Tarta parece, torrija es (Imagen de archivo)

Tarta parece, torrija es (Imagen de archivo) DEBOVE SOPHIE iStock

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Parece una tarta, pero es una receta gallega de torrijas que casi no se conoce en España: es deliciosa para Semana Santa

Después de la contención de la cuaresma, la Semana Santa bien se merece unas torrijas tan golosas como estas.

Más información: Ni en el horno ni en la airfryer: así preparo unas torrijas sin grasa y en un momento, dicen que están deliciosas

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No podía dejar pasar la Semana Santa sin rendir un pequeño homenaje a mi tierra y qué mejor manera de hacerlo que en forma de deliciosa torrija. Cuando viví en Madrid, la ciudad que me acogió durante casi dos años y de la que guardo tan buenos recuerdos, una de las cosas que más me impresionó es la enorme devoción de los madrileños por este postre.

En el tiempo que viví en la capital, no conocí a nadie que no hiciese unas torrijas maravillosas, así que, como me veo incapaz de superar una torrija madrileña, hoy hablaremos de una torrija gallega.

Una torrija de raíces gallegas con mucha historia detrás

La receta, que no es más complicada que la de cualquier otra torrija, está inspirada en la de uno de los más ilustres gastrónomos gallegos. Manuel María Puga y Parga, más conocido como Picadillo, un personaje fascinante y todo un referente de la gastronomía gallega de finales del siglo XIX y principios del XX. Fue abogado, político y sobre todo un gran apasionado de la cocina, buen cocinero y mejor disfrutón. Aunque estudió Derecho, alcanzó verdadera notoriedad como gastrónomo y escritor culinario, dejando una enorme huella en la tradición culinaria gallega.

La cocina práctica, libro publicado en 1905 en el que aparece la receta en la que se inspiran las torrijas de hoy, es su obra más famosa y una auténtica joya de la literatura culinaria española. Se trata de una colección de recetas claras, cercanas y llenas de humor, en un tono muy costumbrista. Picadillo no solo transmitía cómo cocinar, sino también su visión de la vida, del comer como acto cultural y social, y del amor por los productos de su tierra.

En este manual de cocina mezcla recetas tradicionales gallegas con otras más modernas para la época, siempre con un estilo directo, con la inconfundible retranca gallega y, muchas veces, con notas de crítica social o ironía. No es raro encontrar en sus textos comentarios divertidos y guiños cómplices dirigidos al lector. 

Su cocina era generosa, sin pretensiones técnicas, pero con mucho sabor, autenticidad y sentido común. En sus recetas hay tradición, economía doméstica, aprovechamiento y sobre todo, un profundo respeto por los ingredientes. Yo siempre me he imaginado a Picadillo como al Robin Food de la cocina gallega de principios del siglo XX.

Además de su faceta culinaria, Picadillo fue también alcalde de A Coruña en 1915. Su figura era muy popular entre el pueblo, tanto por lo buena persona que todos dicen que era como por su cercanía en el trato con los demás. Fue un firme defensor de los productos locales, el buen comer y de que la cocina debía estar al alcance de todo el mundo, no solo de las clases altas.

Una torrija hecha con ingredientes sencillos que parece una tarta lujosa

Esta torrija gallega, pese a estar hecha con los mismos ingredientes de cualquier torrija que uno podría hacerse en casa, se aleja de la imagen tradicional de un pan empapado y frito para acercarse, visual y estructuralmente, a un postre de vitrina, casi como una tarta de ración individual.

La base suave y cremosa del pan infusionado en leche aromatizada, se convierte en el sostén perfecto para una delicada capa de crema pastelera o de natillas, como en la versión de Picadillo. El conjunto se corona con un merengue suizo de textura ligera y picos dorados, una presentación que recuerda a una clásica lemon pie en formato castizo, fusionando tradición y estética en cada bocado. Una experiencia que se saborea como una tarta y se disfruta como un guiño a la mejor tradición culinaria de Galicia.

