
El 8% de las niñas y el 14% de los niños han sido víctimas antes de los 12 años. EFE
El infierno de la violencia sexual: el 18,9% de las mujeres y el 14,8% de los hombres la ha sufrido según un gran estudio
Las víctimas de estos abusos tienen un mayor riesgo de desarrollar depresión, ansiedad, consumo excesivo de sustancias e infecciones de transmisión sexual.
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El abuso sexual infantil (A.S.I.) es una lacra a la que es muy difícil poner cifras concretas. El bajo porcentaje de denuncias, debido en muchas ocasiones a la culpa y la vergüenza que sienten las víctimas, es uno de los motivos principales para ello. En España, tres de cada diez personas que lo han sufrido no han denunciado ni tienen intención de hacerlo, según datos de la Fundación ANAR. Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Washington (Seattle) ha intentado hacer un mapa global de la situación. Sus resultados muestran que casi una de cada cinco mujeres y uno de cada siete hombres mayores de 20 años en todo el mundo lo ha sufrido.
Si se miran los datos por edad, entre los jóvenes sobrevivientes de violencia sexual de 13 a 24 años, el 67% de las mujeres y el 72% de los hombres informaron haber sido abusados sexualmente por primera vez antes de los 18 años. Casi el 42% y el 48% respectivamente lo sufrieron antes de los 16 años. Finalmente, el 8% de las niñas y el 14% de los niños han sido víctimas a una edad todavía más temprana, antes de los 12.
El trabajo es el más completo sobre la prevalencia de la violencia sexual contra niños y niñas hasta la fecha, afirman sus autores. Contiene datos de 204 países por edad y sexo entre 1990 y 2023 e incluye el momento en que las personas estuvieron expuestas por primera vez a dicha violencia. También han utilizado la información más reciente sobre la Carga Global de Enfermedades (GBD, por sus siglas en inglés). Los resultados han visto la luz este jueves en la revista The Lancet.
El A.S.I. fue más frecuente en mujeres en el sur de Asia, con un 27% y en países como Islas Solomón, en Oceanía (43%); Costa de Marfil (32%), Chile, Costa Rica e India (31%); Estados Unidos (28%) y Reino Unido (24%).
Ellos han sido víctimas más frecuentes en África Subsahariana (19%) y en países como Costa de Marfil y Bangladesh (28%); Botsuana (27%); Haití (26%) y Nigeria (24%). En España, las cifras obtenidas en esta revisión sistemática son del 10,8 % para las chicas y del 12,2 % para los chicos.
Las secuelas en las víctimas
Las víctimas de violencia sexual infantil tienen un mayor riesgo de desarrollar depresión, ansiedad, abuso de sustancias, infecciones de transmisión sexual e incluso asma, aseguran los autores de la investigación. Estos episodios pueden afectar al desarrollo social, los resultados educativos y los logros laborales de quien los vive, exponen.
No obstante, va más allá, agrega Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda de la Fundación ANAR. También pueden padecer miedo crónico, insomnio, pesadillas, sentimientos de culpa o vergüenza o producirse un cuadro de estrés postraumático. Además, puede afectar, incluso, a la relación con otras personas, cuenta.
La profesional de Fundación ANAR advierte de que no hay un único tipo de víctima, por lo que no hay que generalizar. "Cada caso es un mundo". Estas situaciones son multifactoriales y multicausales, por lo que no solo influyen las características individuales de quien sufre violencia sexual en la infancia. El entorno familiar y el ecosistema en el que se encuentre también tienen un papel relevante.
Las secuelas dependerán, en parte, de cómo actúe la familia, si se entera, explica Díaz. Esto es, entre otros: si actúa, si minimiza los hechos o ataja la situación, si protege a la víctima o al agresor. Por ejemplo, si cuando se enteran, deciden ocultar los hechos para no romper el equilibrio familiar y el niño sigue expuesto a ese riesgo, eso le impedirá recibir una valoración y un tratamiento para poder reconducir y entender los hechos que ha vivido.
