
El presidente de EEUU, Donald Trump, sube al Air Force One. Reuters
Trump amortigua la guerra arancelaria ante el impacto negativo para los consumidores, preocupados por la inflación
El mandatario ha ordenado excluir productos electrónicos de los gravámenes a las importaciones, incluidas las de China, como móviles u ordenadores.
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La sociedad consumista de Estados Unidos parece estar influyendo en las decisiones del presidente republicano, Donald Trump.
El magnate ha cambiado varias veces las condiciones de los que denomina como “aranceles recíprocos” en menos de una semana bajo el argumento de la preocupación mostrada por sus ciudadanos.
El último repliegue del mandatario estadounidense ha sido la orden de excluir una larga lista de productos electrónicos de los gravámenes a las importaciones, incluidos los que llegan a EEUU desde China.
Según ha informado la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza del país, la medida entra en vigor con efecto retroactivo desde el 5 de abril.
Es decir, el impacto de los aranceles de Trump a los móviles, los ordenadores o los chips –entre otros 20 productos que EEUU no fabrica pero China sí– queda reducido a apenas tres días, ya que comenzaron a funcionar desde el 2 de abril.
Esta acción de amortiguación de su política arancelaria mundial viene precedida de varios cambios de postura, como la pausa de los aranceles durante 90 días para más de 75 países -entre los que no entran ni China ni los de la UE- solo una semana después de haberlos ordenado.
Según Trump, esta decisión la tomó porque la sociedad estadounidense se estaba “asustando un poco”. Hasta el momento, el mandatario siempre ha dicho que los aranceles son la manera más eficaz de hacer su país la mayor “superpotencia mundial”.
La paralización de los aranceles a los productos tecnológicos no solo ha aliviado a las empresas tecnológicas como Apple o Samsung. También ha hecho respirar a la sociedad estadounidense, en su mayoría consumista y capitalista.
La noticia del aumento de los impuestos a las importaciones hizo que la población de Estados Unidos corriera a las tiendas a comprar productos de fabricación extranjera, sobre todo aquellos que se hacen en China: desde carritos de bebé a iPhones, pasando por productos navideños en pleno abril o incluso neveras.
El miedo a que una sociedad consumista deje de consumir
Desde el anuncio de la agresiva política arancelaria de la Administración Trump el pasado 2 de abril, Apple ha perdido más de 640.000 millones de dólares en valor de mercado y Microsoft la ha superado como la cotizada más valiosa del mundo.
Además, aproximadamente el 90% de la producción y ensamblaje del iPhone de Apple se realiza en China, según estimaciones de Wedbush Securities.
Esto, sumado a las fuertes caídas de la bolsa de Wall Street durante varios días consecutivos y el temor a una posible recesión y un aumento de la inflación, pueden haber sido motivos suficientes para que Trump haya decidido dar marcha atrás.
El presidente de EEUU ha dicho en repetidas ocasiones que su país no puede depender de China para fabricar tecnologías como semiconductores, chips, teléfonos inteligentes u ordenadores portátiles, algo que el gobierno de Trump ha reiterado este sábado a pesar de haber excluido dichos artículos de los aranceles.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, ha asegurado que empresas como Apple y Nvidia, “siguiendo las instrucciones del presidente, se están apresurando a trasladar su producción a Estados Unidos lo antes posible”.
Sin embargo, analistas explican a agencias estadounidenses como Associated Press o Reuters, que las empresas tecnológicas como Apple tienen pocos incentivos para empezar a fabricar iPhones en Estados Unidos.
Se estima que el precio de fabricar un iPhone en China es de 1.000 dólares, mientras que se dispararía a más de 3.000 dólares si la producción se trasladara a EEUU.
¿90 acuerdos con 90 países en 90 días?
Trump cuenta con una agenda contrarreloj para alcanzar acuerdos comerciales. Quiere pactar 90 acuerdos comerciales con 90 países en 90 días, un desafío para el que ya ha empezado la cuenta atrás.
Las conversaciones comenzarán este próximo lunes 14 de abril: será el jefe comercial de la Unión Europea (UE), Maros Sefcovic, uno de los primeros negociadores en llegar a Washington para intentar llegar a un acuerdo sobre los aranceles.
Sin embargo, no será atendido por el secretario del Tesoro de la Administración Trump y principal negociador de los aranceles, Scott Bessent, porque este estará en Buenos Aires para mostrar su apoyo a las reformas económicas de Argentina.
El asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, respondió el viernes en Fox Business Network que, en lugar de Bessent, el representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, y el secretario de Comercio, Howard Lutnick, podrían llegar a un acuerdo con la UE.
EEUU ha mantenido el 10% de los aranceles a la UE, una excepción para la que el magnate no ha dado explicación.