Foto: Acantilado.

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Novela

'Gente en el tiempo', la novela precursora de Massimo Bontempelli que creó el primer realismo mágico

El libro, datado en 1937 y publicado por vez primera en España, es experimental y antecedente de movimientos narrativos como el Nouveau Roman.

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Jordi Corominas
Publicada

Si escribiéramos este texto basándonos solo en lo literario podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que Gente en el tiempo de Massimo Bontempelli es una enorme novela con, a priori, toques extraños para su fecha de publicación, un 1937 de evocaciones fascistas y una Europa al borde del colapso.

Massimo Bontempelli

Traducción de Andrés Barba. Acantilado, 2025. 192 páginas. 16€

La cronología nunca es casual. El autor italiano (Como,1878-Roma,1960) se caracterizó por una firme apuesta en pos de la libertad creativa que le permitiera superar el pasado. Estas ansias de comerse el presente no germinaron hasta bien entrado el primer cuarto del siglo XX, cuando se adaptaron a los rumbos de la época, primero con la participación en la Primera Guerra Mundial y, casi en simultaneidad, su colaboracion en revistas futuristas, preludio a su gran hallazgo: la invención del realismo mágico.

Sí, como lo oyen. El éxito del boom latinoamericano ocultó el origen de la expresión, acuñada en 1925 por el crítico alemán Franz Roh, para quien el arte nacido de las ruinas de la Gran Guerra empezaba a mostrar lo real con un detallismo alucinante, tanto que en ocasiones los elementos visibles en nuestro día a día parecían sacados de una fantasía, como en el caso de Giorgio de Chirico, fundador en Italia de ese género sin escuela junto a su hermano Alberto Savinio y nuestro protagonista.

Otra duda que puede surgir al leer Gente en el tiempo sin conocer bien a su autor es determinar si podemos enmarcarlo en el antifascismo. La respuesta es ambigua porque Bontempelli, miembro del Partido durante más de tres lustros, fue expulsado en 1938 tras las leyes raciales al rechazar una cátedra universitaria hasta entonces de un judío y por criticar el militarismo del Duce.

A partir de estos apuntes aumentan las dudas sobre la novela, publicada por vez primera en España. En la literatura italiana de los años 30 abundan ejemplos de ficciones rurales que, en ocasiones, servían para crear mundos alegóricos y así ser críticas con la dictadura. Entre los casos más ilustres podemos mencionar Fontamara, de Ignazio Silone, o Conversación en Sicilia, de Elio Vittorini, ambos con una profunda carga social inexistente en Bontempelli, quien aquí juega con su realismo mágico mediante premisas matemáticas.

Gente en el tiempo es una enorme novela con toques extraños para su fecha de publicación, un lejano 1937

La clave radica en el mismo inicio de la novela. La Gran Vieja fallece el 26 de agosto de 1900 y antes de exhalar el último suspiro pronostica un porvenir vacuo para sus familiares, como su hijo Silvano, muerto cinco años después, hecho que para el abad Clementi es una advertencia del destino que correrá el clan. Ese morir de lustro en lustro y tiro porque me toca, será el tormento de la familia Medici.

En la primera parte descubrimos sus personalidades y vicisitudes, mientras en la segunda el protagonismo recae en las hijas, Nora y Dirce, obsesionadas con la fatalidad y a la búsqueda de un método para vencerla.

Dicho así parecería que estuviéramos en un libro cómico. No se equivoquen. Aún hoy en día Gente en el tiempo tiene algo de experimental y, si se quiere, precursor, como si anticipara propuestas congeniales con el Nouveau Roman o el grupo Oulipo en las que el rigor es fortísimo sin plegarse a lo académico. Quizá por eso los Medici, sin ser florentinos, carecen de problemas económicos y tienen al alcance todos los sueños, menos ese imposible tan repleto de pesadilla.

Quizá por eso, un poco a lo Barnabooth de Larbaud, pueden viajar donde quieren sin preguntarse nada. La lógica del entramado es de una pureza interna encomiable que podemos leer desde el análisis, si bien lo más aconsejable es dejarse llevar por ese universo, ajeno al nuestro, para saborearlo con más fruición.