Vista posterior de un grupo de adolescentes en clase.

Vista posterior de un grupo de adolescentes en clase. skynesher Istock

Historias

Identificar signos de alerta o reconocer las emociones: las claves de los talleres sobre salud mental para adolescentes

La Fundación ANAR y Women' secret se han unido para ofrecer talleres a los estudiantes en sus centros en pro de su bienestar emocional. 

Más información: Por qué los suicidios ya no son la primera causa de muerte no natural en España: el impacto de la concienciación social

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La Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo), más concretamente el departamento de educación, lleva desde el año 2003 haciendo prevención de distintas problemáticas a través de talleres en los centros escolares, teniendo en cuenta viendo las peticiones de ayuda que reciben en sus Líneas de Ayuda (Teléfono/Chat ANAR) sobre las preocupaciones de niños, niñas y adolescentes.

Tan solo en 2023 atendieron a 256.263 llamadas y mensajes, de los cuales 18.993 fueron identificados como casos graves. Una petición de ayuda donde, la ideación o intentos de suicidio ocupaban el 20,1% de las consultas. 

Sin embargo, cuando hablamos de atención a través de las líneas de ayuda nos referimos fundamentalmente, aunque no solo, a la intervención. Pero no podemos (ni debemos) olvidar la importancia de la prevención, que es vital en estas situaciones. Es por ese motivo que desde la entidad se han puesto manos a la obra para, dice Graciela Sánchez Ramos, directora de educación en la Fundación ANAR, "intentar que ellos [los jóvenes] sean conscientes de los riesgos que puedan tener". 

El método de actuación es sencillo: las psicólogas de ANAR acuden a los centros, escuchan las problemáticas y acompañan a los adolescentes a pensar soluciones, porque también se trata de devolverles "el gran poder de grupo que tienen para cambiar las cosas".

El objetivo es, dice Sánchez Ramos, "construir una sociedad en la que, idealmente, no hubiese ningún problema, pero como eso no es posible, intentamos sobre todo construir una sociedad un poco más humana, más solidaria, en la que se pueda vivir mejor y en la que ellos tengan el menor tipo de problemas posibles". 

Aunque la cuestión no ha sido tarea sencilla, principalmente por el factor de adaptar estas dinámicas a los jóvenes, han sabido adaptarse. "Hoy en día todo lo que es el material audiovisual les conecta muchos y a nosotros nos sirve como herramienta que les ayuda a pensar. Utilizamos muchísimos vídeos de situaciones en las que representamos un problema para que puedan opinar y hablar mientras les vamos guiando", explica la directora de educación de la organización. 

Así pues, aunque en un proyecto todavía en su versión piloto, la entidad está desarrollando una serie de talleres para trabajar en beneficio de la salud mental de las generaciones venideras

Un 'fake' bienestar

Uno de los ejes principales de esta iniciativa se sustenta en ayudar a los adolescentes a identificar qué situaciones les generan bienestar o malestar. Desde la fundación les plantean un interrogante: "Si fuerais un puzle y tuvierais distintas piezas para formarlo a partir de bienestar emocional, ¿cuáles serían vuestros básicos?". 

Son muchos quienes mencionan la parte de la salud física, pero también, cuenta Sánchez Ramos, "hablamos de la importancia de que si uno no tiene energía no va a poder tenerla ni para los estudios ni para sus relaciones". Motivo por el que salen a la palestra factores como las relaciones sociales, la gestión de emociones ante un fracaso, las redes sociales o el ocio. 

Graciela Sánchez Ramos, directora de educación de la Fundación ANAR, impartiendo un taller en un centro.

Graciela Sánchez Ramos, directora de educación de la Fundación ANAR, impartiendo un taller en un centro. Cedida

En el primer escenario, el de las relaciones sociales, ponen el foco en los aspectos tóxicos, haciendo "mucho hincapié" en que tiene que haber un equilibrio. "Se tiene que escuchar y atender de forma recíproca. Cuando nos encontramos en una amistad o en una relación de pareja en las que nosotros estamos sacrificando todo para adaptarnos al otro, no se suma bienestar, todo lo contrario", aclara la experta. 

