
Celebración del 80 aniversario de la liberación de Auschwitz, el pasado enero.
El antisemitismo se ha normalizado en el discurso público
Ochenta años después de la liberación, el odio antisemita vuelve a caminar por Europa a consecuencia del atentado de Hamás.
Escribo desde Berlín como una judía orgullosa, con una dura advertencia: ochenta años después de la guerra más sangrienta de la historia –y del genocidio sistemático de seis millones de judíos y millones de otras personas–, la promesa de "nunca más" está siendo puesta a prueba.
Esta ciudad, impregnada tanto de un horror inimaginable como del compromiso con el recuerdo, alberga los ecos de la memoria de mi familia y de tantos otros miembros de nuestra comunidad. Sus historias se conmemoran en monumentos, museos y en las declaraciones oficiales del Estado alemán que asumen la responsabilidad histórica.
Sin embargo, en los últimos años, ha surgido un tsunami de antisemitismo sin precedentes en Europa y en todo el mundo, amenazando con llevarnos de vuelta a nuestro pasado colectivo. No podemos y no vamos a permitirlo.

Memorial de las víctimas del Holocausto en Berlín.
En respuesta, los líderes de las siete mayores comunidades judías fuera de Israel (Argentina, Australia, Canadá, Francia, Alemania, el Reino Unido y Estados Unidos) formaron el Grupo de Trabajo de Grandes Comunidades contra el Antisemitismo (J7).
La complacencia que presenciamos hoy guarda paralelismos históricos inquietantes. El antisemitismo siempre ha sido una temprana señal de alarma de un retroceso democrático más amplio. Esto no es sólo un problema judío, sino una amenaza para Europa en su conjunto y para los valores establecidos tras el Holocausto.
Nuestros últimos estudios confirman lo que hemos experimentado de primera mano: un aumento drástico tanto del total de incidentes antisemitas como de su proporción por habitante judío. Este aumento se aceleró tras el atentado terrorista de Hamás el 7 de octubre de 2023 en Israel.
Las cifras son contundentes. Entre 2021 y 2023, los incidentes violentos contra judíos aumentaron un 185% en Francia, un 82% en el Reino Unido y un 75% en Alemania.
" Cuando el odio contra los judíos se vuelve aceptable, se socavan los cimientos mismos de las democracias que Europa reconstruyó tras la Segunda Guerra Mundial"
Más recientemente, 2024 marcó un asombroso aumento del 317% en incidentes antisemitas en Australia, mientras que Estados Unidos alcanzó otro récord histórico desde que comenzamos a registrar los incidentes antisemitas en la Liga Antidifamación (ADL), con un total de 9.354 incidentes antisemitas en todo el país.
Quizá lo más alarmante sea el índice de incidentes por número de residentes judíos. En Alemania, hubo más de 38 incidentes antisemitas por cada 1.000 residentes judíos en 2023. El Reino Unido le siguió con 13 incidentes por cada 1.000 residentes judíos. Estas cifras revelan una creciente vulnerabilidad de las comunidades judías.
Lo más inquietante de este momento es que el antisemitismo se ha normalizado peligrosamente en el discurso público. Los estudiantes judíos enfrentan acoso en universidades y escuelas. Las sinagogas requieren guardias armados. Muchos dudan antes de lucir símbolos judíos visibles.
No se trata de hechos aislados, sino de síntomas de un fracaso sistémico. Cuando el odio contra los judíos se vuelve aceptable, se socavan los cimientos mismos de las democracias que Europa reconstruyó tras la Segunda Guerra Mundial.
Esta crisis exige acciones concretas. El Grupo de Trabajo J7 hace un llamado a todos los países para que adopten y apliquen políticas y programas de sentido común como los esbozados en las Directrices Globales para la Lucha contra el Antisemitismo.
Estas directrices ayudarán a gobiernos, instituciones y organizaciones de la sociedad civil a desarrollar medidas prácticas para garantizar la seguridad, la inclusión y la dignidad de las comunidades judías en todo el mundo.
Alguna vez pensamos que habíamos alcanzado, o al menos rozado, la etapa de recordar el antisemitismo en lugar de vivirlo. Pero hoy nuestras comunidades se ven forzadas a reconstruir sus sistemas de protección frente a un odio ancestral que ha regresado al centro del debate público. A pesar de este desafío, las comunidades judías siguen siendo resilientes.
El homenaje más significativo a las víctimas del Holocausto no está en los monumentos, sino en asegurar que las comunidades judías puedan vivir y prosperar sin miedo en cualquier sociedad. Ochenta años después de la liberación, nuestra realidad exige más que conmemoraciones: exige acciones.
La elección está clara. Ochenta años después, el momento de actuar es ahora.
*** Marina Rosenberg es la vicepresidenta senior de Asuntos Internacionales de la Liga Antidifamación (ADL).