
Paola Roig. EL ESPAÑOL
Paola Roig, la psicóloga de las madres: "Un niño al cole, otro a la guarde y a producir. Eso no es poner los cuidados en el centro"
La escritora y podcaster de 'La vida secreta de las madres' habla con EL ESPAÑOL tras publicar su primera novela: 'El café frío, la cerveza caliente'.
Más información: David Uclés, autor de la novela más vendida del año: "Hace 30 años, con este libro, ya me hubiera asegurado una carrera de por vida"
Paola Roig (Barcelona, 1989) es, sobre todas las cosas, psicóloga. Pero sería simplista definirla así porque, como si fuera una matrioska, dentro de esa Paola hay otras muchas Paolas. Está la madre, la feminista, la instagramer, la podcaster, la ensayista y, ahora, también la escritora que presenta su primera novela: ‘El café frío, la cerveza caliente’ (Bruguera). Por eso, quizás, está un poco más nerviosa de lo normal estos días, aunque esa sensación no le sea del todo desconocida, pues a lo largo de su vida se ha estrenado muchas veces y en muchos ámbitos.
Porque Paola, antes de tener a su primer hijo, era simplemente psicóloga. “Trabajaba con adolescentes en riesgo de exclusión”, cuenta en esta entrevista. Y después llegó todo lo demás. Se hizo instagramer buscando a otras madres que sintieran lo mismo que ella, fundó Pellapell (piel con piel) para acompañar en lo mental a las familias en la crianza, estrenó el pódcast ‘La vida secreta de las madres’ junto a Andrea Ros —con la que ha hecho una gira por toda España— y escribió dos ensayos: ‘Madre: escúchate, compréndete y date lo que necesitas’ y ‘La crianza imperfecta’.
Ahora, con todo ese bagaje detrás, atiende a EL ESPAÑOL para hablar de maternidad, pero también para desgajar a todas esas Paolas, para que los lectores sepan quién está detrás de un fenómeno editorial y viral que se explica por sí solo: habla de las preocupaciones de muchas mujeres y eso, habitualmente, acostumbra a ser sinónimo de éxito.

Paola Roig posa para EL ESPAÑOL. EL ESPAÑOL
P.-Háblame primero de cómo era la primera de todas estas Paolas Roig, la Paola hija.
R.-A veces me sigue sorprendiendo a lo que me dedico porque yo de pequeña era bastante tímida e introvertida. Me encantaba leer y, en mi familia, cuando salió Harry Potter, siempre me decían que me parecía al personaje de Hermione. ‘Tú eres como esa niña, siempre con los libros encima’ (sonríe).
P.-¿Cómo son su madre y su padre?
R.-Yo te diría que son padres lo suficientemente buenos que han hecho lo que han podido. Es verdad que siempre hay un tira y afloja entre padres e hijos, pero ahora mismo estoy bastante en paz con lo que hicieron por mí.
P.-¿A qué se refiere con ese tira y afloja?
R.-Bueno, a la recriminación que a veces hacemos hacia atrás. Cuando le dices a tu madre o a tu padre: ‘Podrías haber hecho esto mejor’. Pasa sobre todo cuando eres madre. Porque mi madre siempre me decía que yo iba a entenderlo cuando fuera madre y cuando he sido madre tampoco lo he entendido.
P.-¿Qué le recriminaba a sus padres, en concreto?
R.-Yo creo que lo que muchos millenial les hemos recriminado a nuestros padres: que nos podían haber validado más emocionalmente, que nos podrían haber comprendido un poco mejor, que nos podrían haber dicho que teníamos derecho a estar tristes en vez de decirnos que no nos quejáramos.
P.-Usted es psicóloga, pero también divulgadora, instagramer... ¿Cuántas Paolas hay dentro de Paola?
R.-Antes de ser madre yo era psicóloga y trabajaba con menores en riesgo de exclusión social, con adolescentes. Entonces me pasaron dos cosas. Por un lado, fui madre y vi que tenía un problema de conciliación, porque yo trabajaba por las tardes y los fines de semana. ¿Y cómo iba a seguir trabajando tardes y fines de semana con un hijo? Y, por otro lado, me di cuenta que durante la carrera de psicología no había estudiado nada de psicología del embarazo ni psicología posparto.
Pero a mí con la maternidad me estaban ocurriendo cosas de las que nadie me había hablado. Entonces empecé a investigar —porque soy muy curiosa— y descubrí la psicología perinatal. Me fasciné, la estudié en el posparto y no volví a mi trabajo. Fue entonces cuando empecé a escribir en Instagram para compartir lo que me estaba pasando y también con ganas de ver si a alguien le ocurría lo mismo. Entonces fue cuando conocí a Sam, mi socia, que también es psicóloga, y creamos Pellapell (piel con piel). Y desde ahí acompañamos a madres, padres y familias en maternidad y crianza.
