Año 2026. Un grupo de turistas camina por las areniscas rojas de los Pinares del Rodeno, en Albarracín. Entre las hojas en forma de aguja de los pinos resineros se vislumbra, sobre el fondo azul del cielo, una figura metálica que refulge. Extraña velocidad para un avión. Demasiado lento. ¿Qué es? Definitivamente, un pájaro, no. Tampoco un aerostato convencional. ¿Quizás un 'globo espía' chino como el que detectó el Pentágono sobrevolando Montana? Difícil. Sin embargo, el artilugio tiene una forma extraña, elipsoide, como la de los antiguos zepelines...
Ni lo uno, ni lo otro, ni aquello. Se trata de un dirigible estratosférico operado por la compañía Sceye. Ha despegado desde el Aeropuerto de Teruel y asciende lentamente con la intención de alcanzar los 20 kilómetros de altura sobre la Tierra, la estratosfera. El artilugio es gris plateado, para reflejar la radiación ultravioleta y proteger de la corrosión del ozono, y está hecho de un tejido avanzado, secreto industrial, que utiliza hilos de grafeno para aumentar su resistencia.
En su interior, siguiendo el principio de Arquímedes, una gigantesca bolsa de helio se ha expandido para hacerlo flotar. No es un zepelín, porque vuela a más de 200 metros, como los zepelines de pasajeros, y en su interior lleva helio como gas de sustentación. Los mastodontes alemanes como el Hindenburg volaban bajo, utilizaban hidrógeno, altamente volátil e inflamable, y por eso ardieron. No, el término correcto para referirse a estos aerostatos es High Altitude Platform Station, HAPS. O, en su defecto, dirigible estratosférico o plataforma estación de gran altitud.

Despegue de una de las plataformas de gran altitud o HAPS de Sceye desde un hangar de Estados Unidos. Imagen cedida
Volvamos al presente, a abril de 2025. El Gobierno de Aragón acaba de colocar hace sólo unas semanas la primera piedra del hangar que albergará estos HAPS en el Aeropuerto de Teruel. A lo largo de este año, Sceye, compañía suiza fundada en 2014 por Mikkel Vestergaard-Frandsen, y que hasta ahora ya había hecho varios vuelos de demostración en Estados Unidos, realizará sus primeros lanzamientos piloto en España; la idea es que en 2027 sus primeros modelos estén operativos y surquen la estratosfera.
Alfredo Serrano, el responsable de operaciones de la compañía para Europa, Oriente Medio y África, es el encargado de poner a punto este proyecto que revolucionará, asegura, las capacidades de la aeronáutica española. Porque, tal y como recuerda, los satélites geoestacionarios convencionales, como los de la NASA, están a 36.000 kilómetros de la superficie terrestre, mientras que los satélites de órbita baja, como los de Starlink, se encuentran a 500 kilómetros. Sceye quiere posicionar sus dirigibles a sólo 20 kilómetros de altura, lo cual los hace muy útiles y precisos a la hora de analizar el terreno y de ofrecer mejoras en las redes de comunicación de banda ancha.
"Es el santo grial, el vuelo perpetuo. De día se alimentan con células solares y por la noche con baterías. Al volar más bajo que los satélites, ofrecen una resolución mucho mejor", asegura en conversación con EL ESPAÑOL. "Tras nuestras demostraciones en Estados Unidos, hemos batido récords de conectividad y demostrado que podemos dar una cobertura excelente en un radio de 140 kilómetros".
Las funciones de los dirigibles de Sceye varían según la carga útil que lleven y la empresa que contrate sus servicios. Los HAPS están especialmente enfocados a la prevención y detección de desastres naturales e incendios; en ofrecer una mejor comunicación en las zonas rurales o en perfeccionar los sistemas de agricultura de precisión. También en garantizar servicios de monitorización de efectos climáticos severos, como la DANA, o para observar el nivel de erosión de las costas, el tráfico marítimo y, en el caso del Estrecho, identificar el contrabando de sustancias y hasta el tráfico ilegal de personas.

