Friedrich Merz, candidato de la CDU, en un acto de campaña en Berlín, ayer.

Friedrich Merz, candidato de la CDU, en un acto de campaña en Berlín, ayer. Christian Mang Reuters

Europa

¿Pactar hacia la izquierda o comicios? Las opciones de Merz se reducen por el veto a AfD

Los sondeos aventuran una victoria insuficiente de unos conservadores que necesitarían de los socialdemócratas, y probablemente de los ecologistas, para hacer canciller a su candidato.

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Laura Gómez
Berlín
Publicada

Olaf Scholz no está de suerte. Justo cuando son las elecciones este domingo, ya le iba bastante mal, y ahora, tres días antes, vuelve a hablarse de su escándalo con el fraude del reembolso ilícito de impuestos 'cum-ex'. Del 25% que consiguió la última vez en 2021, el Partido Socialdemócrata ha bajado en las encuestas hasta el 14%. Podría ser el peor resultado del partido más longevo del arco electoral alemán. Y, en medio del descrédito por la crisis económica y por su gestión de la guerra de Ucrania, ahora encima le pasan esta patata caliente.

La revista Stern ha publicado que el canciller está bajo sospecha de haber mentido en sede parlamentaria en Hamburgo, algo sancionado por la ley con penas de entre tres meses y cinco años de cárcel, dependiendo de la gravedad de los hechos. Sea cierto o no, se hablará justo antes de las elecciones, del caso en el cual un banco de Hamburgo fue eximido en un primer momento de pagar 47 millones de euros de vuelta al fisco después de que el director de dicho banco, Christian Olearius, se reuniese con Olaf Scholz.

Sea cierto o no, no le beneficiará al canciller, que ha dudado en enviar los misiles Taurus a Ucrania y ha frenado el envío de armamento a Kiev una y otra vez, aunque al final siempre terminara cediendo. No extraña que su ministro de Defensa, Boris Pistorius, más decidido y con una actitud más firme contra Putin, sea el político más valorado de Alemania.

También Friedrich Merz, el nuevo líder de la CDU y sucesor de la excanciller Angela Merkel, muestra determinación en las cuestiones relativas a la guerra, que Estados Unidos quiere terminar, pero que en Alemania se percibe como un conflicto a largo plazo. Merz convence a alrededor del 30% de la población.

Los alemanes están dejando claro que quieren un cambio. Tal como van las cosas en el país —con precios astronómicos de la energía tras el corte del gas ruso y miles de despidos en las principales empresas— añoran los viejos tiempos de la mano dura pero estable de Merkel. Y también quieren librarse de los inmigrantes, algo evidente en sus opciones electorales: la primera fuerza, la CDU, aboga por deportaciones masivas, mientras que la segunda, la extrema derecha, con alrededor del 22% de apoyo, promueve un proyecto de "remigración" con el que pretende "salvar" la cultura alemana de la influencia exterior.

Una mayoría que no puede ser. Friedrich Merz se lo volvió a espetar, casi a gritos, a la candidata del partido Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, el pasado domingo, durante el único debate en el que esta participó junto al canciller en funciones Scholz y al ministro de Economía y Energía Verde, Robert Habeck. Su partido desprecia la historia y es heredero ideológico del nazismo, vino a decir quien, con toda probabilidad, será el próximo canciller.

Merz es candidato de la Unión, una coalición electoral formada por la CDU (Unión Demócrata Cristiana de Alemania) y la CSU, su homóloga en Baviera. El jefe de la CSU, Markus Söder, uno de los políticos mejor valorados y con más experiencia en Alemania, aseguró durante la campaña que su partido no gobernaría en ningún caso en coalición con los Verdes de Bündnis 90/Die Grünen. Sin embargo, Merz lo contradijo en dicho programa televisivo, ya que es evidente que los números no alcanzan ni siquiera para una gran coalición entre el SPD y la CDU, como la que gobernó el país hasta la jubilación de Merkel.

"Esta coalición del semáforo nos ha llevado a la situación en la que estamos ahora, y nadie más", decía Merz el viernes en un mitin en Oberhausen. "Vamos a tener un Ministerio de Economía y no un ministerio lleno de ONGs como hasta ahora, y tendremos a alguien que sepa algo de economía de nuevo", en referencia al Ministerio de Habeck. Con alrededor del 13% de los votos, los verdes podrían ser de nuevo el tercero en una coalición que Merz quiere evitar, ya que tanto el SPD como Die Grünen quieren cambiar la constitución para modificar el freno de la deuda, en lugar de volver a la senda de la austeridad presupuestaria. Una coalición con ambos partidos podría volver a hundir a la CDU al desdibujar su perfil.

Por su lado, el tercero de dicha coalición del semáforo, el partido liberal FDP, lucha por entrar en el Bundestag con el hasta ahora Ministro de Finanzas Christian Lindner, que fue apartado por Scholz al reclamar recortes sociales que éste no estaba dispuesto a aceptar.

Dependerá de si logran entrar en el Parlamento, pero los partidos pequeños también tienen la posibilidad de jugar un papel clave a la hora de formar gobierno. El partido de izquierda Die Linke comenzó la contienda electoral con unas expectativas que lo dejaban fuera de la cámara, con menos del 5% de los votos necesarios para obtener representación. Sin embargo, desde entonces ha subido en las encuestas, alcanzando hasta un 9% en algunos casos.

Hasta ahora, dicho partido no era considerado un socio viable para formar coaliciones a nivel federal, aunque sí ha participado en algunos gobiernos regionales. Entrar en un gobierno de esas características supondría renunciar a algunos de sus principios económicos y a su postura pacifista. Algo similar ocurre con el partido de la ex-Die Linke Sahra Wagenknecht, el BSW, cuyo nuevo proyecto político sigue siendo un interrogante. En un principio, las encuestas le daban más apoyo, pero ahora no está claro si logrará entrar en el Parlamento.