Ingredientes para hacer una torrija gallega y gourmet

Para las torrijas

  • Pan del día anterior o pan para torrijas, 8 rebanadas
  • Leche entera, 500 ml
  • Azúcar, 100 g
  • Canela en rama, 1 palito
  • Piel de limón, 1 tira
  • Huevo, 2 ud
  • Aceite para freír, cantidad necesaria
  • Azúcar, 50 g (para rebozar)
  • Canela en polvo, 5 g

Para la crema pastelera

  • Leche entera, 500 ml
  • Yema de huevo, 6 ud
  • Azúcar, 100 g
  • Maicena, 40 g
  • Esencia de vainilla, 1 cucharadita

Para el merengue suizo

  • Claras de huevo, 4 ud
  • Azúcar, 200 g

Paso 1

Infusionamos la leche para las torrijas. Para ello, en un cazo, colocamos los 500 ml de leche junto con 100 g de azúcar, la rama de canela y la piel de limón. Llevamos a ebullición, retiramos del fuego y dejamos templar. Retiramos la canela y la piel de limón.

Paso 2

Remojamos las rebanadas de pan en la leche infusionada durante unos minutos, hasta que estén bien empapadas, pero sin deshacerse.

Paso 3

Batimos los huevos en un bol. Pasamos cada rebanada remojada por el huevo batido y las freímos en abundante aceite de girasol caliente, hasta que estén doradas por ambos lados. Reservamos sobre una rejilla para que escurran el exceso de aceite. No es aconsejable dejarlas sobre papel de cocina porque el aceite que se escurre se acaba reabsorbiendo.

Paso 4

Mezclamos 50 g de azúcar con la canela en polvo y rebozamos las torrijas aún calientes en esta mezcla. Reservamos.

Paso 5

Para preparar la crema pastelera, en un bol, mezclamos las 6 yemas con el azúcar, 100 ml de leche y la maicena. En un cazo, calentamos los 400 ml de leche restantes con la esencia de vainilla. Cuando esté caliente, la echamos poco a poco sobre la mezcla de yemas mientras removemos con unas varillas manuales para evitar que se cuajen. Devolvemos todo al cazo y cocinamos a fuego medio-bajo sin dejar de remover hasta que espese. Dejamos enfriar cubriendo con film a piel.

Paso 6

Para preparar el merengue suizo, ponemos las claras y el azúcar en un bol resistente al calor y lo llevamos al baño maría. Removemos constantemente hasta que el azúcar se disuelva por completo (al tacto, no se deben notar granos). Retiramos del calor y montamos con batidora hasta obtener picos firmes y brillantes.

Paso 7

Para montar nuestra torrija que parece tarta, colocamos una capa generosa de crema pastelera fría sobre cada torrija, ayudándonos con una cuchara o una manga pastelera.

Paso 8

Cubrimos cada torrija con el merengue, formando picos decorativos. Podemos usar una manga con boquilla rizada si queremos un acabado más vistoso y profesional.

Paso 9

Llevamos las torrijas al grill del horno durante 1-2 minutos o hasta que los picos del merengue estén dorados. También podemos usar un soplete de cocina para este paso.

Algunas ideas para personalizar esta torrija gourmet...

Las tradiciones están para inspirarse en ellas, pero también para actualizarlas y estas torrijas podemos personalizarlas aromatizando la leche de remojo con toques sutiles de licor, como un chorrito de Cointreau, Amaretto, licor café o licor de hierbas gallego, que aportarán nuevos matices sin restar protagonismo al sabor tradicional de la torrija.

También podemos sustituir la vainilla de la crema pastelera por otros aromas menos convencionales, como agua de azahar o cardamomo. El pan duro, podemos cambiarlo por un brioche o un pan de leche artesanal, que le darán más untuosidad y un acabado aún más gourmet.

En cuanto al acabado, el merengue podría teñirse ligeramente con algunas infusiones naturales, como frutos rojos o hibisco, para dar un toque de color y aroma único. Además, podemos decorar nuestra "tarta torrija" con fruta fresca de acidez equilibrada, como frambuesas o gajos de mandarina, que contrasten con la dulzura del conjunto y aporten frescura visual y gustativa. También podemos espolvorear el merengue tostado con migas crujientes de caramelo o finas lascas de chocolate para que la presentación sea aún más deslumbrante.

Para terminar, si servimos la torrija emplatada individualmente, podemos poner en el fondo de plato algo que aporte un punto de acidez, como un coulis de frambuesa, arándanos o frutos cítricos.