Aunque a veces no hace falta un segundo en discordia. Ellos mismos son "sus peores enemigos, los que más caña se dan", subraya Sánchez Ramos. De ahí la importancia de la salud mental. Y lo explica: "Hay que aprender a poner límites de forma asertiva, a poder decir que no a cosas que hacen daño, a relaciones tóxicas o a planes que no apetezcan". 

En lo académico, tratan cómo abordar una mala noticia, tal como un suspenso o una nota inesperada. "Les ayudamos mucho a que no se exijan, que acepten cosas que no puedan cambiar y, en las que sí pueden, que vean qué medidas pueden poner. Y, sobre todo, a no compararse con los demás". 

Respecto a las redes sociales, explica Sánchez Ramos, les animan a "no dejarse llevar por la presión y a que aprendan a distinguir lo falseado, los filtros, las apariencias y las exageraciones". Esto incluye conversaciones sobre la importancia de no chatear con desconocidos para evitar el grooming o que no usen las redes para ponerse en riesgo, como podría ser a través del sexting

En cuanto al ocio, les explican qué tipo es saludable o cómo hacer una interpretación correcta de los conflictos. "Trabajamos mucho la autocrítica, que sean capaces de ver qué poder tienen para cambiar aquellas cosas que les están afectando. Cómo les pueden dar la vuelta", comenta la directora de educación de la fundación. 

Sesgos de género

Una vez más el género tiene su brecha. En este caso, asegura Sánchez Ramos, ven diferencias en la importancia de pedir ayuda. Y lo justifica: "Todavía están los patrones muy instaurados y al hombre le dicen que tiene que ser fuerte y eso implica no pedir ayuda, resolver las cosas por sí mismo y no expresar los sentimientos". 

Razón por la que, indica, esto tiene mucho que ver con "cómo nos construimos como a hombres y mujeres". Aunque, si bien es cierto que son ellas quienes tienen más tendencia a acudir en busca de ayuda, la portavoz de ANAR sostiene que cada vez son más las mujeres no quieren expresar lo que sienten por miedo a ser juzgadas

Emociones "prohibidas"

Ansiedad, autoexigencia o estrés son algunos de los síntomas que expresan los jóvenes con mayor frecuencia. Sin embargo, señala Sánchez Ramos, expresar emociones como el miedo, la inseguridad, la duda o la vergüenza "está prohibido", porque "vivimos en una sociedad que niega los duelos". Motivo por el que en los talleres tratan de darle la vuelta a esta afirmación. 

"Lo que hacemos es trabajar una serie de falsas creencias, como que la salud mental es estar siempre feliz", explica la directora de educación de la fundación. El bienestar "tiene que ver a veces con atravesar ciertos duelos y poder expresarlos", continúa. 

Graciela Sánchez Ramos, directora de educación de la Fundación ANAR.

Graciela Sánchez Ramos, directora de educación de la Fundación ANAR. Cedida

Y es que pecisamente esta falsa creencia es lo que lleva a los jóvenes a consumir alcohol. "Cuando quieren ligar con alguien no es lo mismo que esté la bebida de por medio si sale mal, porque justificas que estabas borracho y así evitas expresar los miedos inherentes a esa situación. Eludes la etiqueta de pardillo al hacerlo bajo los efecto del alcohol", expone. 

Por eso, asegura Sánchez Ramos, "hay que trabajar mucho esas emociones. Es necesario, forman parte de la vida del ser humano y no por sentirlas somos menos, ni raros, ni valemos menos que el resto". 

¿Cómo trabajan en ello? Lo hacen a través de casos dinámicos para que los jóvenes vayan hablando en primera persona, porque, de otro modo, "es muy difícil". Y es que, de no hacerlo, el malestar no hará más que aumentar. "Aquello que sientes se va haciendo cada vez más grande y se trata de intentar solucionarlo. Si no te desahogas, si no lo cuentas, toda esa ansiedad, esa angustia, te la vas quedando en tu propio cuerpo", comenta. 

A raíz de la represión emocional, además, vienen problemas mayores. Y lo explica Sánchez Ramos con un ejemplo: "Si me lo quedo todo, me vuelvo como una pompa aislada. No me relaciono con nadie y eso genera aislamiento". Y puede incrementar más aún la gravedad. De no pedir ayudar, dice la experta, "pueden llegar a autolesionarse, a tener ideación suicida o a intentarlo, a sufrir depresiones, angustia y tristeza". 