Alfredo Serrano, director EMEA de Sceye.
P.– ¿Cuál será la capacidad de fabricación de dirigibles de Sceye en España?
R.– Hemos estimado que, cuando estemos a plena capacidad, construiremos del orden de 30 o 40 dirigibles al año. Desde ahí queremos servir a España, pero también a otras partes del mundo. Porque el año que viene estaremos operando en Sudamérica y en Asia y el Pacífico. No obstante, por nuestro modelo de negocio, vamos a necesitar del orden de varios hangares y fábricas a lo largo de todo el mundo. Teruel será nuestra segunda fábrica; lo haremos todo con el mismo tamaño y las mismas capacidades que Estados Unidos.
P.– ¿Cómo es su funcionamiento? ¿Quién o qué lo pilota?
R.– Los HAPS cuentan con equipos de aviónica y se controlan remotamente, como un dron. Tiene, además, un sistema de autopilotaje. El ascenso a la estratosfera dura unos 30 minutos. Asciende como un globo, sin propulsión, sólo por el empuje del helio y se mueve en función de los vientos. Una vez en la estratosfera, recibe indicaciones de forma telemática o directamente estas van programadas. En la parte trasera, tiene una hélice de dos metros por cada pala.
P.– ¿Por qué eligieron Teruel?
R.– Cuando estábamos buscando dónde radicarnos, hablamos con la Agencia Espacial Europea y nos identificó una serie de lugares potenciales. Nos decidimos por Teruel por el apoyo institucional. También por el entorno climatológico, que permite operar entre 285 y 300 días al año, ya que debe haber buenas condiciones para el despegue y el aterrizaje. Y, finalmente, porque el aeropuerto de Teruel tiene las capacitaciones logísticas necesarias y está dentro del 'espacio aéreo reservado' o restringido, y casi nada sobrevuela esa zona.

Mikkel Verstegaard, CEO de Sceye, en uno de los hangares de la compañía; en la mano, sostiene una bandera del Explorer's Club, al que pertenece. Cedida
Vigilancia de narcolanchas
Los dirigibles estratosféricos de Sceye tienen una longitud variable (entre 65 y 85 metros de largo), aunque Sceye espera construirlos de hasta 120m. Su peso es de unos 1.200 kilos, más de una tonelada, con la carga útil adherida. Esta varía según el tipo de equipamientos que carguen consigo: cámaras 4K, infrarrojas, radares de apertura sintética para ver en la oscuridad y a través de la niebla, 2K con forma de ojo de pez, radioenlaces de comunicaciones de banda E, etcétera. "Desde ahí arriba podemos vigilar una narcolancha cruzando el Estrecho o un vertido de petróleo ruso en el Mediterráneo. Todo se reporta en tiempo real y con imágenes de alta precisión".
Las primeras pruebas de Sceye se realizaron en Estados Unidos. "Hicimos pruebas de mediciones de fugas de metano para compañías petrolíferas en la Cuenca Pérmica, entre Nuevo México y Texas, que es donde se produce el 45% del petróleo del país. La normativa exige que cada trimestre se inspeccione cada pozo. En vez de ir pozo por pozo con drones y cámaras infrarrojas, analizamos la cuenca con el HAPS y vemos las emisiones de una sola pasada para saber cuáles son los pozos a investigar. También hemos cartografiado el terreno con sensores de alta resolución para el Servicio Geológico de Estados Unidos".
La idea de Sceye es tener una flota de dirigibles estratosféricos sobrevolando los cielos de España. Será el primer país fuera de Estados Unidos que cuente con una tecnología así. Y ya hay potenciales clientes que reclaman sus servicios. Sin ir más lejos, la Junta de Andalucía ha sacado un pliego que encaja perfectamente con la filosofía Sceye.
"Tenemos un plan de negocio para atender la demanda global de los HAPS. Vamos a necesitar varios hangares y fábricas en todo el mundo. En los próximos 10-15 años, tendremos 5 o 6 ubicaciones como la de Estados Unidos y la de Teruel. En Aragón vamos a tener todo, tanto el hangar como la nave de fabricación de los dirigibles".

Uno de los dirigibles de Sceye en pleno vuelo. Cedida
Sobre sus potenciales aplicaciones para defensa, Serrano destaca las ventajas de estas plataformas para proporcionar servicios de vigilancia de fronteras, costeros y aduaneros con imágenes y vídeo de alta resolución en tiempo real. Se enfocarán principalmente en lo que se conoce como homeland security.
El proyecto, aún en fase de desarrollo, generará inicialmente entre 60 y 80 puestos de trabajo directos en la región, aunque se prevé que en fases posteriores –especialmente cuando la fábrica de dirigibles esté activa– sume alrededor de 150.