En los últimos años, la pobreza energética ha cobrado todavía más relevancia, especialmente tras el incremento de los precios de la energía a raíz de la guerra de Ucrania y la inflación. De hecho, la situación en nuestro país presenta actualmente datos preocupantes que son necesarios abordar y solucionar de forma ambiciosa y ágil.

Por eso, resulta imprescindible poner el foco en una problemática que afecta a millones de personas y cuya solución pasa, en gran medida, por la rehabilitación de nuestro parque residencial.

Cuando nos referimos a pobreza energética, el término alude al porcentaje de la población que no puede hacer frente a todos los gastos energéticos necesarios para satisfacer sus necesidades domésticas o que debe destinar una parte excesiva de sus ingresos para sufragar la factura energética.

Según datos de la Comisión Europea, uno de cada cinco españoles (20,8%) tiene dificultades para mantener su hogar a una temperatura adecuada, el doble que la media europea. Además, el 9,6% de los hogares tuvo problemas para pagar sus facturas energéticas en 2023, según la Universidad Pontificia de Comillas. Esta situación se ha visto agravada por la crisis energética global y el aumento de la inflación, derivado del conflicto en Ucrania.

Un factor clave tras esta problemática es la antigüedad e ineficiencia energética de nuestras viviendas. Con una media de 43 años, el 80% del parque residencial español posee calificaciones energéticas bajas (E, F o G). Esto se traduce en un mayor consumo y gasto para mantener un hogar en temperaturas confortables.

Ante este panorama, la rehabilitación energética de edificios se erige como una solución esencial. Actuaciones como la mejora del aislamiento de fachadas y cubiertas, la sustitución de ventanas o la actualización de sistemas de climatización pueden reducir el consumo hasta un 30%.

En este sentido, la adopción de nuevas soluciones de calefacción y refrigeración basadas en energías renovables es una alternativa clave para una mejor gestión de la energía y la reducción del consumo. No en vano, la Directiva Europea sobre Eficiencia Energética en Edificios (EPBD) ya contempla la eliminación total de calderas de combustibles fósiles en 2024, marcando el camino hacia un parque residencial más sostenible.

El impulso de la rehabilitación residencial ya muestra señales de avance. En 2024, según el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), el número de actuaciones en el primer semestre igualó al total de 2023, evidenciando un cambio de mentalidad tanto en la industria como en la sociedad.

Para continuar avanzando, es imprescindible reforzar la colaboración público-privada. Los fondos Next Generation EU, con 3.420 millones de euros destinados a la rehabilitación residencial, son un paso clave. Estas ayudas, que pueden cubrir hasta el 80% del coste de las obras, junto con deducciones fiscales y préstamos especializados, deben acompañarse de una firme pedagogía sobre sus beneficios.

La rehabilitación energética no solo alivia la pobreza energética, sino que también mejora la salud de las personas al garantizar hogares cálidos y saludables, especialmente para niños y personas mayores. Además, contribuye a reducir emisiones y avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En conclusión, combatir la pobreza energética exige una estrategia de país ambiciosa y sostenida, en la que la rehabilitación de viviendas sea protagonista. Por eso, en UCI asumimos este reto y reafirmamos nuestro compromiso para seguir impulsando esta transición hacia un parque residencial más eficiente, sostenible y accesible para todos.

***Laura Visier es directora de Rehabilitación de UCI.