P.-¿No volvió a su antiguo trabajo por haber empezado Pellapell o porque le era muy difícil compaginarlo con ser madre?
R.-Por las dos cosas. Yo, a veces, echo de menos trabajar con adolescentes porque me encantan, pero también me gusta mucho trabajar con mujeres que son madres. Y este mundo me fascina. Creo que nos pasa a muchas madres, que de golpe, durante un tiempo, todo nuestro interés se centra en la maternidad, las madres, los bebés.
P.-Y después de Pellapell llegó todo lo demás: ser instagaramer, podcaster...
R.-Montamos Pellapell y entonces conozco por redes a Andrea Ros, que es mi compañera en los pódcast. Las dos divulgábamos más o menos sobre los mismos temas y estábamos empezando a acompañar a grupos posparto. Así que un día le escribí, quedamos y sellamos una alianza muy bonita. Y un día le dije: 'Creo que tenemos que hacer un pódcast'. De ahí surge ‘La vida secreta de las madres’.
P.-¿No debe ser fácil compaginarlo todo?
R.-Es una locura si lo ves así, pero para mí ser instagramer surgió de una forma muy natural. Yo no tenía ninguna expectativa y simplemente quería explicar en redes lo que me estaba pasando y que alguien me dijese: ‘¡A mí también me pasa!’. Aquello gustó y la bola fue creciendo.
Ahora le dedico muchas horas, pero son horas que empleo de una forma muy natural. No me resulta un esfuerzo expresar lo que siento por escrito. Por ejemplo, igual estaba dándole la teta a mi hijo y escribía un post. Y así sigue siendo. Me pasa algo, lo subo y ya está, sin ninguna exigencia. Es verdad que ahora me resulta muy difícil contestar comentarios y todo esto. Me encantaría, pero ya no me da tiempo. Y lo del pódcast surgió un poco igual. Nació porque queríamos hacer algo divertido y... ahora se ha convertido en un trabajo.
P.-¿Renta más ser psicóloga o ser instagramer?
R.-A mí instagram no me renta directamente. Yo no hago publicidad ni soy influencer ni trabajo con marcas. Pero, obviamente, mi despacho de psicología bebe directamente de la gente que me conoce a través de redes. Entonces, indirectamente, sí me renta económicamente. Pero te diría que a largo plazo lo estable es la psicología, lo otro puede tener fecha de caducidad.

Paola Roig posa en Madrid antes de la presentación de su novela. EL ESPAÑOL
P.-¿Por qué esa 'obsesión' por la maternidad?
R.-Es que yo creo que estos procesos mentales nos ocurren cuando atravesamos algo. Obviamente, tú sabes que la infancia es importante y que la maternidad es importante, y mucho más siendo psicóloga. Pero cuando te pasa algo te das cuenta de que hay cosas que no sabes y, claro, descubres todo lo que no te han contando y te dan ganas de saber y saber más.
P.-¿Cómo es la Paola Roig madre?
R.-Es muy pesada (sonríe). Especialmente con ella misma. Pero creo que no es muy diferente a lo que le pasa a otras madres que están criando. Nos sometemos a esa sobreexigencia en la que pensamos que es posible criar sin gritos y criar de una manera ideal. Y por eso digo lo de pesada. Porque soy muy exigente, me siento culpable y... Bueno, también lo disfruto mucho, eh. Tener un hijo es la experiencia más brutal que he vivido en mi vida. Pero brutal en todos los sentidos.
P.-¿Hay que aprender que es imposible no cometer errores?
R.-Es algo que intento transmitir mucho porque recuerdo a algunos divulgadores que leía que, ostras, me generaban una tensión y una exigencia que a mí no me iba nada bien. Yo lo que intento transmitir es esa ambivalencia de claros y oscuros. Yo también me equivoco, y grito, y a veces hago chantajes, y luego lo reparo y no pasa nada. En el fondo, creo que las madres queremos controlar lo incontrolable.
P.-¿Somos más conscientes ahora los padres de nuestros errores que las generaciones anteriores?
R.-Yo creo que está bien que cada generación pueda ver un poquito más que la anterior porque de eso va el progreso, pero creo que hay una parte de nuestra generación que se ha pasado de frenada completamente. Y hay cosas que no podemos controlar.
