que pienso". La vida es así, siempre incierta, no hay una decisión definitiva. 

P. Una última pregunta sobre la identidad. ¿Cómo la define? ¿Se identifica con Meursault?

R. No, yo tengo una vida mejor. Soy más feliz que él. No me gusta la palabra 'identidad'; prefiero verme como un viajero. La identidad debe ser una riqueza, no una prisión. Es como una maleta: puedes llevarla contigo o quedarte atrapado dentro. Cuando se enfatiza demasiado, se convierte en una herramienta para excluir a los demás. Prefiero hablar de raíces y vínculos; ser un hombre con una maleta y, dentro de esa maleta, llevar mi identidad, en lugar de ser alguien que vive encerrado en ella.