Eden Golan.

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Columnas PASSING SHOT

Si RTVE no quiere israelíes en Eurovisión, ¿por qué no renuncia a participar en el festival?

RTVE podría, simplemente, amenazar con retirarse de Eurovisión y ahorrarse el enésimo bochorno para disgusto de casi nadie.

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El comunicado en el que RTVE pide que se "debata" el veto a la participación de Israel en Eurovisión muestra hasta qué punto se ha institucionalizado ya en España un lenguaje que hasta ahora era exclusivo de la izquierda radical.

Es ese lenguaje que permite "plantear cuestiones delicadas" que a los demás normalmente no les interesa plantearse.

Es ese lenguaje que permite poner "incómodos debates" sobre la mesa, como pide el comunicado, aunque en realidad todos sabemos que RTVE no espera ni va a permitir ningún debate digno de este nombre. Debate que, además, sólo podrá cerrarse con una única conclusión por todos conocida de antemano.

Es un lenguaje profundamente cobarde, por cuanto siempre disimula posturas definitivas tras debates ficticios, estériles y manipulados que sólo sirven para fingir que la suya es la única respuesta lógica y la única conclusión aceptable.

Que les permite evitar responsabilizarse de lo que implica defender una postura propia discutida y discutible.

Que les permite incluso evitar la responsabilidad de abrir un debate en el que, además, cada día se hace más difícil diferenciar entre ese antisionismo que consideran tan legítimo y el puro y más racista antisemitismo.

Cuando RTVE llama a "abrir un debate" sobre la participación de Israel en el festival de Eurovisión, lo que está haciendo es buscar aliados para expulsarlos sin tener que asumir los costes de hacerlo. Sin tener que hacer ni el más mínimo sacrificio para hacerse digno de la superioridad moral de la que presumen.

Ni el más mínimo, digo.

Si esto se tratase de una batalla entre colegas, entre la televisión pública española y la televisión pública israelí, el asunto provocaría un pequeño disgusto entre los amantes de lo público, pero sería totalmente irrelevante.

Si el tema fuese realmente Eurovisión, digo.

RTVE podría, simplemente, amenazar con retirarse del certamen y ahorrarse el enésimo bochorno para disgusto, diría yo, de casi nadie.

No voy a abrir ahora el melón de los eurofrikis, pero es evidente que Eurovisión es sólo una excusa para seguir haciendo politiquería barata y de marca blanca a un coste prácticamente nulo. Seguramente siempre ha sido así y ya desde sus orígenes la política pesaba más que los gorgoritos.

Pero digamos que entre la aspiración a unificar Europa a través de las artes y este agitprop socialista de los últimos años y al que nos vemos sometidos dista un mundo.

Podría nuestro Gobierno abrir de verdad y de una vez por todas una crisis diplomática con el estado de Israel, si es que al presidente se le hacen las largas las horas de Falcon y no encuentra ningún otro melón por abrir en política internacional.

La polémica de Eurovisión quizás parezca una cuestión menor ahora que vuelve Sánchez de sus ofrendas florales y sus reverencias frente a antiguos tiranos orientales, y de postularse (y postularnos) como siervos preferentes de la nueva y modernísima tecnotiranía China.

Pero el comunicado de RTVE es un bonito recordatorio de que los socialistas son gente seria y de principios, y que no olvidan quiénes son sus auténticos enemigos.

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