P.-Escribe en el libro: "Una madre tiene que saber de educación Montessori, de nuggets con brócoli...". ¿Tienen más presión las madres de ahora que las de antes?
R.-Parece que tenemos que hacer un doctorado en todo. Tuve una paciente que se había informado tanto durante el parto que, cuando dio a luz, sufría estrés porque no podía leerse todo lo que quería, porque la teoría era inacabable. Yo creo que no hace falta ser de todo (nutricionistas, educadoras, psicólogas). Creo que cada madre tiene que querer ser la madre que es. Me explico. Igual no eres la madre de los nuggets con brócoli, pero sí la que es muy espontánea jugando o la que cocina con sus hijos. Creo que se está perdiendo espontaneidad con tanta teoría.
P.-¿Hay dos Paolas Roig: una antes de ser madre y otra después?
R.-La esencia sigue estando ahí. Pero sí, yo creo que la maternidad es uno de los procesos de transformación mas grandes que hay. Pero es verdad que ese cambio nos da mucho miedo. Hay mucha presión, en general, para que vuelvas a ser la madre que eras antes. Y lo digo en cuanto al cuerpo y también en lo social, desde el punto de vista productivo. Eres madre y tienes que producir lo mismo que antes. Pero sí, claro que cambias. No me imagino a un preadolescente diciendo que no va a cambiar. Pues es lo mismo.
P.-Da la sensación de que eres madre y, sin embargo, tienes que producir igual que antes. ¿Cómo solucionamos eso?
R.-Es que no podemos hablar de maternidad sin hablar del contexto social en el que la estamos viviendo. Es decir, cuando yo soy madre y a los cinco meses me obligan a separarme de mi bebé —y a mi pareja también— porque si no trabajas no puedes pagar el alquiler, entonces la maternidad se se convierte en algo para privilegiados.
Esto es como ahora que hemos visto la serie de ‘Adolescencia’. Está todo el mundo muy alarmado. Pues vale. Pero es que si no vamos a la prevención. La gente dice: ‘Tenemos que pasar más tiempo con nuestros adolescentes’. ¿Cómo? Si estamos fuera trabajando, si estamos contestando correos a las siete de la tarde. Creo que necesitamos un cambio para volver a poner los cuidados de nuevo en el centro.
P.-¿Tenemos hijos para que nos los cuiden otros?
R.-Claro, porque te hablan de volver a llevar los cuidados al centro y en realidad de lo que te hablan es de externalizar los cuidados: el niño a la guardería, el otro al colegio, el abuelo a la residencia... Y todos a producir. Eso no es poner los cuidados en el centro.
P.-¿Están preparadas las madres para serlo antes de ser madres? Y podría hacer la misma pregunta en relación a los padres.
R.-A ser madre se aprende siéndolo. Parece que queremos hacer un curso preparatorio para la maternidad y está bien tener información, pero que no se nos olvide que las cosas se aprenden mientras se hacen.
P.-¿Qué le diría a una madre que todavía no lo ha sido?
R.-Que busque a otras madres con las que compartir su experiencia. Creo que ahí está la clave de todo y es de lo que más nos falta ahora mismo. Llenamos con teoría y con reels de Instagram los huecos que deberíamos llenar con comadreo, con juntarnos las madres y compartir.
P.-¿Y qué le diría a una madre que acaba de serlo?
R.-Lo mismo. Y que ponga el foco en la madre que es y en cuidarse.
P.-¿Qué tienen en común las madres que van a su consulta después de ser madres?
R.-Hay una cosa común a todas que es la sensación de ahogo, de no llegar, de sobrecarga. Creo que es como nos sentimos. Si tú le preguntas a una madre cómo está, seguramente te dirá: ‘Bien, pero cansada’.
P.-Ahí aparece también ese sentimiento de culpa. En el libro, por ejemplo, Mariona se siente culpable por no darle a su segundo hijo la misma educación que al primero.
R.-Yo creo que sí. Creo que hay una parte de culpa que es necesaria. Es decir, la culpa como emoción que nos permite cuestionarnos temas morales y nos permite reparar. Lo que pasa es que, a veces, a las madres nos pasa que nos quedamos atascadas en un bucle de culpa del que no hay forma de salir. Y creo que ocurre porque históricamente el peso que tenemos las madres es enorme. La culpa actúa muchísimo más fuerte en mujeres que en hombres.
P.-¿Por qué más en las mujeres?
R.-Porque la culpa ha sido también una herramienta de control de la mujer.
P.-¿Se le ha exigido menos al hombre?