Aunque se intente ocultar, "la víctima, tarde o temprano, llega a conectar con que eso que ha sucedido ha sido un hecho que tiene que ver con una agresión sexual", señala la profesional de Fundación ANAR. Si no está tratado, puede acabar provocando alguna de las secuelas mencionadas y, por ende, afectando al desarrollo personal, añade. Aun así, Díaz hace de nuevo hincapié en la particularidad de cada caso. "Es algo muy individualista, subjetivo y depende de mil características".
Definiendo perfiles
La profesional de ANAR desgrana que, una vez más, no hay un único tipo de agresor ni de víctima. Sin embargo, aporta algunos datos recogidos por su organización que arrojan luz sobre la cuestión. La edad media en España de las personas que sufren A.S.I. es de 12,5 años. Seis de cada diez lo viven entre los 13 y los 17 años y, en general, afecta más a las niñas. De hecho, casi en el 79% son ellas quienes lo padecen.
La predominancia del sexo femenino solo cambia en grupo de menores de nueve años. Entonces sí que ocurre más a los niños que a ellas. Asimismo, en el 2,5% de las veces se trata de menores con algún tipo de discapacidad. En el 58,7% de los casos, se trata de una familia española, ilustra la profesional de ANAR.
Por otra parte, en el caso del agresor, la mayoría de veces es un hombre (94,3%) mayor de edad (casi un 79%). Aproximadamente, ocho de cada diez veces se trata de alguien conocido por la víctima y, en la mitad de los casos, (50,3%) es un familiar. El 27,9% de las ocasiones el abuso lo comete el padre o el padrastro, pero también ocurre con hermanos, tíos, primos, abuelos u otros miembros, indica Díaz.
En el 21,4% de las veces el perpetrador del abuso es también menor de edad, dice la profesional. Señala que en estos casos, muchas veces, se trata de un niño o un adolescente que está replicando una cuestión que ha vivido personalmente. Es decir, que también ha sido víctima de A.S.I.
Todos estos datos pueden encontrarse en el estudio de agresiones sexuales a menores, elaborado por la Fundación ANAR con datos que recogieron en las llamadas que reciben de víctimas pidiendo ayuda entre 2019 y 2023.
Señales para sospechar
Es muy difícil descubrir la violencia sexual hacia los menores. Normalmente, el agresor lleva mucho cuidado para no dejar rastro. Además, según la edad a la que se sufre, se puede tomar como un juego y normalizarlo (los más pequeños) o no contarlo debido al chantaje o las amenazas (los más mayores), expone Díaz. Aun así, hay algunas señales que pueden servir de indicador.
Las víctimas pueden sufrir cambios bruscos en su estado de ánimo, externalizar su ira o mostrar conocimientos sexuales que no son propios de su edad. Es común una sexualización precoz en el juego o en los dibujos que hacen los pequeños. También puede ocurrir que estos menores muestren una masturbación compulsiva.
Asimismo, el pequeño puede mostrar conductas demasiado infantiles y problemas en las relaciones personales, como rechazar a otras personas o al género al que pertenezca su agresor. Otras señales más evidentes o identificables son picores o dolores en la zona genital, sufrir una infección de transmisión sexual o, incluso, sangrado. No obstante, este último es menos frecuente debido al cuidado del agresor, mencionado anteriormente, para no dejar rastro
En más de 30 años que abarca este estudio, la prevalencia de A.S.I. no ha sufrido prácticamente cambios y ha sido sustancial, independientemente de los ingresos de los países. Una situación que refleja la necesidad de actuar por parte de las autoridades, dice Emmanuela Gakidou, autora principal de la investigación. "Necesitamos una acción urgente de todos los países para mejorar las leyes, las políticas y las formas en que los expertos responden".
Tanto los datos que muestra The Lancet, como los recogidos por Fundación ANAR, muestran que, por desgracia, la violencia sexual contra los menores es algo mucho más común de lo que parece, lamenta Díaz. "Puede pasar en cualquier familia". Por eso, es necesario educar a los niños para identificar las relaciones sanas, para que sepan qué es consentimiento y la importancia de que respeten su cuerpo, cuenta.