
Madeleine McCann y Christian Brueckner
Las pruebas que Christian Brueckner ocultó de la muerte de Madeleine McCann: textos sobre "secuestros" y "abusos"
Tras salir a la luz, la Fiscalía alemana insta a la Policía británica a actuar antes de que salga de prisión en septiembre.
Más información: Encuentran pruebas de que Madeleine murió: el principal sospechoso del asesinato las guardaba en un disco duro.
Faltan exactamente 132 días para que Christian Brueckner, el principal sospechoso del caso Madeleine McCann, recupere la libertad. Y con ello, se desvanecería la última posibilidad de resolver el misterio más mediático de las últimas dos décadas. La Fiscalía alemana, consciente de ese riesgo, ha lanzado una petición formal a la Policía Metropolitana británica: reactivar de inmediato la investigación y colaborar estrechamente antes de que sea demasiado tarde.
Brueckner cumple actualmente condena en Alemania por la violación de una turista en 2005. Pero su salida está programada para el 17 de septiembre. Los fiscales, que desde hace años lo señalan como el autor del crimen contra Madeleine, temen no tener tiempo suficiente para presentar nuevos cargos. Y sin pruebas forenses, cualquier intento de procesarlo por la desaparición de la niña podría fracasar.
Las autoridades alemanas insisten: esta vez no se trata solo de sospechas. El reciente hallazgo de un disco duro en una fábrica abandonada propiedad de Brueckner ha cambiado las tornas. En él, hay documentos, imágenes y confesiones que, según el fiscal Hans Christian Wolters, constituyen una "prueba física" de que Madeleine murió el mismo año en que desapareció.

Christian Brückner, a la izquierda, junto a su abogado en los tribunales este octubre en Alemania.
Una petición desesperada
El nuevo ángulo judicial se ha trasladado al ámbito diplomático. Según revela The Sun, los investigadores alemanes han pedido oficialmente a los responsables de la Operación Grange —la unidad británica encargada del caso desde 2011— que dejen de limitarse a recibir pistas y retomen un papel activo en la investigación.
"La mejor opción para evitar que Brueckner salga impune es una intervención firme desde Reino Unido", señaló una fuente cercana al caso. "Pero necesitan estar dispuestos a tomar las riendas. El tiempo juega en contra, y los jueces alemanes exigen una base legal impecable para actuar".
El problema es técnico pero también político. A pesar de que Alemania tiene en su poder más de 20.000 páginas de evidencias traducibles al inglés, la lesgislación actual impide a los fiscales formular cargos sólidos sin una cooperación bilateral efectiva. Y la Operación Grange, aunque todavía financiada, considera oficialmente que Madeleine "sigue desaparecida".
El archivo clave —un disco duro de 80 GB— se encontró en 2016 gracias a un perro rastreador. Estaba escondido en una cartera, junto a seis memorias USB y dos tarjetas SD. Todo ello formaba parte de un escondite secreto en una fábrica que Brueckner había comprado años antes.
Los dispositivos contenían textos y vídeos que describen con crudeza secuestros, abusos sexuales, y escenas escalofriantes que han convencido a los fiscales de que Brueckner no solo raptó a Madeleine, sino que la asesinó poco después. El material incluye también conversaciones por Skype con otros pedófilos y fotos perturbadoras del sospechoso posando desnudo cerca de la presa del Arade, uno de los lugares más buscados durante la investigación.
Pese a la contundencia de los hallazgos, las pruebas no se habían hecho públicas hasta ahora. La razón: se temía que no fueran suficientes para lograr una condena, y que revelarlas pudiera perjudicar futuras acciones legales. Pero con la liberación inminente de Brueckner, ese margen de prudencia ha desaparecido.

Los padres de Madeleine McCann junto a un cartel con la imagen de su hija.
El último intento
El fiscal Wolters ya lo advirtió en 2020: "Creemos que Madeleine está muerta". Ahora, esa convicción se apoya en pruebas tangibles. Pero sin cooperación internacional, podría no traducirse en justicia. Y eso es lo que más preocupa a los padres de la niña, Kate y Gerry McCann, que han sido informados del giro reciente.
La presión pública vuelve a crecer. En Reino Unido, el Gobierno aprobó el mes pasado una nueva partida de 108.000 libras para mantener viva la Operación Grange. Pero Alemania quiere más: quiere que los británicos asuman su parte en un proceso judicial que ya no puede demorarse. Entre tanto, Brueckner permanece en su celda. Pero no por mucho tiempo. Si no hay una orden de arresto renovada antes de septiembre, o nuevos cargos sólidos por el caso McCann, su salida será inevitable.
Los fiscales alemaners ya tienen preparada su última carta: procesarlo por el asesinato de Madeleine. Pero necesitan que Reino Unido aporte pruebas adicionales, gestiones solicitudes de información y —quizá lo más importante— deje de tratar el caso como una simple desaparición.
La escena internacional mira ahora hacia Londres. Si los británicos no actúan, el sospechoso número uno del caso más famoso de Europa podrá volver a caminar libremente. Y eso, para los investigadores alemanes, sería algo más que un fracaso: sería una injusticia irreversible.