
El pequeño comercio malagueño tras el gran apagón: "Hemos perdido un día de venta, pero el producto está salvado"
Los negocios han vuelto a la total normalidad este martes, subiendo su persiana
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En Congelados Guerrero, en el barrio de La Paz, una trabajadora se apuraba al filo de las 10 de la mañana en poner la tienda a punto. Varias cajas de pescado eran colocadas rápidamente en las diferentes neveras por una trabajadora, con ayuda de un repartidor que iba sacando todos los productos desde un camión refrigerado.
Esa es la medida que muchos empleados de locales con productos congelados tuvieron que llevar este lunes a cabo ante la incertidumbre de cuánto duraría el apagón. Sus neveras, según indica la trabajadora, pueden aguantar unas ocho horas sin suministro sin problemas, pero en cuanto vieron que la cosa iba para largo, no dudaron en desmontar la tienda completa y poner a salvo todo el género.
"La jornada ha comenzado un poco antes, pero como guardé todo organizado, podremos atender a los clientes y venderles el mejor producto lo antes posible. Espero que todo quede en anécdota y volvamos todos hoy a la normalidad", ha indicado la mujer a EL ESPAÑOL de Málaga. Su compañera del barrio de La Luz, donde tienen otro local, no tuvo problema alguno ya que la luz volvió antes de las cinco de la tarde.
En la panadería El Molinillo, la situación se tornó surrealista a ciertas horas, según indica su encargado, Gabriel, quien asegura que antes del cierre, había una larga cola esperando para comprar el pan. "Uno dijo que se llevaba cuatro barras y varias personas le dijeron que se llevara solo una para los demás, lo que faltaba era que se pelearan", dice el hombre con cara de incredulidad.
El Molinillo tiene una fábrica donde suministran pan a sus despachos, pero también a prácticamente la totalidad de las hamburgueserías de Málaga. "Como en Teatinos volvió la luz, la gente pedía pan. Fueron momentos dificilillos. Desde las tres y pico de la mañana está llena de trabajadores la fábrica haciendo pan para conseguir llegar a todo hoy. Pero esto ha sido de locos", expresa.
En la carnicería Hermanos Rubio, ven clave "no abrir las neveras y congeladores" para no echar a perder el producto. Como el corte de luz llegó muy pronto, sobre las 12.30 horas, no les dio tiempo a sacar demasiada mercancía de la cámara, que es muy "potente". "Lo poco que sacamos lo guardamos todo rápido, era todo fresco y lo pudimos salvar... Menos mal, porque estuvimos hasta cerca de las cuatro de la mañana sin luz", añade.
En cuanto a las heladerías, en El Barquillo, en la avenida de la Luz, reconocen que no se creían cuando volvió la luz, a eso de las cinco de la tarde. "Desde las 12.30 hasta las 17.00 horas tuvimos que estar abiertos, pero sin vender, porque ahí nos hemos dado cuenta de que tanta máquina de cobro y tanta cosa para hacer comandas dependientes de la luz no sirve para nada", lamenta Rafael, uno de los responsables del local, sintiéndose un afortunado por las pocas horas que estuvieron sin luz. Metieron los helados en una cámara y al volver a tener suministro decidieron volver a la venta, pero de llegar a tener que estar sin luz más horas cree que "todo hubiera sido para tirarlo".
Y en el sector estético, el centro Noemí Miaja, en La Paz, también se vio afectado por el apagón. Su propietaria, Noemí Miaja, confiesa que el momento del apagón fue surrealista, porque estaba realizándole una sesión de láser a un cliente. "Embadurnado del gel que se utiliza, le tuve que decir que no podía seguir porque la máquina comenzó a ir muy lenta hasta que de golpe y porrazo se fue la luz. Ya se asomaron vecinos y dueños de otros negocios y nos dimos cuenta que era algo general", declara.
De la misma forma, explica que no ha perdido ninguna herramienta, ni para hacer las uñas ni de otros tratamientos dermoestéticos, pero que el día fue muy difícil, porque tuvo que cancelar todas las citas que tenía durante el día. "Además, mi persiana es eléctrica y no podíamos cerrarla... Por no hablar de la odisea por volver a casa", zanja.