
La Academia Barroca del Festival de Música y Danza de Granada en la iglesia del Monasterio de San Jerónimo.
Un festival en Granada y de Granada: un puesto al sol en el abarrotado verano de la música y la danza
Hay festivales de verano que llevan a un lugar las maravillas del mundo, y otros, como el de Granada, que muestran al mundo las maravillas del lugar.
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"En" o "de", esa es la cuestión. Los festivales de verano pueden ocurrir en un sitio o ser de ese sitio. Los primeros llevan al lugar las maravillas del mundo. Los segundos, además, muestran al mundo las maravillas del lugar. Ninguno es cien por cien lo uno o lo otro; lo significativo es la proporción de la mezcla. En el primer año de su mandato, el nuevo director del Festival de Música y Danza de Granada, Paolo Pinamonti, ha decidido subrayar el "de". Granada, la de hoy y la de ayer, tiene mucho que mostrar.
Siempre ha habido en el festival músicos granadinos de nación o de adopción, pero esta vez hay más. En cuanto a compositores, el protagonista es Juan Alfonso García, que era extremeño, pero se desarrolló como músico en Granada. Ahí compuso sus principales obras y ahí, en su clase de composición, reunió a algunos de los mejores compositores y maestros de compositores que ha dado la España reciente. Con Juan Alfonso se formaron José García Román, Manuel Hidalgo, que ha hecho carrera en Alemania, Francisco Guerrero y José María Sánchez Verdú, maestros a su vez, estos dos últimos, de compositores importantes.
Ese acierto pedagógico de tan variado espectro estético habla de la amplitud de la visión de García en Granada y nos recuerda los ejemplos de Olivier Messiaen, maestro en París de Boulez, Stockhausen y Xenakis, o de Felipe Pedrell maestro en Madrid y Barcelona de Albéniz, Granados, Falla, Turina y Gerhard. La música de Juan Alfonso sonará en diálogo con la de todos sus discípulos y la de Bach/Busoni/Garvayo en un singular programa del Trío Arbós, con la de Falla y Ravel bajo la batuta de Juanjo Mena y con la de Boulez, Berio y Stravinski, junto a un estreno de García Román, bajo la de Nacho de Paz.
También hay mucha raíz granadina en los intérpretes. En la danza, Eva Yerbabuena, Manuel Liñán y Patricia Guerrero; en la música, la Orquesta Ciudad de Granada, el Numen Ensemble, la Academia Barroca del Festival, María Dueñas (violín), Juan María Pedrero (órgano), Juan Carlos Garvayo, pianista, compositor y fundador del Trío Arbós, y Pilar Alva-Martin (soprano), que cantará canciones de su tío abuelo Juan Alfonso.
Además, hay música de todas partes, como es natural, con una notable representación del gran repertorio y sus intérpretes característicos. La apoteosis final consiste en un chute avasallador del gran Brahms orquestal: las dos primeras sinfonías y los dos conciertos para piano y orquesta, que son casi sinfonías, con Alexander Kantorow al piano, que ya triunfó en el Patio de los Arrayanes el año pasado, y el maestro austriaco-colombiano Andrés Orozco-Estrada al frente da la Orquesta SWR de Stuttgart. Orozco dirigirá también un programa francés con la Nacional de España.
Se presentan en Granada una orquesta de autor, como es la del Festival de Budapest, dirigida por su fundador, Ivan Fischer, y la de la Academia Nacional Santa Cecilia, con Daniel Harding. Hay mucho más, como los tradicionales espectáculos de cine/música, La traviata del Teatro Real en concierto y la contribución de los dos hermanos Mena, el director Juanjo, con la OCG, y el contratenor Carlos, que canta en la Misa en si menor de La Cetra, dirige obras religiosas de García Román y canta y dirige el Stabat Mater de Alessandro Scarlatti.
Especial interés tiene el monumental Catalogo de los pájaros de Messiaen, que Pierre-Laurent Aimard distribuirá en cuatro espacios distintos en un solo día, y el recital de Ian Bodstrige con los Canticles de Britten y la Psyché de Falla/Aubry, que cumple 100 años. Es un despertar en el Peinador de la Reina, en la Alhambra, que empieza en el evocador momento en que se apaga la vela. Empieza por el final. "Psyché! La lampe est morte".
Locales somos, pero universales nos hacemos (en su caso). Somos de un sitio porque sí, pero somos del mundo por elección, por nuestras ganas de levantar la mirada, salir y orearnos. También se puede uno universalizar por el camino contrario: ahondando en lo local. Si profundizamos lo bastante en lo nuestro, acabaremos encontrando lo de todos, porque el ser humano es lo que es, aquí y en la Polinesia.
Es una vía difícil que requiere curiosidad genuina, tenacidad en la persecución de la esencia y, sobre todo, mucho talento. Así se hizo universal Falla, igual que Stravinski (que nunca dejó de ser ruso), Bartók y unos cuantos más. Por ese camino de fijarse en lo del sitio, el Festival de Música y Danza de Granada 2025 ha encontrado un puesto al sol en el abarrotado panorama de los festivales de verano.