María Franco, fundadora de Los Confites.

María Franco, fundadora de Los Confites. Cedida

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María Franco tuvo cáncer con 50 años y fundó la granja ecológica Los Confites: "La naturaleza influye en la salud"

Tras este duro revés, precedido por una enfermedad anterior, se retiró al campo, cambió su estilo de vida y levantó este negocio familiar. 

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Hace ya casi 10 años desde que el municipio cacereño de Jarandilla de la Vera cuenta entre sus campos con las seis hectáreas que a día de hoy constituyen Los Confites. En plena falda de la sierra de Gredos, y dentro de una reserva natural, María Franco, de la mano de su marido, Javier Arenzana, y con la ayuda de sus hijas, decidió levantar una granja ecológica que, poco a poco, se fue tornando también en centro de bienestar para promulgar un estilo de vida slow y sostenible

Todo empezó en 2017 cuando un repentino revés sorprendió a Franco con una dura enfermedad. Tenía 50 años, ya había pasado por ello con anterioridad y se lo tomó como un mensaje que le estaba mandando la vida de que "había que parar".

"Yo ya había tenido cáncer hacía unos años pero, al poco de cumplir el medio siglo, me diagnosticaron uno nuevo, que no tenía nada que ver con el primero. Fue en ese momento cuando decido cambiar mi vida radicalmente. Comencé a comer ecológico y a darme cuenta de la importancia que tiene desconectar y entrar en contacto con la naturaleza en nuestra salud. Así que por ese motivo, decido mudarme al campo", cuenta Franco a ENCLAVE ODS. 

Junto a su familia, emprende una búsqueda del "sitio ideal" donde poder empezar a construir su pequeño hogar de campo en el que descansar. Y fue precisamente durante ese proceso cuando dieron con Jarandilla de la Vera, un pequeño paraje extremeño con el que tuvieron un amor "a primera vista".

"Nos enamoramos de este lugar. Para nosotros, Extremadura era un territorio desconocido, y la Vera tiene un terreno absolutamente precioso. Está lleno de agua, tiene su microclima, una vegetación impresionante, y dijimos: ¿por qué no hacemos una granja ecológica?". Y así fue como, lo que un día soñó ser un remanso de paz en forma de casa, hoy se ha convertido en un negocio familiar consolidado que es referencia en sostenibilidad, gastronomía y ocio. 

Un restaurante diferente

Para quiénes se pregunten qué es exactamente Los Confites, Franco lo define como una granja ecológica "real". Cuentan con el sello ecológico y, "de lunes a viernes, se hace trabajo de campo. Se cultivan los alimentos de primera calidad de un modo sostenible para, los fines de semana, ofrecer en nuestro restaurante una experiencia gastronómica muy acogedora", señala la fundadora.

María Franco y su marido, Javier Arenzana.

María Franco y su marido, Javier Arenzana. Cedida

Para ella, se trata casi de un "hogar". "En Los Confites puedes venir a disfrutar de lo que es vivir en el campo. Estar rodeado de naturaleza y sentirte como en casa, como cuando visitabas a tus abuelos en su casa de campo y te recibían con todo el cariño. Y, además, tienes la oportunidad de degustar muy buenos productos".

Y no lo dice a la ligera. La cocina está dirigida por su hija Lucía, chef formada en el Basque Culinary Center, una de las instituciones de gastronomía y alimentación más prestigiosa del mundo. Su cocina se basa en aprovechar todo lo que puede de la huerta, dando como resultado un menú que combina "lo natural con la innovación". 

Sin embargo, su lista de platos no es cerrada. Va cambiando en función de la temporada, y se sirve en lo que Franco insiste "no es un restaurante al uso". "Con esa idea primordial en mente de que esto fuera para la gente mucho más que una comida, los platos se sirven en modo buffet para que los comensales puedan darse un paseo por el campo y cojan aquello que más les apetezca. Igual que tienen libertad de elegir si sentarse en una mesa de dentro, o tomar el aperitivo en la terraza", apostilla. 

Y con esta línea de ser un complejo "distinto", poco a poco se fue innovando, hasta el punto de convertirse en un centro de referencia en el llamado slow living. "Nosotros promulgamos un estilo de vida consciente. Hacemos puntualmente jornadas de retiros, clases de yoga, paseos por el campo… variamos en función de la época del año y en lo que vemos que la gente pide o necesita", cuenta la fundadora.

Los Confites, granja ecológica en Jarandilla de la Vera.

Los Confites, granja ecológica en Jarandilla de la Vera. Cedida

Y en esta línea de reinvención, en la que comenzaron a fusionar el ocio con la naturaleza, dieron lugar a lo que hoy se conoce como el Pimentón Fest, un festival de música al aire libre que se celebra anualmente en primavera. La idea surgió "de un atardecer", y ese pensamiento se maquinó hasta tal punto que este año celebran su tercera edición, que tendrá lugar el próximo sábado 24 de mayo, después de haber recibido a 2.000 personas el curso pasado. 

Lo que de verdad importa 

Pero aunque ahora María Franco centre su mirada en reinventar de nuevo Los Confites, no abandona el que es su trabajo "de lunes a viernes". Se refiere al puesto que ocupa en la Fundación Lo que de Verdad Importa, entidad de la que también es fundadora. Aunque esto llegó antes —hace ya 20 años desde su nacimiento–, siente que con la creación de su pequeña gran granja sus "dos mundos" se han unido. 

"Este proyecto nació también a raíz de un cáncer, del primero que tuve. Parece que con la enfermedad es como te das cuenta de las cosas que de verdad importan, que muchas veces son gratis y no las valoramos. Y la fundación nace para eso, para ayudar a descubrir lo que es importante. Y fíjate como es la vida que, años después, me pasa otra vez", revela.

Pero a la visita está que Franco siempre se sobrepone a los problemas. Su inagotable fuerza y su capacidad de seguir creando e innovando hacen que Los Confites sea un lugar en continuo movimiento, en continua transformación. Por ello, anuncia que el proyecto está en vistas de crecer, y apunta a que contará con "alojamientos" donde la gente podrá pasar el fin de semana y disfrutar de lo que antes solo podía un día. 

"No queremos que sea un lugar masificado, ni que sea para dar bautizos o comuniones. Pero sí que es verdad que mucha gente nos decía, cuando llegaba el anochecer, que era una pena tener que irse tan rápido y no poder pasar la noche allí. Queremos poder cuidar a la gente para que vuelvan a su vida con un chute de energía, que se sientan bien y que disfruten de lo bueno", finaliza.