
Antes de la democracia, en España una mujer no podía abrir una cuenta de banco sin la firma de su marido
La educación financiera como herramienta para liberar a la mujer: así cambió la economía con la democracia
La reforma de la Sección Cuarta. Derechos y obligaciones entre marido y mujer, del Código Civil fue la llave al empoderamiento femenino.
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El despertador sonó en el dormitorio conyugal. Eran las 6:30 horas. Esperanza no había dormido bien aquella noche, pero esperó al sonido del reloj para levantarse. Llevaba varios días dándole vueltas a un proyecto que le rondaba en la cabeza: se convertiría en una de las primeras mujeres españolas en el mundo financiero. Destacaba en matemáticas y le gustaban, pero abandonó sus estudios para casarse. Sin embargo, nunca renunció a seguir aprendiendo.
De forma mecánica, inició sus tareas diarias. Preparó y sirvió el desayuno para su marido, un abogado madrileño que tenía su bufete en la Castellana, para su hija Candela, de seis años, y para ella. Se sentaron a desayunar. Miró a su hija, luego a su marido y después se tocó con disimulo el abdomen. ¿Por qué no podía concebir de nuevo? Su marido deseaba un hijo varón para que siguiera sus pasos.
Al finalizar, recogió, fregó la loza, y se dirigió a su habitación. Hizo su cama y, sobre ella, colocó con cuidado el traje y el resto de la ropa, limpia y planchada, que su marido se pondría ese día. Él se vistió, cogió su maletín y se despidió de Esperanza y de su hija.
Esperanza continuó con las labores domésticas. Miró el reloj y vio que le quedaba el tiempo justo para arreglarse y llevar a su pequeña al colegio. Le dio un beso al dejarla en el centro educativo. Eran las nueve. Caminó por la calle Bretón de los Herreros, hasta llegar al despacho de su esposo, en Castellana 57. Allí ayudaba a organizar su agenda, repasar expedientes y redactar estrategias procesales. Era una autodidacta disciplinada y curiosa.

La educación financiera es clave para la independencia de la mujer
A mediodía recogió a su hija en el colegio, regresó a casa, preparó la mesa y calentó la comida que había hecho la noche anterior. Se dispuso a servirla cuando su marido y su hija ya estaban sentados. Al finalizar, su marido se recostó en su sillón; estaba cansado de su jornada matinal. Esperanza prosiguió con sus tareas.
Cuando llegó la hora, su esposo se marchó al trabajo, y ella llevó de nuevo a su hija al colegio. Luego reanudó el camino hasta el despacho; allí la esperaba otra jornada de trabajo. Pero, a última hora de la tarde, antes de ir a buscar a su hija, llegaba su momento mágico, el que siempre esperaba y no siempre podía disfrutar. Leía leyes y códigos.
Ese día cogió el Código Civil por donde lo había dejado el día anterior: Sección Cuarta. Derechos y obligaciones entre marido y mujer. Lo que leyó la dejó inmóvil: las mujeres casadas necesitaban la autorización de su marido para abrir una cuenta bancaria y para realizar cualquier actividad económica relevante.
Se había dejado arrastrar por la situación y no había sido consciente de ello. Tenía todos los mecanismos a su alcance y no podía utilizar ninguno. Era como ver el cielo y no poder tocarlo. Cerró el Código y vio la hora que marcaba el reloj: tenía que ir a buscar a su hija al colegio.
Aquella noche no pudo dormir. ¿Cómo iba ella a lograr su sueño de ser una de las primeras mujeres españolas en el mundo financiero? Se repetía continuamente: "No hay libertad sin independencia económica". Tomó una decisión tajante: "No cambiaría su rutina, pero sí su propósito".
De forma disimulada, con esfuerzo y aprovechando el tiempo que lograba restar a sus horas de descanso y sueño, empezó a formarse en economía. Se convirtió en una defensora de la educación financiera. Encontró la clave: el dinero dejaría de ser una cadena rotativa para convertirse en una llave de paso. En pequeñas salas y reuniones, transmitía un mensaje claro: "No hay inversión más poderosa que la que hacemos en nosotros mismos".
Democracia y libertad
Los años pasaron y en España se instauró la democracia, lo que trajo consigo un largo proceso de abolición de algunos artículos del Código Civil concernientes a la Sección Cuarta. Derechos y obligaciones entre marido y mujer. Esperanza nunca dejó su proyecto, pero era consciente de dónde venía. Sin darse cuenta había influido en su hija Candela, que ya con otra cultura y otras leyes la empujaron a convertirse en una de las primeras mujeres inversoras financieras de nuestro país.

La educación financiera es la llave a la independencia de la mujer
Desde su ancianidad, pero con su curiosidad viva, Esperanza contempla a su nieta Lucía. La joven la visita con asiduidad, y ambas disfrutan de una tertulia dinámica y cariñosa. Esperanza se asombra de los grandes avances en el mundo financiero gracias a las nuevas tecnologías. Lucía le comenta que, en la actualidad, con un teléfono móvil y conexión a internet, se pueden almacenar y gestionar activos digitales en su propio wallet. Con humildad, le preguntó qué era exactamente eso, ya que no alcanzaban sus conocimientos.
Lucía le explica la autocustodia, la clave privada y pública, y cómo podía ser dueña absoluta de sus activos digitales sin intermediarios. Ambas sonrieron. Lucía miró a su abuela, se sintió orgullosa de ella y la abrazó. El mundo había cambiado y Esperanza había contribuido a ello.