R.-Yo creo que sí. Es que hay madres que se siente culpables por sentirse culpables. Yo no veo a padres sentirse culpables por tonterías. Igual deberíamos fijarnos un poco en qué están haciendo los papás. Luego creo que hay padres implicados y presentes que tienen emociones parecidas a las de las madres y otros que no. Creo que la mayoría de los padres no están implicados y presentes.
P.-En el pódcast entrevistó a Cristina Pedroche. ¿Es del ‘team Pedroche?
R.-Yo soy siempre del ‘team’ de cualquier mujer que aprovecha su altavoz para visibilizar temas complicados. Y creo que ella es muy valiente. Porque te digo una cosa: ‘No he visto a ninguna entrevistada con ese nivel de ‘hate’ que se le tiene a ella’. Y no dijo nada que no podamos haber vivido otras madres.
P.-Entonces, ¿por qué tanto odio hacia ella?
R.-No me lo explico. Creo que es envidia.
P.-Hablando de otro de los temas que deja caer su libro. ¿Son los niños una bomba de relojería para las parejas?
R.-Fíjate, creo que los niños son espejos. De repente, tu hijo te pone delante cosas tuyas que igual no te gustan mucho y también hacen efecto espejo con la pareja. De repente, hay cosas de tu pareja que igual antes de tener hijos podías sobrellevar. O podías no mirar. O no se te habían puesto delante. Eso no quiere decir que las parejas acaben en ruptura. Pero está claro que cuando nace un bebé en la pareja es sinónimo de crisis, y la crisis te puede servir para crecer... o no. Porque a tu pareja no la conoces como padre y como madre y, ojo, igual no te habías imaginado que fuera así. Entonces se puede salir reforzado o puede romperse algo.
P.-En el libro da la sensación de que Mariona quiere que Alberto dé un paso más y, sin embargo, él no lo da.
R.-Yo creo que a veces falta ese paso. Pero bueno, es que hay algo que no puedes pedir: y es que el otro sea algo que no es.
P.-¿Hablan mucho las madres de los padres?
R.-Es un temazo porque, al final, tal y como yo me lo imagino, al principio está una madre sosteniendo a su bebé y la pareja debe sostenerlos a los dos. Si no hay ese sostén... Y ocurre lo mismo con las madres solteras. Que necesitan a los abuelos, a los tíos, a los amigos... Las madres necesitan esa red. Si no, la salud mental de la mamá está en peligro.

Paola Roig, en Madrid. EL ESPAÑOL
Y eso es lo que vemos mucho en consulta. Si hubiese más parejas corresponsables... Pero no sólo para lavar los platos, sino para acompañar a la madre en lo emocional. Entonces la salud mental de la madre estaría mucho mejor.
P.-¿Hay buenos y malos padres?
R.-Me gusta decir —y no es un concepto mío— que hay padres y madres lo suficientemente buenos. ¿Qué quiere decir esto? Pues que atiendas a tu bebé cuando lo necesita, que le enseñes el mundo y que le des unos cuidados básicos. Con eso ya estaría.
P.-En el libro no salen muy bien parados los padres. Escribe: ‘Los padres reales no son los que están en plegaria, sino los que están en el salón viendo el fútbol’. ¿Eso lo retrata así por su experiencia o porque ha querido que el personaje sea así?
R.-Fíjate que mi padre, por ejemplo, no es ese estereotipo. Pero sí creo que venimos de una herida muy grande con la figura paterna. Pero me gusta pensar que estamos en un momento de transición y que va a cambiarse. Pero no ahora, de repente.
La función del padre antes era traer dinero a casa. Ahora esto ha cambiado. Las mujeres también estamos trabajando y teneos que cambiar eso. Pero no es algo que vaya a ir rápido. Pero este momento de transición está doliendo mucho porque es mucho el peso que tenemos que soportar nosotras.
P.-Ya las últimas. ¿Una recomendación para padres primerizos?
R.-Que te lo tienes que poner fácil. Ya bastante tenemos con un sistema en el que no es fácil criar, con una inexistente conciliación y con unos padres que no te pueden ayudar porque trabajan. Cada vez tenemos menos red, así que vamos a ponérnoslo fácil. Y vamos a intentar cambiar las cosas micro.
P.-¿Una recomendación para una buena madre?
R.-No hace falta que seas perfecta porque nadie lo espera. A veces se nos olvida que nuestros bebés nos conocen desde lo más íntimo. Es decir, han estado dentro de nosotras. Y el bebé no espera que seas una madre que no eres. Ya te conoce.
P.-Y una recomendación de una madre para un padre.
R.-Si te lo estás perdiendo, que no te lo pierdas. Y si ya estás presente, que trates de hacer equipo.