Imagen de ‘Mariliendre’.

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Crítica | ‘Mariliendre’: un drama musical con brilli brilli que nos recuerda lo incómodo que resulta hablar de la verdad

El próximo 27 de abril se estrena en atresplayer esta nueva serie creada y dirigida por Javier Ferreira.

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El próximo 27 de abril llega a atresplayer Mariliendre. Una serie que recientemente ha hecho historia en el Festival de Málaga, al ser la primera serie que se exhibe dentro de la sección oficial (fuera de concurso) y que sirvió de broche al certamen en el que la cinta Sorda se alzó como mejor película.

Como aperitivo, Atresmedia estrenó los dos primeros episodios de esta ficción creada y dirigida por Javier Ferreira, y que está producida por Suma Content, la productora de Javier Calvo y Javier Ambrossi, Los Javis. Una rara avis dentro de las series españolas, pues se trata de un musical.

Blanca Martínez Rodrigo es Meri Román, una joven cuyos amigos, con los que sale de fiesta y comparte confidencias, son homosexuales. Por ello, ella es su mariliendre, término un tanto en desuso, y que tradicionalmente se solía definir como la mujer que se pega a los gays como las liendres. Un concepto al que hasta María Lapiedra le dedicó una canción.

Pero aquello es historia, ocurrió hace 10 años. Ahora, Meri está sola, y ninguno de esos gays la acompañan al funeral de su padre (Mariano Peña). Porque algo pasó, algo grave la distanció de todos ellos, y el espectador la tomará de la mano a lo largo de seis episodios para saber qué ocurrió y por qué ya nadie le quiere ni responder el teléfono.

Mariliendre es una serie interesante, que podrá tocar la fibra de aquellas personas LGTBIQ+ que ronden los 30 y 40 y tantos años, aquellos que vivieron una noche madrileña en la que sonaban temas como Yo quiero bailar de Sonia y Selena, o Miro la vida pasar de Fangoria. Una celebración, como decían los Javis en su presentación, del momento en el que las personas del colectivo se dan cuenta de que pueden y merecen ser felices.

Imagen de la presentación de 'Mariliendre' en el Festival de Málaga.

Imagen de la presentación de 'Mariliendre' en el Festival de Málaga.

Una celebración que se riega de alcohol y estupefacientes, y en el que primero se nos muestra el lado divertido de la fiesta, del colocón. Pero sabemos que en un grupo en el que es habitual doblar, esto es, perder el conocimiento por exceso de sustancias, la cosa no puede acabar bien. Que alguno, o algunos, tendrán que pagar prenda, y lo comprobaremos.

Meri es una reina de Chueca destronada, repudiada y olvidada, cuya cara ya no recuerdan los porteros que antaño le preguntaban dónde se compraba la ropa. Por ello, y a pesar de que todo pueda parecer diversión y brilli brilli, Mariliendre es un drama.

Blanca Martínez Rodrigo y Martin Urrutia en 'Mariliendre'.

Blanca Martínez Rodrigo y Martin Urrutia en 'Mariliendre'.

De Azúcar Moreno a Chenoa

Es una historia triste, de pérdida de familiares, de pérdida de amistades que no se han sabido cuidar (o que no se cuidaban del modo correcto), de la amarga búsqueda de tu lugar en el mundo cuando, por edad, ya deberías haberlo hallado. De tabúes, de familias que te obligan a no decir la verdad, porque la verdad duele e incomoda, sin importar la edad que tengas.

Sin embargo, con la música, con las canciones (que se convierten en diálogos), todo parece divertido y baladí. Y es que la historia de Meri Román, su amigo Jere (Martin Urrutia) y el resto de la pandilla está narrada con éxitos de Azúcar Moreno, Paulina Rubio, Chenoa, Fórmula Abierta, y así, un largo etcétera.

Imagen promocional de ‘Mariendre’.

Imagen promocional de ‘Mariendre’.

Temas muy populares que adquieren un nuevo significado por el contexto en el que se interpretan, y así, Toma vitamina de La Fiesta puede ser una oda a las drogas; Amén de Azúcar Moreno puede ser una elegía para alguien que ha muerto, y Psicofonía de Gloria Trevi puede narrar las andanzas ocultas de un padre en el armario.

¿Se le puede sacar fallos a la serie? Por supuesto. Para empezar, lo difícil que es a veces empatizar con Meri, que encadena malas decisiones en seria competencia con la protagonista de Cardo. Se mete en jardines que uno se pregunta que qué carajo está haciendo, metiendo la pata hasta el fondo y sabiendo de antemano que nada puede ir a mejor.

O lo difícil que es situar la acción del pasado, pues a veces parece que nos encontramos alrededor del año 2005, por salir con cámaras de fotos que sacan de fiesta mientras escuchan Diferentes de Ellos o Miro la vida pasar de Fangoria, pero a la vez se habla de Quítate el top de Kiko Rivera, o de la chinchilla muerta de María Patiño.

Pero, a pesar de que no se le pueda poner la etiqueta de perfecta, Mariliendre deja muy buen sabor de boca. Y hasta invita a pensar en una segunda temporada, algo con lo que sus actores, por lo que contaron en el Festival de Málaga, estarían encantados. Que el ritmo no pare.