
Boticaria García resuelve si es mejor consumir azúcar o sacarina a diario.
¿Es mejor usar azúcar o sacarina? La respuesta de Boticaria García que debes aplicar cada día
La experta resuelve el dilema para llevar una alimentación equilibrada y saludable a largo plazo.
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A la hora de seguir un estilo de vida saludable y una alimentación equilibrada, una de las primeras cosas que los expertos en nutrición recomiendan es reducir la ingesta de azúcares simples, así como de endulzantes. Sin embargo, hay quienes encuentran en esta misión algo verdaderamente imposible y buscan conocer cuál de las dos opciones es la mejor alternativa diaria.
El azúcar es, en cierto grado, necesaria para el correcto funcionamiento del cerebro; sin embargo, un exceso de esta acarrea problemas en el largo plazo como son la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares u obesidad. Por su parte, los edulcorantes aportan ese apetecible toque dulce sin alterar la glucosa ni aportar calorías, lo que limita los efectos sobre el peso o la resistencia a la insulina.
Boticaria García resuelve sin rodeos la dicotomía: "La mejor opción es la sacarina". Pero esto viene acompañado de una explicación en profundidad, pues su impacto en el organismo no es tan simple como la directa afirmación hecha por la experta.
Azúcar vs. sacarina
El azúcar tiene un impacto directo en nuestro cuerpo. Consumir alimentos azucarados eleva el nivel de glucosa en nuestra sangre y con ello se activa el sistema de recompensa de nuestro cerebro, el cual libera dopamina. Esta sustancia química nos hace sentir placer y, en consecuencia, nos impulsa a seguir buscando más alimentos dulces con el fin de experimentar esa sensación satisfactoria.
Una exposición prolongada al azúcar nos conduce a desarrollar tolerancia a la misma, es decir, que cada vez necesitaremos consumir más para alcanzar el mismo grado de placer. Entrar en esta rueda puede traer consecuencias graves, pues, el consumo excesivo está asociado a problemas de la salud como enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes tipo 2.

Boticaria García advierte sobre el consumo de edulcorantes artificiales.
Sin embargo, como antes se mencionaba, el azúcar es necesario para el correcto funcionamiento neuronal. Eso sí, en su forma natural y sin procesar, como podemos encontrarla principalmente en las frutas a través de la fructosa.
Por otro lado, los edulcorantes artificiales como la sacarina si bien son una alternativa más saludable, ya que proporcionan ese agradable sabor dulce sin aportar calorías, elevar los niveles de glucosa en sangre, ni activar el sistema de recompensa de una manera disparada, "no todo es inocuo en ellos", señala Boticaria.
La realidad es que el consumo de edulcorantes "puede alterar la sensación de saciedad, haciendo que nuestro cuerpo no reconozca cuando está satisfecho", explica la nutricionista. Además, "pueden modificar nuestra preferencia por sabores dulces", incide.
Y si buceamos más en el efecto no tan positivo de los mismos, estudios realizados sugieren que el consumo frecuente de estos edulcorantes artificiales como la sacarina pueden afectar la microbiota intestinal.
La mejor opción
Boticaria García resuelve que, si hay que elegir entre azúcar y sacarina, la mejor es la segunda opción, pero "la realidad lo mejor sería evitar ambos y disfrutar del sabor auténtico de los alimentos", aclara.
La clave está en aprender a apreciar los sabores naturales en lugar de depender de la dulzura artificial o excesiva. Esto no solo ayuda a mantener un equilibrio en nuestra alimentación, sino que también fomenta una relación más saludable con la comida, basada en el disfrute y el respeto por nuestro cuerpo.
Aunque la sacarina puede ser una alternativa más segura en términos de salud metabólica, lo ideal sería reducir al máximo el consumo de edulcorantes y centrarse en una alimentación equilibrada y variada. La dulzura natural de frutas, verduras y otros alimentos no procesados puede ofrecer esa satisfacción que buscamos sin los riesgos asociados a los azúcares y endulzantes artificiales.
La clave está en la moderación y en aprender a valorar los sabores auténticos, para cuidar nuestra salud a largo plazo y disfrutar de una alimentación más plena y consciente.