Desmontando mitos

Son muchos los conceptos erróneos que rondan la sociedad, especialmente entre los más jóvenes. Porque, como ocurre con prácticamente todos los aspectos de la vida, en la salud mental se toman como ciertos (muchos) mitos que terminan generando malestar y confusión entre quienes deben hacer frente a duelos. Y este se ha convertido en otro de los puntos a tratar desde los talleres. 

¿El primero? La idea de que para ser aceptados tenemos que ser como los demás. Porque, deja claro Sánchez Ramos, "lo normal es la diferencia y convivir con ella". Sin embargo, asegura, "en nuestra sociedad se asigna a esa diferencia un juicio de valor comparando las diferencias entre sí y concluyendo que una tiene que ser buena y otra mala, pero no lo es". 

Y esto lo vemos reflejado una y otra vez en el día a día de los jóvenes. "Se pasan la vida haciendo cosas como, por ejemplo, ir a una fiesta que no les apetece o beber alcohol, pero tienen que ser igual que los demás y eso afecta a su salud mental", indica la experta. 

¿El segundo? La inmediatez de las redes sociales. "Pueden estar con una pareja, romper y a la semana siguiente tener otro", asegura. Aunque la realidad dista un poco de esta idea y así lo cuenta Sánchez Ramos: "Cualquier vínculo humano, cualquier relación de amistad, de pareja o familiar se va construyendo poco a poco. Todo en la vida, todas las cosas importantes, implican un proceso". 

¿El tercero? El yoísmo. "Nos venden que tienes que centrarte en ti, que tienes que quererte, cuidarte... Y sí, pero sin olvidar que somos seres en relación y no pueden centrarte única y exclusivamente en ti y en tus necesidades, sino en cuáles son las necesidades del otro y que ellos, a su vez, cuiden las mías", indica la directora de educación de ANAR. 

Objetivo: prevención

Retraimiento social, una relación distinta con amistades y familiares o abandono de hobbies pueden ser mostar que algo no va bien. En el caso de los profesores, por ejemplo, podría ser sospechosa una bajada del rendimiento que no se aplica a un duelo. 

Sentimientos que hablen de desesperanza, desamparo, desesperación o despedidas inusuales son algunos indicadores a los que debemos prestar más atención. Dolores de cabeza, de estómago o vómitos que no se explican por ninguna causa biológica, señala Sánchez Ramos, también nos podrían estar dando estas señales. 

Graciela Sánchez Ramos, directora de educación de la Fundación ANAR.

Graciela Sánchez Ramos, directora de educación de la Fundación ANAR. Cedida

Si algo tiene claro la directora de educación de la fundación es que "no tenemos que silenciar o mirar para otro lado. Eso indica que esa persona necesita ayuda y si no la pedimos en su nombre a lo mejor ella no va a ser capaz de hacerlo y se va a ver en una situación de sufrimiento innecesaria". E insiste: "Si tú pides ayudas, vas a encontrar soluciones. Si no, vas a pasarlo mal sin necesidad". 

La salud mental fue la primera causa de petición de ayuda por parte de los niños, niñas y adolescentes que contactaron con las Líneas de Ayuda ANAR. Para dar visibilidad a esta realidad, Women’secret ha puesto en marcha la iniciativa solidaria Real Changers, y destinará fondos para becar a profesionales y realizar talleres con adolescentes para contribuir a sensibilizar en la mejora de esta materia y colaborar con la Fundación ANAR.

Su propósito es "dar herramientas a los adolescentes para poder manejarse en cosas que les causen malestar o que les genere dolor, que sean conscientes de que es importante pedir ayudar y que sus problemas tienen solución". La intención, continua la experta, es que "sean capaces de fomentar la autocrítica para aprender a relacionarse con los demás, que no se autocastiguen y que puedan hablarse bien a sí mismos". 

"Este tipo de problemas es como tener una presa que tiene unas puertas de contención. Si soy capaz de cuidar a los otros y de cuidarnos mutuamente, el agua no se va a desbordar, pero si somos nosotros los que entramos a la competitividad, a señalar, a juzgar... Cómo no va a haber depresión u otros problemas de salud mental", concluye Sánchez Ramos.