Kaveh Akbar. Foto: Vivian Le.

Kaveh Akbar. Foto: Vivian Le.

Novela El libro de la semana

'¡Mártir!', el milagroso debut de Kaveh Akbar: traumas y miedos de un iraní en Estados Unidos

El libro, finalista del National Book Award, relata la historia de un joven obsesionado hasta lo ridículo con la muerte, los mártires y el sentido de la vida. 

Más información: Salma El Moumni, escritora marroquí: "Las chicas jóvenes no entienden por qué sus cuerpos son mirados así"

Junot Díaz
Publicada

Cyrus Shams, el afligido protagonista de la incandescente primera novela de Kaveh Akbar (Teherán, 1989), es una auténtica multitud rushdiana: un estadounidense nacido en Irán, un inmigrante “malo”, un adicto en recuperación, un homosexual que parece heterosexual, un poeta de casi treinta años que rara vez escribe, un huérfano, un letraherido infatigable, un ingenio apasionado, un descontento autocompasivo. Pero, sobre todo, Cyrus está triste. Y la suya es una tristeza profunda, inconsolable, suicida.

¡Mártir!

Kaveh Akbar

Traducción de Carles Andreu. Blackie Books, 2025. 408 páginas. 23 €

Sus penas oceánicas se alimentan de muchas Estigias, pero la más profunda y oscura es la muerte de su madre, Roya. Apenas unos meses después del nacimiento de Cyrus, Roya abordó un avión de Teherán a Dubái para visitar a su hermano Arash, “quien se encontraba mal desde que sirvió en el ejército iraní contra Irak”.

Poco después de despegar, su avión explotó por un misil disparado desde un buque de guerra de la Armada estadounidense: “Cayó de un salto. Como un ganso”. La referencia es a la tristemente célebre destrucción real del vuelo 665 de Iran Air por el USS Vincennes en 1988. Sesenta y seis niños estaban a bordo. Cyrus debería haber sido el 67, pero Roya decidió dejar a su hijo en casa porque era muy pequeño.

Es su trágica muerte la que destroza irremediablemente a la familia Shams, hundiendo a Arash en una profunda depresión –“Empezó a ver demonios por las ventanas, ángeles, soldados iraquíes”– y llevando al padre de Cyrus, Ali, a emigrar con su hijo a Estados Unidos para empezar una nueva vida. Si crees que la situación de un nativo es difícil, piensa en la del inmigrante que se establece en el país que destruyó a su ser querido. El otro sueño americano...

Ali, aturdido y convertido en piedra por la resignación, termina en una granja avícola industrial en Fort Wayne y vive solo para su hijo angustiado, quien crece atormentado por terrores nocturnos, insomnio, miedos irracionales a la deportación y a la cerveza de raíz letal.

El joven Cyrus intenta mantenerlo todo bajo control, primero charlando con famosos en sueños (Kareem Abdul-Jabbar, Madonna, Batman) y luego a través del arte, las drogas, la recuperación y los amigos. Pero ninguno de estos paliativos alivia su culpa de superviviente ni calma el “órgano de la perdición”, como él lo llama, “palpitando todo el día, todos los días” en su garganta, el canto de sirena del suicida.

¡Mártir! comienza con Cyrus en un punto crítico: incapaz de escapar de su órgano del mal, y ahora huérfano tras la muerte de su padre (a causa de un derrame cerebral durante su segundo año de universidad), parece estar a punto de alcanzar su gran éxito. Sin embargo, causa problemas con su padrino de Alcohólicos Anónimos y en su trabajo en el hospital, hablando de un intento de suicidio en el que se empapó en alcohol y casi se prendió fuego.

Cyrus parece empeñado en unirse a su madre y obtener su merecido lugar como el niño número 67 en el vuelo 665. Lo único que lo aleja del abismo es un deseo obsesivo de que su vida y su muerte importen . Quiere lo contrario del fin sin sentido de su madre, sacrificarse por una causa superior. “¿Quieres ser un mártir?”, le pregunta incrédulo su padrino de AA. “Supongo que sí. Sí, la verdad. Algo así”, responde.

La fascinación por el martirio se apodera de él y pronto Cyrus empapela su apartamento con fotos de “personas cuya muerte fue importante”: Bobby Sands, Juana de Arco, el hombre frente al tanque de la plaza de Tiananmen, sus padres el día de su boda. Una conversación casual con su compañero de piso y amante ocasional, Zee, le lleva a un fatídico viaje a Nueva York para conocer a una artista iraní enferma de cáncer que pasa sus últimos días de vida en el Museo de Brooklyn hablando de la muerte a todo el mundo.

Es esta artista, Orkideh, con su voz delgada como un tejido y su cráneo sin pelo, quien se burla de Cyrus por convertirse en un cliché –“otro iraní obsesionado con la muerte”– y quien cambiará el curso de la vida de Cyrus.

En Cyrus, Akbar ha creado un protagonista indeleble, atormentado, en busca de algo, absolutamente magnético. Pero el hecho de que ¡Mártir! sea a la vez un fascinante estudio de personajes y una penetrante saga familiar demuestra las dotes narrativas de Akbar. Akbar rastrea el origen de la familia Shams hasta Irán, hasta las personas que eran antes del vuelo 665.

Conocemos a Arash de niño, desconcertado por la intrepidez de su hermana Roya, y más tarde como “soldado cero” en la guerra con Irak – “cero educación, cero habilidades especiales, cero responsabilidades fuera de mi país”– y, por tanto, totalmente prescindible, un mártir en ciernes.

Conocemos a Ali en los días anteriores a los pollos, antes de Cyrus, antes del desamor. Lo mejor de todo son los capítulos dedicados a Roya. Insatisfecha con el matrimonio, con la maternidad, tropieza con una amistad que le abre a otros horizontes, a la emkanat (posibilidades).

'¡Mártir!' es a la vez un fascinante estudio de personajes y una penetrante saga familiar que demuestra las dotes narrativas de Akbar

Akbar, que también ha publicado dos poemarios, es un escritor deslumbrante, con versos increíbles: “Cuando tienes diez años, la vergüenza se te cose como un monograma”. O: “La ira de Ali parecía voraz, casi sobrenatural, como un perro muerto hambriento de sus propios huesos”.

Pero la novela no está exenta de defectos. Hay capítulos que no impactan (las secciones sobre Arash, en particular, parecen más investigadas que vitales y a menudo se extienden más de la cuenta) y hay un par de coincidencias demasiado increíbles para ser creíbles. Y, sin embargo, a pesar de estos tropiezos, lo que Akbar logra en ¡Mártir! es poco menos que milagroso.

Una fuerza vital recorre la obra, implacablemente curiosa, entregada a las pequeñas cosas humanas, y un reconocimiento de que aunque los destrozados no siempre nos recomponemos, hay dignidad en nuestro quebranto –simpatías y sabiduría que ayudan a transformar una historia sobre un joven afligido y una tragedia sin sentido en un canto a la vida, a la esperanza–.

Como Sherazade, como todos los que están rotos y luchan por recomponer las piezas, Kaveh Akbar y Cyrus cuentan historias –hermosas, trágicas, divertidas– para que lo indecible no tenga la última palabra. Si eso no es emkanat , no sé qué lo es.

© The New York Times Book Review